Énas

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3 de Febrero 3060, Océano Pacífico.

Cruzando el puerto de La Perla, un barco monstruoso, construido con diez mil pedazos de acero oxidado, unido con más de cien mil tuercas y tornillos de metal, se dirige hacia la bahía que conecta el océano con La República de Euonia. El barco, apodado El Prodigio, transporta quinientos pasajeros, en quinientas camas, con quinientos soldados provenientes del Estado de Kalon para vigilar y proteger a los migrantes que el día de hoy abandonan el distrito seis de Kalon y regresan a su lugar de origen.

Entre esos cuatrocientos noventa y nueve pares de zapatos cafés, destacan un par de color canela, más claro que el de los demás y más limpios que los demás. El par número quinientos, perteneciente a la cama quinientos de Ara Stavrou, una chiquilla de tez morena como la canela, el cabello color ébano, ojos verdes y cinco puntos blancos debajo de su ojo derecho.

Qué sorpresa tuvo el capitán del barco El Prodigio cuando se enteró que el soldado número quinientos, encargado de supervisar a Ara, se había hartado de su compañía y estaba pidiendo un relevo o un intercambio con alguno de sus compañeros.

¿Quien iba a ser el valiente que se atreviera a supervisar a la señorita Ara hasta que el barco arribara a la bahía de Euonia?

Ese era Kim Taehyung. El soldado número trescientos cincuenta y nueve, que ante la queja del soldado número quinientos, habían intercambiado lugares. Y ahora, el joven Kim tenía que hacerse cargo de los desastres que Ara pudiera ocasionar. ¿Pero qué tipo de travesuras podía hacer Ara? Era tan sólo una adolescente, no podía sobrepasar los veinte años de edad y tampoco podía ser más complicada de tratar que un niño de seis años. Y para la experiencia de Kim Taehyung, no había mujer difícil de tratar.

Y no lo era realmente.

Ara no se vio interesada en mantener una conversación con el soldado Kim Taehyung hasta que llegó la noche y la muchacha no podía conciliar el sueño. Era simplemente imposible para ella poder cerrar los ojos como si el barco no pudiera hundirse en cualquier momento. Así que aterrada y llena de insomnio, se acercó al pequeño espacio que tenía Kim Taehyung para dormir y se acuclilló para observarle profundamente dormido.

—. ¿Cómo puedes dormir igual que un bebé, Kim Taehyung?—se preguntó a sí misma la muchacha mientras observaba el fino y agraciado rostro del soldado acostado frente a ella. Tenía un aspecto sumamente frágil para ser un soldado. No tenía un rostro rudo ni un físico trabajado para ser de gran ayuda ante el ejercito, y a los ojos de Ara, un ejército no era necesario cuando sólo hay dos territorios en el mundo restantes.

Esa noche, Ara se dedicó a observar atentamente a Taehyung. Se dedicó a grabarse su rostro en su memoria. Siempre había sido muy difícil pertenecer, razón por la cual pensó que su lugar podría estar en Kalon y no en Euonia, pero resultó no ser verdad. Ara detestaba la forma de pensar de la población del Estado de Kalon, que se dejaban gobernar por la gente privilegiada y hacer como si no existiera la corrupción en su nación. Prefería las leyes pacifistas de Euonia, aunque fuera una completa decepción para su tribu.

Era muy común que las personas que tenían que convivir de alguna manera con Ara terminaran huyéndole debido a su mala costumbre de preguntar muchas cosas, de responder sarcásticamente y a veces decir cosas de mal gusto. Otros simplemente se alejaban porque odiaban que Ara supiera mucho más que ellos del pasado. A la tribu Kinu, de la cual provenía Ara, no le importaba lo que había pasado hace siglos, pero Ara sí. Porque ella sabía que para conocer su situación actual tenía que entender el pasado.

Pero Kim Taehyung no había tenido miedo de convivir con ella. No había huido despavorido al escuchar que su compañero no soportaba a la muchacha un minuto más. Y por eso, no quería olvidar el rostro de aquel soldado, que no tenía el mínimo aspecto de uno, pero sí el corazón y la valentía necesaria para ser uno. Y para quedarse con ella, claro.

Fire Drill; K.thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora