Capítulo 35 "Juntos."

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Ha pasado una semana desde mi última salida, una semana que hemos pasado pegados a mamá. Lucas se separa de la habitación únicamente para tomar una ducha, Felipe ha justificado las faltas de todos en la escuela, James y Charly están más juntos que nunca, y mis amigos vienen todas las tardes.

Es temprano, cerca de las seis de la mañana, el sol comienza a levantarse arrojando un poco de luz entre las cortinas. Lucas está afuera tomando café, creo que todos nos hemos hecho adictos al café de hospital. El sábado pasado, cuando comíamos en casa de Madeline, Lucas llamó diciendo que tenía noticias. Una falsa esperanza se abrió paso en mi corazón, en cuanto llegamos, el doctor se encargo de derrumbarla.

Mamá está invadida, pensamos que quizá unas sesiones de quimioterapias y tratamiento podrían ayudar a disminuir el cáncer para posteriormente controlarlo, pero no. Mamá está tan grave que un solo tratamiento más la mataría. Decidimos, entre todos, que lo único que nos quedaba era esperar. Esperar a que el aliento abandonara su cuerpo, verla morir, ser fuertes con ella mientras ese día llegaba. El doctor dijo, que posiblemente, no pasará esta semana.

—Mi amor, ven. —Me giro para encontrar los ojos de Lucas, luce cansado, tiene unas ligeras ojeras bajo sus ojos y el olor a cigarrillo emanando de su ropa. No lo culpo, estamos pasando por momentos difíciles. Siento el peso del mundo sobre mis hombros al ponerme de pie. Sube, baja, sube, baja. El pecho de mamá se levanta con suavidad cada que toma aire, tiene oxigeno para ayudarla a respirar, y lo único que la ayuda ahora son grandes cantidades de morfina. Solo queda disminuir el dolor, pero no podemos quitarlo del todo.

—¿Mande? —Me detengo a un lado de él, su vista absorta en el vaso desechable.

—Deberías comer, pequeña.

—Estoy bien. —La comisura de su labio se eleva, regalándome una triste pero autentica sonrisa. —De verdad, él que no está bien eres tú. ¿Cuántos cigarrillos llevas hoy?

—Unos cuantos. —Elevo una ceja y me sonríe más ampliamente. Me muestra tres dedos.

—Suficiente por hoy. —Bufa ante mi comentario, me acerco más a él, tomo su brazo y lo coloco alrededor de mi cintura, enrosca el brazo faltante y apoya su barbilla sobre  mi cabeza. —Te hace daño, Lucas.

—Lo sé. Es que, es…difícil. —Me besa la sien y se separa para ir por mas café. Cigarrillos y café, este chico terminará en el hospital. Lleva siete vasos, en menos de una hora, mas los tres cigarrillos. No creo que sean buena combinación para su sistema.

Felipe aparece en el pasillo, bostezando libremente mientras saca una mano de su espalda.

—Les traje algo. —¿Pizza? Oh por Dios, amo a este hombre. Tomo la caja y rápidamente saco una rebanada para disfrutar de su sabor.

—Ah, pero no tenía hambre. —Lucas levanta una ceja, saluda a Felipe y le ofrece café.

—No, si sigo tomando esa cosa tendré que vaciarme el estomago. ¿Cuánto llevas?

—Siete vasos. —Felipe abre los ojos como platos negando suavemente con la cabeza, le quita el café a Lucas y lo bota en la basura.

—Oye, necesito mantenerme despierto. —Pongo una rebanada por debajo de su nariz y la olisquea segundos antes de casi mutilar mi dedito.

—Tienes suficiente para mantenerte despierto. —Me guiña un ojo y le mando un beso. ¿A qué se refiere? Él sabrá. —Ve a bañarte, apestas a cigarro y no creo que Blanca te premie por ello.

—De acuerdo. Sam, ¿quieres venir? —Niego con la cabeza, Felipe toma una rebanada y se tumba en uno de los sillones. Lucas se acerca, me besa y hago una mueca cuando su aroma me invade. —Come bien, que no te robe la comida ese de ahí. Regreso más tarde, traeré a los chicos.

Memorias de una adolescente.♚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora