Dekatéssera

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21 de Febrero, 3064. República de Euonia, bahía de la tribu Yaman.

El día en que comenzaba el inicio del fin había llegado. El ejército se había dividido en dos grupos, el primero liderado por Argus y el segundo liderado por Ara y Mirana. Los soldados del primer grupo empacaban sus cosas y el armamento para dirigirse a la tribu Okidou donde los soldados de Kalon no se habían movido todavía, se moverían en tren y tenían que ir lo más ligeros posibles, para después de la emboscada dirigirse al distrito seis por barco.

A su vez, el segundo grupo se preparaba para subir todo al barco en el que partirían hasta el distrito cuatro. Mirana seguía organizando todo el armamento y mientras tanto, Argus y Ara permanecían sentados en una esquina del campamento militar esperando zarpar a sus distintos destinos.

—. Vas a desgastar esa foto de tanto mirarla.—dijo Argus observando la vieja fotografía en manos de Ara. Ella sonrió y miró a Argus con una ceja enarcada sin guardar la foto.

—. No quiero olvidarme de su rostro jamás.—murmuró Ara devolviendo su mirada a la fotografía de Zeth en sus manos.

—. ¿Él es Zeth?—preguntó el joven señalando al pequeño en la foto—. Tiene tres marcas debajo de su ojo. ¿Era un buen observador?

—Ara bufó con gracia—. Jamás supe lo que esas marcas significaban. Para mí siempre habían sido rituales aburridos de la tribu.—mencionó ella encogiéndose de hombros y guardando la fotografía reemplazándola por otra, un poco más reciente y menos arrugada que la vieja foto de su hermano.

—. Las tribus del oeste ya abandonaron muchas tradiciones.—dijo Argos inflando sus mejillas—. Pero nosotros seguimos haciéndolas.—iba a seguir hablando, hasta que se fijó en la fotografía que Ara observaba ahora. En ella había un muchacho que no parecía tener mucho más de lo que ellos tenían en edad, su cabello liso y negro caía sobre sus largas pestañas y sus ojos tenían una forma alargada hacia los lados, sin marcas en su rostro perfectamente cincelado.—. ¿Quien es él?

—. Kim Taehyung.—respondió Ara con un suspiro y miró a su compañero a los ojos—. Él me está esperando en Kalon.

Argus asintió atento y tomó la fotografía entre sus manos para observarlo bien. Ladeó su cabeza y se dio cuenta entonces de quien era aquel muchacho, lo habían topado algunas veces en medio del campo de batalla, pero nunca se percató realmente de él, parecía como si quisiera perder a propósito, y ahora entendía por qué.

—. Argus...escúchame con cuidado.—murmuró Ara observando su rostro lleno de marcas blancas que sobresalían de su piel cálida—. Taehyung es una parte clave de este plan...si él muere, perdemos la guerra.

—. Entiendo...

—. Tienes que hacer algo muy importante por mi, ¿sí?—Ara tomó el rostro de Argus entre sus manos y le hizo mirarla a los ojos desviando su vista de la fotografía—. Nada le puede pasar a Taehyung, ¿de acuerdo?—él asintió con la cabeza—. Pase lo que pase en ese lugar, Kim Taehyung es la prioridad...no puede morir.

—. No me pidas eso, Ara...—suplicó Argus sintiendo cómo una lágrima descendía por su mejilla.

—. Él debe estar a salvo, Argus. Sino, hemos perdido todo. ¿Prometes ponerlo a salvo en cuanto lleguemos a Kalon?

Argus terminó aceptando entre lágrimas lo que Ara le estaba pidiendo, que sin importar lo difícil que fuese, sin importar que ella muriera, Taehyung debía permanecer a salvo o todo por lo que habían luchado no tendría forma de ser.

—. Toma.—indicó Ara entregándole a Argus un pequeño radio—. Con esto, podemos comunicarnos en cuanto lleguemos a los distritos para organizar el simulacro de incendio.—señaló la muchacha acomodando la frecuencia exacta—. Debes estar pendiente a él, ¿sí?

Fire Drill; K.thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora