Capítulo cuatro.

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Harry besaba a Ginny con necesidad, quizás como nunca la había besado. Con necesidad de borrar de su memoria lo que había ocurrido con Malfoy en la enfermería. No tenía una buena explicación hacia eso y el por qué se había quedado tanto rato pegado a él, solo sabía que le había dejado una sensación de necesidad de besar a su novia, y quizás si surgía, algo más. Tenía ganas de tocar a Ginny como nunca antes, de hacerlo con ella hasta olvidarse de su nombre.

- Vámonos a la sala de los menesteres.- Le susurró contra sus labios, a lo que Ginny respondió intensificando el beso.

Harry se separó para mirar a su novia, era preciosa, pensó. Nunca iba a querer a nadie como quería a Ginny Weasley. Era la persona más guapa que conocía. Aunque ante ese pensamiento apareció el rostro del rubio, Harry lo desechó ignorándolo totalmente.

- ¿Estas seguro?- Le preguntó Ginny cuando ambos se levantaron.- No es mi primera vez, pero sé que es la tuya...

- Nunca he estado más seguro de algo.- Respondió con aire decidido.

Sujetó a su novia de la mano y ambos se encaminaron a la sala de los menesteres. Iban conversando alegremente cuando se encontraron con una figura solitaria apoyada contra la pared, Harry le reconoció como Draco Malfoy, miraba hacia abajo y su cabello rubio despeinado caía por su frente. Harry supuso que se encontraba en ese pasillo solitario y algo oscuro para evitar a la gente que no le dejaba en paz, sintió lástima por él. Sujetó la mano de su novia más fuerte mientras se iban acercando, Ginny le estaba diciendo algo pero él no la estaba escuchando. Se sintió mal cuando pensó que debía estar haciéndole compañía al rubio en lugar de ir a divertirse con su novia, ¿no era que tenía que tenerlo vigilado?

Antes de acercarse más a él, Malfoy giró la cabeza encontrándose con la pareja, Harry le miró fijamente esperando encontrar contacto visual con él pero antes de que pudieran hacer nada o acercarse más, Malfoy salió corriendo chocando el hombro contra el de Harry, que se paró algo descolocado viendo al rubio alejarse. Le había visto los ojos, había estado llorando. Harry se giró viendo a Malfoy alejarse a grandes zancadas, soltó la mano de su novia instintivamente.

- ¿Ese era Malfoy?- Preguntó ella algo perpleja. Harry asintió con la cabeza como respuesta.

- Ginny creo que... digo... que bueno... que si... solo si....- Harry no sabía como decírselo.

- Que lo dejemos para otro día y que quieres seguirle, ¿verdad?- Harry se giró a mirarla a los ojos, algo perplejo porque le conociese tan bien.- Tu instinto de querer ayudar a todo el mundo nunca va a irse.- Lejos de estar enfadada, Ginny le sonreía con dulzura y con comprensión.- Corre, ve.

Harry le sonrió como respuesta y la besó en los labios.

- Gracias, te amo.

- Y yo.

Y dicho esto corrió en busca de Malfoy, no sabía a donde podía haber ido pero no podía haber llegado demasiado lejos, a penas habían sido unos segundos de conversación con su novia, y en Hogwarts no podías aparecerte. Bien se lo había dejado claro Hermione todos aquellos años. Después de girar una esquina vio un pasillo largo pero totalmente vacío, ni siquiera se escuchaban pasos. Harry temía que Malfoy se le hubiese escapado y cometiera una locura, se le veía el rostro descompuesto cuando lo había visto. De repente giró la cabeza encontrándose con la puerta del baño y una bombilla se iluminó en su cerebro. Abrió la puerta lentamente, escuchando un llanto desolado y desesperado, Harry se mordió el labio angustiado aunque al mismo tiempo aliviado por haberle encontrado.

- No llores por favor.- Escuchó la voz de Myrtle la llorona.- Siempre estas muy triste y me pongo triste yo.

Harry cerró la puerta haciendo el menor ruido posible.

Bring me to life. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora