Miraba el techo.
Lloraba, era inevitable.
Demasiada frustración acumulándose en su interior con cada minuto que pasaba.
Le palpitaba la cabeza mientras sentía como la pesadez empezaba a agobiarla.
Cada intento fallido era revivir el momento en que supo que Jermaine había muerto.
Las lágrimas corrían por su rostro y las mejillas empezaban a quemarle, odiaba sentirse vulnerable, perdida, fuera de control de si misma.
Sollozaba e intentaba que el llanto no la ahogara, su pecho agitado subía y bajaba con violencia.
Se había convertido en el retrato viviente de la desesperación.
— Es que te extraño tanto amor — Susurró en voz baja.
Se llevó la mano al centro del pecho y cerró los ojos para concentrarse en su respiración.
— Tú puedes Isla, eres fuerte... Eres fuerte... Eres fuerte — Se decía a si misma.
Era difícil.
No podía sacar las tarjetas de Trevor de su mente.
¿Por qué él?
¿Por qué?
Empezaba a relajarse, ante ella apareció la ya conocida primera puerta... El mismo portal rodeado de flores y en medio la gran puerta de madera oscura.
Siempre estaba abierta.
Entró como siempre lo hacía, el piso estaba alfombrado... Igual que siempre, rojo sangre con bordes marrones y dorados entremezcaldose uno en el otro.
Sillones y butacas que parecían traídos del siglo pasado eran adornados por cojines redondos y cuadrados forrados con delicadas fundas de tejido crochet que terminaban en flecos o en borlas a combinación con las cortinas.
Esas siempre estaban cerradas, ella no sabía que había del otro lado de las ventanas y por alguna razón que desconocía, ella jamás intentaba averiguarlo.
Seguía por el primer pasillo antes de que aquel extraño lugar empezara a bifurcarce en desniveles y un sin fin de corredores, escaleras y pasillos que llevaban a más y más puertas.
Siempre estaba sola y sea lo que fuera ese lugar parecía ser infinito.
Giró a la izquierda... Se acercó a la puerta que encontró frente a ella y se reclinó pegando el oído a la puerta.
Escuchó el rugir del océano y estuvo segura de haber estado ahí dentro antes...
¿Cuando?
¿Que era eso? Había otro sonido que venía de... ¿Dónde?
El timbre, le dijo su conciente a su inconciente.
Abrió los ojos y escuchó el timbre de la casa con claridad.
ESTÁS LEYENDO
Isla de fantasmas
ParanormalA veces las personas llegan a tu vida de manera inesperada cuando algo te está haciendo falta... Algunas traen paz... Otras traen ese caos que te desorganiza y pone tu estabilidad patas arriba... Irónicamente a veces eso es justo lo que necesitas. ...