Eptá

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28 de Septiembre, 3063. Estado de Kalon, Distrito ocho.

"Ara
Mi querida, Ara.

Estaba distraído, caminando entre la gente en la central, no pude sentir el temblor aunque estuviese cerca del distrito siete. Pero tan pronto escuché las noticias en la señal de radio y supe que el terremoto había azotado Euonia, no podía dejar de pensar qué estabas haciendo tú.

No dejabas de dar vueltas en mi cabeza, el si estabas bien, si estabas viva siquiera.

Ha pasado más de un año, y he aprendido a cómo dejarte ir y dejar a nuestra comunicación morir. Se, como tú, que probablemente no fuimos hechos el uno para el otro y eso está bien.

Pero te prometo, Ara, que si el mundo se estuviera acabando, no habría ninguna fuerza en este mismo que me impida ir contigo. Iría y me quedaría contigo en la noche, te amaría como no tuvimos la oportunidad y nuestros miedos no importarían.

Podrás estar un océano de distancia, pero yo te seguiré amando de la misma forma en la que lo hice cuando nos conocimos.

Atte. Kim Taehyung."




El soldado dejó el sobre dentro del buzón de correos y siguió caminando hasta el hospital. Cincuenta escaleras arriba, en el tercer piso del edificio de la clínica, dentro de una habitación color rosa pálido, todo ese camino para llegar al punto más escondido del ahora casi podrido corazón de Kim Taehyung.

—. Ya estoy aquí, amare.

Taehyung tomó su mano delicadamente entre las suyas y besó el dorso de esta con cuidado, dejándola de nuevo sobre su regazo encima de la camilla de hospital.

—. Eres muy desconsiderado dejándome aquí sola.—reclamó la mujer mirando al soldado con una media sonrisa.

—. Oriana, amor mío. Te he traído un pequeño obsequio.—contestó ante sus quejas el muchacho sacando del bolsillo de su modestamente inmenso abrigo una pequeña caja de cartón y se la entregó a la muchacha.

Dentro de aquella caja, yacía una cadena de oro con un brillo intensamente hermoso, en la parte donde la gravedad sigue su curso dejaba lucir un colgante del mismo metal precioso en forma de un corazón. El pecho de Oriana se le hizo cálido y su corazón palpitó con emoción al momento de observar la cadena en sus ahora pálidas y huesudas manos.

—. Es hermosa.—susurró queda—. Seguro lo haces sólo porque papá vendrá hoy a verme.—volvió a quejarse y a especular.

—. ¿Por qué no le podría regalar algo así de lindo a mi esposa?—repuso Taehyung regalándole su sonrisa cuadrada a la muchacha y tomó su mano conectada al catéter del hospital. Colocó su palma contra su mejilla y volvió a sonreír.

—. ¡Mi yerno, Kim Taehyung!

Cuando el castaño se dio la vuelta para observarle, el Marqués Ítalo ya estaba dentro de la habitación de su hija, enfundado en un traje rojo de seda y un abrigo igual de inmenso que el que portaba Taehyung. Sus manos estaban enfundadas en anillos con diamantes y demás cadenas de oro puro.

—. Su excelencia, qué situación más vergonzosa.—dijo Taehyuung haciendo una reverencia ante el hombre que gobernaba su nación.

—. Nada de eso, Taehyung. Mi hija es tu esposa y me gusta verla feliz.—entonces, los ojos del hombre cayeron sobre el colgante de su hija, en su pecho decadente lo podía ver brillar.—. Qué linda pieza.—comentó señalando el colgante de la muchacha.

—. Gracias, señor.

—. Los dejaré solos. Estaré abajo.

Indicó el marqués abandonando la habitación de su hija. Taehyung se dio la media vuelta tan sólo para rodar los ojos con desprecio ante la pomposidad y chulería del marqués, no esperaba que llegase sin una entrada triunfal como si fuese un rey. Y por otra parte, también tenía que calmar el ritmo de su corazón, pues cualquier error que cometiera con él, podría acabarlo.

—. ¿Todo está bien, Tae?—preguntó Oriana con su débil voz.

—. Sí, amare. Todo está bien. No gastes fuerzas.—dijo acercándose a ella y tomando de nuevo su mano entre las suyas.

La realidad de Taehyung radicaba en el diagnóstico que le dieron a Oriana una semana después de su noche de bodas hace casi dos años y medio. Una enfermedad que había arrastrado la propia madre de Kim y que a su vez se la había llevado al otro lado. Pero no fue el único diagnóstico que le dieron a su mujer, no era solamente la leucemia que poco a poco se convirtió en un cáncer avanzado y maligno, sino que sobre este vinieron enfermedades como el cólera al sistema inmunológico de Oriana. Cosas que la habían mantenido en cama en un hospital por demasiado tiempo.

Y la culpa de la leucemia de Oriana claramente no la tenía Kim Taehyung, ¿pero de qué era culpable entonces?

De no haberla tratado a tiempo. De no pagar sus tratamientos y mentirle. Es culpable de haberle intoxicado con agua contaminada. Era el criminal detrás de las quimioterapias que no servían para nada en Oriana y el veneno inyectado en su intravenosa por el catéter insertado en su muñeca.

Kim Taehyung era culpable de un matrimonio por conveniencia, por haberle mentido y engañado a su esposa para ganarse a su padre, el marqués; y sobretodo, por matarle justo bajo su presencia.

Taehyung no sabía si lo estaba haciendo bien, pero no se arrepintió cuando cambió el suero de Oriana por una sustancia tóxica que la dejaría dormida eternamente, sin sentir dolor alguno, sin saber que él le había matado y sin sospechar que sería su última noche juntos.

Observó con impaciencia el último aliento y suspiro de Oriana. Antes de que su cuerpo perdiera su movilidad y su alma abandonara su organismo. Sin ningún tipo de culpa ni atisbo de tristeza la observó dejar el mundo que habitaba y corrió escaleras abajo en el hospital fingiendo las lágrimas.

—. ¡Señor Ítalo! ¡Es Oriana! ¡No despierta!—sollozó falsamente el soldado acercándose dramáticamente a su suegro buscando ayuda.

Para el momento en que las enfermeras, el marqués y más personal del hospital arribaron a la habitación de Oriana, Taehyung ya había intercambiado su suero de nuevo y se había deshecho del veneno que le dio. Sólo miró callado a su esposa muerta en manos de su padre y madre, quienes lloraban inconsolables por la pérdida, sin saber que su yerno era el culpable de todo.

El marqués y su esposa desalojaron la habitación de la difunta Oriana, dejando al ahora viudo Kim Taehyung a su lado antes de que las enfermeras se llevaran el cuerpo de la mujer.

—. Lo siento mucho, Oriana. Pero necesitamos una revolución entera para evitar que tu padre destruya lo que queda del mundo en el que vivimos.—susurró el soldado pasando un mechón de cabello de la mujer detrás de su oreja—. Y ni tú ni nadie me van a quitar la oportunidad de ver de nuevo a mi Ara.





"Pd: dile a toda la gente de tu tribu que se resguarde. Ara, no salgas de ese búnker por nada del mundo. Te lo ruego.

Cuida a tus hermanos y a los que puedas. Te prometo que haré de este mundo un lugar mejor para los dos.

Te quiero."

Fire Drill; K.thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora