~N. Lucas.
La sala del hospital es casi de película, todo esta impecablemente limpio, cada uno de los doctores y enfermeras vestidos de blanco de la cabeza al talón, dan miedo. Después del mensaje de Blanca salí disparado al hospital, se supone que es una revisión de rutina, solo para mantener las cosas bajo control pero no puedo quedarme quieto, estoy nervioso y mis dedos no dejan de tamborilear sobre mi pierna.
—Buenos días, ¿tiene cita? —Levanto la vista y una mujer de unos treinta y pocos me sonríe, esta vestida de blanco por lo que deduzco es una enfermera.
—Vengo por una paciente, gracias.
—De acuerdo, si puedo ayudarlo en algo joven…—¿Acaso está coqueteándome señorita enfermera? Disimuladamente observo su mano izquierda en busca de un anillo, no hay ninguno pero la falta de color alrededor de su dedo indica que se lo quito recientemente.
—Fernández, Lucas Fernández.
—Muy bien, Lucas. Mi nombre es Maribel, si necesitas algo solo debes preguntar por mi ¿trato?
—Seguro. —Recibo su mano gustoso y me despido de ella cuando se aleja. Sam y Carlos me preocupan, si algo le llegase a suceder a Blanca no quiero ni imaginarme lo que sufrirían. Saco mi teléfono y paso las fotos una por una, no tengo nada que hacer, me acabe los niveles de Candy Crush; una en especial llama mi atención, Sam está sentada en un columpio con la mirada perdida en el horizonte, el sol se pone tras de ella y esos pequeños rayos de sol hacen que sus ojos se vean de un tono verde, tiene puestos sus audífonos dorados y una sonrisa vacilante en el rostro. Luce preciosa, mi pequeña si supieras que la causa de mis insomnios eres tú, seguro me regañaría por preocuparme por nimiedades y no dormir bien, siempre estas cuidándome.
Paso la foto y tres imágenes después está una de mis favoritas, en ella estamos Sam y yo, está sobre mi espalda y yo la sostengo de las piernas, creo que nunca he tenido una sonrisa más grande, ella esta besando mi mejilla y con su pequeña mano presiona mi rostro contra sus labios, tenía casi diez y fue la primera vez que me dijo te quiero.
—¿Lucas? —La voz de Blanca me saca de mis pensamientos justo cuando una lágrima estaba a punto de escapárseme, hace un mes que Sam no pasa tiempo conmigo porque no quiere molestar a Alondra, quiere darnos espacio, tiempo de calidad como pareja y yo lo único que quiero es tiempo con ella. Quiero escucharla reír, quiero besarla, abrazarla, consentirla, quiero que llegue corriendo de la escuela y se tumbe a mi lado en el sofá, que me haga comer palomitas con chocolate o nieve de uva, la quiero conmigo. Pero parece que ella está bien con Felipe. —Ven aquí, cariño.
—Hola doctor, buenos días.
—Buenos días, Lucas.
—¿Cómo te sientes? —Tomo el bolso de Blanca y lo coloco sobre mi hombro, la tomo de la mano y cuando está a mi lado, envuelvo mi brazo alrededor de su cintura para avanzar juntos hasta el estacionamiento.
—Bien, corazón. ¿Y la niña?
—En la escuela, Felipe la llevo. —Mi mirada baja inconscientemente, siento su mano tomar mi mentón y levantarlo.
—Ella te quiere.
—Lo sé.
—Entonces, ¿qué te preocupa? —Una risilla sale de mis labios y se curvan en una sonrisa irónica. —¿La quieres? —Mis ojos están fijos en su mirada.
—¿Tu qué crees?
—Creo que mi hija no pudo encontrar un mejor amigo. —Besa mi mejilla y pasa su pulgar sobre mi rostro, tengo la vista fija en el suelo.
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Memorias de una adolescente.♚
Ficção Adolescente¿Quieres saber de qué trata? Tendrás que descubrirlo por ti mismo. Estimado lector, está puede sonar como una historia cliché pero no te dejes engañar por el título, las cosas no son lo que parecen. La protagonista te invita a conocer a su mejor ami...