Capítulo 37 "Su mejor amigo."

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~N. Lucas.

—Entonces, ¿está decidido? —Tomo la caja de pizza vacía y la coloco sobre la barra, hay botes de palomitas por todos lados y vasos con zumo sobre la mesa de centro. Sam está sentada, abrazada a sus rodillas, Charly me ayuda a levantar los restos de la cena y James busca algo en el ordenador.

—Creo que, a mamá le habría gustado esa opción. —Su pequeña voz se escucha cansada, a pesar de su corta edad está afrontando la situación de manera madura. Siento una palmada en el hombro y Charly pasa por delante para tomar asiento junto a mi niña.

—Yo igual estoy de acuerdo, mamá amaba la playa.

—Tenía entendido que nunca había ido. —Menciono una vez que estoy sobre el sofá.

—No, ella nunca estuvo en una pero le encantaba el mar y todo lo que estuviera relacionado.

—Bueno, varias veces intenté realizar este viaje, bajo otras circunstancias, pero por una cosa u otra los planes se cebaron. Ahora, aunque no es como me gustaría, creo que a ella habría estado de acuerdo. Mañana iré al colegio para justificar las faltas de James y las tuyas, y para conseguir justificantes para lo que resta de la semana.

—¿Y yo? Felipe dijo que debía ir. —Se levanta y camina hasta la barra.

—Él irá contigo.

—Charly, vamos tarde. —Menciona James a la vez que se levanta y toma una camisa, Carlos le sigue y toma las llaves del coche.

—¿A dónde?

—Volveremos temprano. —Lo tomo del brazo cuando intenta avanzar, James ya está frente al auto esperando a que Carlos quite los seguros. —Hay una carrera en el circuito. —Asiento, cierro la puerta y segundos después el motor se hace sonar.

Me giro y lo que encuentro es sumamente adorable, recargada sobre la barra con las piernas cruzadas sobre el taburete, se encuentra Sam, dormida. Su espalda sube y baja con suavidad, su cabello castaño cae enmarañado sobre su cuerpo cubriendo su rostro. Me acerco lo suficiente para escuchar su respiración, tan pequeña y frágil, yo cuidaré de ti, mi niña.

—Mi amor, ve a la cama. —Ni una queja, ni un solo refunfuñar de su parte. Levanto su brazo y automáticamente lo ha envuelto alrededor de mi cuello, paso un brazo bajo su cabeza y el otro por debajo de sus rodillas, camino con ella hasta la habitación y la coloco sobre mi cama. Hay tiras de cabello sobre su rostro, retiro con cuidado los mechones y beso su frente con delicadeza. Luce preciosa, los labios ligeramente fruncidos, un dulce aroma emanando de su piel. Tomo los vans y se los quito, después los calcetines, sus uñas pintadas con un azul metálico y un craquelado en blanco. La acomodo bajo las sabanas y abro la ventana para que no se acalore.

—Luce tan…niña. —Me giro y encuentro a un húmedo Felipe recargado en el marco de la puerta, viste solamente una de mis bermudas y una toalla sobre los hombros.

—Espero que tengas puesto algo debajo. —Se encoge de hombros y toma lugar a un lado de la cama, me siento a los pies de Sam y lo observo mirarla. Sus ojos recorren con cariño el cuerpo de mi niña, suelta un largo suspiro y acaricia su mejilla para después besarla. Mis puños se aprietan por la acción frente a mis ojos pero los relajo inmediatamente.

—¿Qué haremos cuando se ponga mal? —Encuentro su mirada en la habitación y levanto una ceja. —Quiero decir, cuando se acabe esta coraza que ha levantado. Cuando la vea llorar no podré ser fuerte mucho tiempo, terminaré por romperme a su lado.

—No lo sé, no estoy muy seguro. —Miro a mi pequeña, ha tomado prisionera de sus brazos a mi almohada. Me levanto para sacar una playera del cajón y se la aviento a Felipe. —Vamos afuera.

Memorias de una adolescente.♚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora