Capítulo 16 "Papa, patata."

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~N. Lucas.

—¿Cómo estás? —Un sonrisa irónica aparece en mi rostro.

—¿Cómo crees que estoy?—Los brazos de Blanca me rodean con cariño y toma asiento a mi lado. No tengo fuerzas para pararme, apenas y he comido desde el jueves.—Lo siento, se que tú estás igual.

—Ella estará bien, nuestra pequeña es fuerte.

—Vaya que lo es, pero si no fuera por estos idiotas…¿cómo se les ocurre aplicarle anestesia a alguien que ha sido drogado?—Paso mis brazos detrás de mi cabeza y me recargo de mas en el asiento.

—Ya se disculparon por eso, Lucas, debes entender que todos podemos cometer un error.

—¿Y si ese error hubiese causado algo grave? ¿Qué tal que la niña no despierta? Llevamos aquí tres días, joder.

—Tranquilo mi niño, ella está estable.

—No entiendo porqué aún no despierta.—Juego con mis manos, no sé qué hacer, quiero ir y golpear lo primero que se cruce en mi camino pero…¿y si ella despierta mientras yo estoy apañando a alguien? Esa posibilidad es lo único que me detiene.

—¿Recuerdas la sangre en su labio y nariz?—Asiento.—El doctor dice que es probable que la droga ingresara a su sistema sanguíneo a causa del golpe, lo que hace que el efecto dure más tiempo.

—Mas la anestesia.

—Sí, eso también colaboro.

—No la vuelvo a traer a un hospital público y no me importa lo que me digas mujer. De ahora en adelante las dos se atienden con mi médico particular, ¡eh dicho!

—Si eso te tranquiliza.—Se encoge de hombros y me pasa el vaso que sostiene entre sus manos. Le doy un sorbo al café, el liquido me quema la garganta, saco la lengua y empiezo a echarme aire.

—¿No había algo más caliente?—Sonríe pero no contesta.—La verdad es que no mucho, no estaré tranquilo hasta que la tengo en mis brazos y sepa con seguridad que ella está bien.

—Ese cariño es más de lo que sueles mostrar.

—Jamás le haría daño, lo sabes.

—Lo sé, y sé que le conseguirás un buen novio.

—Gracias por la indirecta Blanca.—Le da un ligero apretón a mi mano, sé que no soy lo mejor que le puede pasar a Sam pero lo intento.

—Sabes que te quiero Daniel pero eres un poco grande para mi niña ¿no crees?

—Puedes estar tranquila guapa, no intentaré nada.

—Lo sé.—Parece estar a punto de añadir algo más pero Felipe interrumpe en la conversación.

—Tranquilo ¿okay?

—Dímelo ya.—Aparece esa sonrisa socarrona, me levanto tan rápido que un ligero mareo me cruza la cabeza, la verdad es que apenas lo sentí, me dirijo a toda velocidad a la habitación y ahí está ella. Esos preciosos ojos centrando su atención en mi.—Hola chiquibaby, ¿a qué hora por el pan?

—Hola.—Esperaba que se riera o reaccionara divertida ante mi comentario, como hace normalmente, pero la seriedad en su voz enciende mi sentido arácnido.

—¿Cómo te sientes?—Tomo lugar en un costado de la cama y paso el reverso de mi palma por su mejilla.

—Rara.

—¿Cómo rara? ¿Quieres que le hable al doctor?

—¿Dónde está Jamie?

—¿Sam?

Memorias de una adolescente.♚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora