Volver al universo onírico era fácil.
Lo difícil sería cerrar la entrada, sabiendo lo que estaba dejando del otro lado.
Isla se sentó frente a la puerta, abrazó sus rodillas mientras sollozaba e intentaba encontrar las fuerzas necesarias para bloquear la entrada.
Nada debía salir de ahí.
Y tampoco nada podría volver a entrar.
Estibaliz estaba muerta y Trevor tendría que tomar el lugar del guardian de todos aquellos sueños que ya no tendría.
Recordó cuando él le dijo que prefería un atardecer en tierra firme mientras la tomaba de la mano.
Isla sonrió con tirsteza.
A veces la realidad superaba lo infinito que puede llegar a ser un sueño.
Sobre todo si ese que te toma la mano es la persona correcta y te hace soñar despierta.
Tomó iré y se puso de pie.
Era su lugar, lo dominaba muy bien...
Sería cuestión de segundos, eran sueños al fin y al cabo.
Solo tendría que desear que en lugar de la puerta hubiera un muro de concreto inquebrantable y la casa de las mil puertas quedaría sellada para siempre.
Pero es que no era lo que deseaba...
Quería sacar a Trevor y que Jermaine se quedará dentro...
¿Pero como?
Era demasiado riesgoso.
En el momento que había pensado que Kitty seguía en el sueño de Trevor, el pánico que había sentido no se parecía a nada.
No podía poner en riesgo a nadie más.
Pero...
Había algo que no estaba tomando en cuenta, algo se le estaba escapando...
De esa pieza que faltaba dependía que Trevor volviera o pasara la eternidad conteniendo a Jermaine.
-Eternamente -dijo ella en voz alta-, porque la capacidad de soñar es infinita... Entonces... ¡Entonces! ¡Ya lo tengo!
Se apresuró a entrar a la casa de las mil puertas y lo hizo casi corriendo.
Ya sabía cómo contener a Jermaine sin que nadie tuviera que sacrificarse en el camino.
Corrió por los pasillos que tantas veces había recorrido y que conocía tan tan bien, solo esperaba que no fuera demasiado tarde.
No tenía idea de lo que pudiera estar pasando en aquel momento entre Trevor y Jermaine, le aterraba pensar que había tardado demasiado en ver la solución.
A veces solo hace falta escuchar, a veces las respuestas están ahí dando vueltas en el pensamiento, esperando pacientemente a ser encontradas.
El bucle.
Trevor mismo le había dado la solución.
Talvez Jermaine tenía ciertas influencias proporcionadas por sus demoníacas amistades, pero en el universo onírico, él no tenía la potestad que tenía un viajante.
En el universo onírico el tiempo no tenía importancia, un minuto o la eternidad podían ser lo mismo y solo el viajante poseía la facultad de determinar las reglas del juego en medio de sueños.
Ya le daba igual si nunca podía volver a soñar, si nunca más podía volver a entrar a su universo onírico, ahora solo le importaba construir sueños con Trevor junto a ella.
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Isla de fantasmas
ParanormalA veces las personas llegan a tu vida de manera inesperada cuando algo te está haciendo falta... Algunas traen paz... Otras traen ese caos que te desorganiza y pone tu estabilidad patas arriba... Irónicamente a veces eso es justo lo que necesitas. ...