La audición [1]

170 12 13
                                    

A veces las personas llegan a tu vida de manera inesperada cuando algo te está haciendo falta... Algunas traen paz... Otras traen ese caos que te desorganiza y pone tu estabilidad patas arriba... Irónicamente a veces eso es justo lo que necesitas.

Entonces todo cae en su lugar como debe ser.

Claro que nunca nos damos cuenta de eso hasta que volteamos a ver nuestro pasado y entonces todo lo que nunca tuvo sentido ahora lo tiene.

—Muy bien... Ya estoy aquí ¿Estamos listos para las audiciones?

—¿Audiciones? Eso no te parece un poquito exagerado.

—Obvio no —Dijo Isla.

—Obvio —Dijo Demarco.

—Hermana... Te amo pero en serio ¿Vas a entrevistar a los postulantes vestida así?

—Obvio si.

—Obvio —Repitieron al unisono Demarco y Kitty.

—¿Donde está Brenda? Ella cargaba las hojas de vida de los postulantes.

—Debe estar afuera coqueteando con los postulantes —Dijo Kitty.

Demarco soltó una risita.

Kitty lo miró, quiso reír también pero temió a la ira de su hermana mayor.

Isla los amenazó a ambos con la mirada.

—¡Pero si yo ni me moví! —Reclamó Kitty.

En cuanto Isla salió de la habitación, Demarco estalló en una carcajada.

Isla caminaba a toda prisa por el corredor, si Brenda estaba molestando a los postulantes lo arruinaría todo.... Como siempre lo hacía.

Abrió la puerta de un sonoro porrazo.

Apareció ahí luciendo su vestido negro victoriano lleno de vuelos y encajes, sus botas negras de tacón de aguja y el corsé borgoña que completaba el atuendo.

Por supuesto también llevaba la larga peluca de cabello blanco platinado, el rostro muy pálido, los labios rojos y los lentes de contacto que volvían sus ojos totalmente negros completaban la siniestra apariencia.

El chico que esperaba por la entrevista de trabajo se cayó de la silla al verla.

Se arrastró hasta la pared más cercana al tiempo que palidecia y rogaba esperando no morir.

—Es evidente que tú no estás hecho para este trabajo —Dijo Isla siguiendo de largo.

El chico se puso de pie tembloroso y aún pálido, se llevó la mano al pecho sintiendo el latir de su desesperado y asustado corazón.

Intentó dar un paso pero le fue imposible, tenía que aceptar que esa loca mujer lo había asustado.

Talvez se había equivocado y ese trabajo no era para él... Sin embargo... Necesitaba encontrar empleo.

Obligó a sus piernas a cooperar y salió tras ella.

—¡BRENDA! —Gritó Isla.

Salió hasta el recibidor de la casa y finalmente encontró a Brenda.

—¡Hola hermana! —Dijo alegremente la chica.

Isla paseó su mirada por el recibidor, otros cuatro postulantes estaban ahí.

Uno de ellos le lanzó una mirada lasciva.

—Vete —Le dijo ella enseguida— No calificas para este trabajo.

Isla de fantasmas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora