𝟐𝟑. 𝓜𝓾𝓷𝓬𝓱

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"No creo en el arte que no resulta del impulso compulsivo del hombre a abrir su corazón."

La última pincelada se escurrió y un suspiro ligeramente cargado de satisfacción inundó sus pulmones. Dejó los materiales usados en la mesa a su derecha al alargar su brazo, y observó con prolijidad la pieza postrada en el caballete de forma delicada.

Sintió sus yemas picar incesantemente y esperó a que secara un poco para poder acariciar el papel frente a él, allí donde el último retrato de Louis relució con resplandor y vivacidad.

Quiso depositar un beso en la pintura, solamente un roce suave como había hecho con tantos anteriores, a diferencia que antes las hubo llegado a besar habiendo bebido algunas copas de más, y en realidad en ese día no tenía alcohol en su sistema, permitiéndose pensar con exacta precisión para no llegar a arruinar la obra de forma desastrosa.

Harry inclinó su cuerpo a la derecha para ver detenidamente a su primoroso modelo y su corazón se hinchó sin remedio al ver una de las pocas sudaderas que disponía en su armario, colgar del torso del muchacho de ojos añiles sentado aproximadamente a un metro de él.

La prenda era igual de grande que todo lo que el pintor usaba, llegando hasta las palmas de Louis, destapándole las clavículas y haciéndole recordar a Harry la sonrisa aperlada tan bonita que justamente poseía el menor al ser de un color blanco casi tan inocente como las nubes mismas.

El hecho de estar solos en su última sesión, sin asistentes ni maquillistas que pudieran interferir entre ellos, le hizo a Harry desear quedarse ahí todo el día para pintar sin parar, igualando en un gesto honorable el factor de reconocerse como el dedicado fanático que era hacia el arte. Como si su único propósito fuese el plasmar la belleza de Louis en lienzos de todos los tamaños, sin detenerse en algún descanso y dando todo de sí hasta donde sus hábiles manos se lo pudieran permitir.

Sin embargo, aquella tarde ambos  tenían asuntos más importantes que atender y permanecer quietos en el estudio no fue una opción del todo adecuada.

—¿Ya está, Harold? —preguntó Louis con sus ojos alborotados, pestañeando con preciosidad y tomando una mejor postura en su asiento.

—Sí, dulzura. —respondió poniéndose de pie para estirarse.

El modelo extendió su mano hacia él, movió los dedos y le sonrió ladeando su cabeza.

—Ven, dame un besito. —dijo alzando sus labios.

Harry negó entonces y colocó sus manos detrás suyo para acercarse a Louis en pasos lentos.

—Hemos dicho que nada de eso. Estamos intentando tener un orden, ¿recuerdas?

—¡Oh, vamos! —rió—¿Ha vuelto tu lado aburrido?

—No, es sólo quiero hacer las cosas bien contigo. Ir más allá del contacto físico para intentar crear una mejor avenencia entre nosotros sin caer en una repetición de caricias que pueden llegar a distraernos.

Louis se puso de pie sin dejar de sonreír y remojó sus labios antes de cruzar las manos por detrás del cuello de Harry.

—¿Ni uno de despedida? —cuestionó en murmullo.

—No.

—Por favor.

—No.

𝐌𝐄𝐑𝐀𝐊𝐈 ✦ 𝑳.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora