Compartiendo sueños [15]

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— Trevor

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— Trevor... Hey Trevor... Despierta ya...

De a poco sintió que la vida le volvía al cuerpo, las extremidades le pesaban y le estaba costando moverse, pero sin duda estaba recuperando la conciencia.

¿Por qué está haciendo tanto frío? Fue lo primero que pensó.

Levantó un brazo y enseguida se llevó la mano a la cara, se frotó un ojo con el índice.

Levantarse del suelo se estaba volviendo un desafío, abrió los ojos pero la oscuridad lo cegó.

— Hey Trevor — Volvió a escuchar.

— ¿Ah?

— Eso es, lo haces bien... Déjame ayudarte.

Su vista iba acostumbrándose a la oscuridad mientras sentía que lo tomaban del brazo para ayudarlo a pararse.

— ¿Jermaine? — Preguntó Trevor dudando de si mismo.

— ¿A quien más esperabas?

Trevor resopló.

— ¡Genial! Me morí... Estoy muerto... ¿Estoy muerto?

— Claro que no, solo necesito hablar contigo.

— Déjame adivinar... Isla...

— Que listo.

— Lo intenté pero ella no escucha ni entiende nada, ya deberías saber cómo es.

— Lo sé, la conozco muy bien.

Trevor miró a su alrededor.

Estaba en la casa Darkness y al mismo tiempo no estaba... A lo menos no presente físicamente.

Todo estaba oscuro y cubierto por un velo de neblina que se trasladaba por todo el lugar haciendo que moverse fuera difícil.

Y las sombras, no podía olvidar a las sombras sin dueño que se proyectaban y se desplazaban por las paredes a su antojo.

— ¿Por qué está tan frío?

— La muerte es fría — Respondió Jermaine.

Trevor lo miró un momento como si aquello fuera lo más normal del mundo y simplemente se tratara de un favor que no quería hacer... O eso era lo que le gustaba pensar.

— Oye... Lo lamento enserio pero tienes que dejar de buscarme, no puedo andar perdiendo la conciencia por ahí todo el tiempo para venir a visitarte a este limbo.

— No puedes renunciar a Isla de fantasmas...

— Muy tarde, ya lo hice.

— Tienes que cuidarla... Yo ya no puedo hacerlo.

— Es grandecita y estoy seguro que sabe cuidarse sola.

— ¿A lo menos crees lo que estás diciendo?

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