Capítulo veintisiete.

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Harry estaba arrepentido, muy arrepentido y no lo iba a negar.

Había visto el dolor en sus ojos grises, y el dolor de Draco siempre le había dolido más que el suyo propio. Se había portado mal, si, no debería haberse acostado con él antes de contarle sobre la situación porque sentía que se había aprovechado de él, pero de verdad que no había sido su intención. Simplemente el tener a la persona que más había amado en el mundo, que más le había hecho sentir, le nubló totalmente la consciencia y se olvidó hasta de su apellido, había perdido totalmente el control y se había dejado llevar por sus sentimientos por completo. Y no solo le había hecho daño a Draco, si no que también había sido infiel con su novio, el cual le había ayudado bastante a recuperar la salud mental que había perdido con Draco y con todas las cosas extremadamente duras que había vivido a su lado. No quería perder a Seamus por nada en el mundo, por mucho que amase a Draco. Con él todo había sido amor, pasión y sufrimiento, pero con Seamus era cariño, complicidad y tranquilidad y Harry necesitaba lo último. No se arrepentía de haber rechazado a Draco, se arrepentía de haberse aprovechado de él aunque no hubiese querido y hubiese ocurrido por pura debilidad, porque Draco Malfoy era su debilidad.

Debía reconocer que se sentía mal cuando recordaba las palabras de Draco, le había dolido viniendo de él aunque comprendía su enfado. Draco había esperado a Harry, y Harry no lo había hecho, pese a saber que Draco no se había ido por gusto y pese a dónde y para qué se había marchado. Pensar en eso le hizo sentir una punzada en el pecho de remordimientos, sabiendo que había actuado muy mal y que con el orgullo que tenía nunca le perdonaría por mucho que Harry desease recuperar su amistad porque era una persona importante para el, pero por lo visto estaban destinados a ser enemigos, era la única relación posible entre Harry Potter y Draco Malfoy. Y tendría que aceptarlo de una vez y olvidarse de una vez del rubio, aunque fuese de su mente, porque de su corazón sabía que nunca sería posible. Draco iba a tener su corazón hasta el fin de sus días.

En ese momento caminaba de la mano con Seamus. Los fin de semana ninguno de los dos tenía que trabajar, así que aprovechaban para hacer cosas juntos, y en ese momento estaban paseando por el Londres muggle disfrutando de la belleza de la ciudad.

- Harry, últimamente estas muy serio, ¿te ocurre algo?- Le preguntó Seamus de repente. Harry que estaba pensativo mirando al suelo, levanto la mirada y le sonrió.

- Que va.- Le respondió tranquilizadoramente tratando de disimular que estaba mintiendo.- Solo estoy algo cansado.

- Ah bueno, pues esta noche a dormir temprano, ¿quieres que volvamos a casa?

- No, no. No te preocupes, necesito un poco de distracción del trabajo.- Volvió a mentir y Seamus asintió complacido.

Harry no pudo evitar pensar que Draco hubiese sabido que estaba mintiendo, porque Draco le conocía mejor que nadie.

Se recriminó a sí mismo por dirigir su mente hacia el rubio.

Pero un segundo después divisó una serpiente de peluche gigante en un puesto y volvió a pensar en él, escapando una sonrisa de su rostro sin poder evitarlo.

Y se volvió a regañar.

- Harry...

- ¿Mmh?

- No sé como decirte esto ni como te lo vas a tomar.

- ¿Qué ocurre?- Harry se sintió más interesado en la conversación.

- Malfoy ha vuelto.- Dijo sin rodeos.

- Ah bueno, ya sabía.

Harry comenzó a sentirse muy nervioso y notó como le sudaban las manos, sintiendo la necesidad de quitarse los guantes. Harry se extrañó de que Seamus no supiera que lo sabía, puesto que Ron había sido testigo de como Draco había ido a visitarlo. Pero rápidamente pensó que su mejor amigo le había cubierto, porque igual a su novio no le sentaba demasiado bien que su ex hubiese ido a visitarlo a solas a la oficina, y eso sin saber lo que había ocurrido dentro. Aún así decidió ser sincero, obviamente omitiendo algunos detalles.

Bring me to life. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora