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—Woow, te ves increíble—dijo Agust entrando a la habitación.

Taehyung se miró al espejo, llevaba un traje ceñido color gris Oxford, su cabello peinado hacia atrás, eso enmarcaba sus facciones perfectas, sonrió a medias mirando a Agust, quien había optado por un traje caqui sobre una camisa blanca floreada, su cabello rubio rizado estaba bien acomodado, le daba una imagen más angelical, se acercó a él y pellizco ligeramente su mejilla.

—¿Cómo dices eso cuando te ves así? Ese color te queda muy bien.

—Basta—bufó, antes de volverse más serio—. Tae, ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?

—Sí, estoy completamente seguro cariño, no puedo dar marcha atrás, pero, sólo mantente alejado de mí, no quiero que te involucres de alguna manera ¿Entendido?

—Bien—suspiró aunque desvió la mirada, estaba por preguntarle la razón, pero Yoongi entro.

Su cabello negruzco y largo estaba más lacio, llevaba un traje negro por completo, este les miró con seriedad.

—Tenemos que irnos. Ya es hora.

Habían llegado a Calabria muy temprano en el jet, a una casa veraniega muy bonita y cómoda, el clima era espectacular, Taehyung realmente creyó que en otras circunstancias podría haberlo disfrutado mucho de no ser por su actual misión.

—Vamos—dijo Tae, sin despegar la mirada de Yoongi, este no había dicho nada sobre su trato, esperaba que no tuviera la intensión de echarse para atrás, porque actualmente era la única esperanza que le quedaba, de no tener su ayuda, realmente no sabía cómo conseguiría un arma en un lugar plagado de mafiosos.

Subieron al auto negro, Agust iba concentrado en su teléfono, tecleaba con rapidez, a veces sonreía, otras hacia una mueca indeciso, no quiso preguntar, porque lo más probable es que se tratara de una plática con Hoseok. Se pregunto ¿Cómo era llevar una vida normal? Tenía veintidós años, pero jamás se sintió como alguien de su edad, tuvo que crecer demasiado rápido, bajo las expectativas de su abuelo y después de su esposo, ahora su libertad no podía llamarse de esa forma, estaba luchando por volver a ver a sus cachorros, no dudaba que en el tiempo que estuvo ahí, conviviendo con personas de su edad, fue bastante divertido, jugar con las emociones y los deseos de los demás, le agradaba esa nueva versión que había conocido de sí mismo, y le llenaba de melancolía saber que todo estaba por terminarse.

Su pulso se disparó al ver a lo lejos la enorme residencia. Estaba ahí, en la casa de los Piromalli, por mucho tiempo lo vio tan lejano, pero, terminó lograndolo, a su lado Agust tomó su mano y la apretó, llamando su atención, Tae lo miró y le sonrió.

—¿Y si hay otra manera? —susurró.

—¿Qué pasa bebé?

—Tengo miedo de que algo te pase, hay demasiadas personas.

Aunque era obvio que Agust no sabía lo que estaba por hacer, no era tonto y se imaginaba lo peor, Taehyung suspiró pesadamente antes de asentir.

—Estaré bien, por lo menos ahora sé que alguien lloraría mi muerte.

—No digas esas estupideces—bufó con el ceño frunzo—. Sólo....quería asegurarme de que sabes lo que haces.

Caro, he tenido dos años para pensarlo, no hay otra opción, lamento que tengas que presenciar esto, pero, es lo que soy Agust, sólo me alegra saber que llegue a tu corazón. ¿Dejarías a todos para huir junto a mí? —le miró de forma sugerente.

—Sí—dijo con decisión, lo que hizo que dejara de sonreír y solamente lo observara con el mayor agradecimiento.

Las puertas se abrieron antes de que siquiera pudiera decir algo más, los tres bajaron, admirando la grandeza de aquella celebración.

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