El planeta de la piruleta [30]

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No supo en que momento Demarco los había dejado solos, solo lo notó cuando por un descuido Trevor chocó contra el marco de la puerta.

— ¿Te lastimaste? —preguntó Isla entre agitada y preocupada.

—Soy fuerte —respondió él.

Ella sonrió maliciosa y al instante volvió a atacar los labios de Trevor con un beso desesperado y ansioso.

—¿Cuál es tu habitación? —preguntó ella apenas separando sus labios de él, al tiempo que metía las manos bajo la ropa del muchacho y le recorría el abdomen con los dedos.

—¿Que? ¿Así nada más? Pero...

Isla lo miró incrédula y amenazante, él cerró la boca.

—Si mal no recuerdo y estoy ciento por ciento segura que no lo estoy recordando mal, tú me pediste que fuera tu novia, esa era tu condición para tocarme y yo acepté... Así que ya somos novios y tú aún no me tocas.

—Si pero... Ya sabes quería hacerlo... Bien... Quería que fuera especial... Ya sabes... En condiciones normales... Ahora mismo ni siquiera sé si soy o no soy, si estoy vivo o muerto, talvez soy solo un recuerdo o un fantasma más de tu isla de fantasmas.

—Lo sé y lo entiendo pero —decía ella mientras agachaba la mirada— ¿Y si no volvemos a tener más oportunidades? El momento es ahora... De ti aprendí a no dejar nada para después, después puede ser demasiado tarde ¿No lo deseas?

Trevor la tomó en brazos y la levantó del suelo, enseguida ella enredó sus piernas al rededor de su cintura.

Él entró en la habitación más próxima  y cerró la puerta a su espalda.

La ventana estaba abierta y el aire salino entraba acompañado del sonido de las olas del mar rompiendo en la orilla, estaba fresco y lleno de luz.

Isla pensó que aquello era un gran contraste a su vida bañada de oscuridad.

Esa oscuridad en la que siempre se había sentido tan acogida que incluso la sentía tan parte de si misma.

Su casa Darknes, su habitación de cortinas oscuras que impedían que entrara el sol, su ropa gótica y su actitud que la hacía ver la vida en escala de grises.

Trevor la puso sobre la cama con mucho cuidado y sin despegar los ojos de ella, sonrió ampliamente y aquello fue como si más luz entrara de por todas partes.

Él era un ser de luz, casi sintió que estaba a punto de hacerle el amor a un ángel... Talvez vez incluso lo era, ya nada le sorprendería.

Entendió que eso era lo que pasaría, haría el amor con él.

Al principio sus intenciones y sus deseos habían sido tirarlo a la cama, arrancarle la ropa y montarlo salvajemente mientras su cuerpo se tensionaba y la cabeza le explotaba en medio de un endemoniado orgasmo.

Pero él estaba ahí sonriendo y acariciándole el rostro.

¿Aquello era en serio real?

La cama era demasiado suave y las sábanas demasiado blancas.

Y lo obvio... Trevor era demasiado perfecto.

Sintió angustia en el pecho, esta se exteriorizó como un sollozo.

—Shhh... Está bien —dijo él.

—En serio necesito que vuelvas conmigo... No puedes quedarte aquí.

—Lo intentaré, haré hasta lo más inhumanamente posible para volver contigo.

—No creo que eso me baste... Eres mejor que yo en todo y para todo, si haces una promesa sé que la cumplirás... Y yo... Ni siquiera puedo prometerte que dejaré de ser malvada todo el tiempo o que dejaré de poner los ojos en blanco cuando digas alguna babosada... Me perturba que seas tan bueno, es que es ridículo y además...

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