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La camioneta se estacionó después de estar una media hora en el camino, aún seguía sobre el regazo de JungKook, quien lo tomaba con posesividad de la cintura, acercándolo a su cuerpo, se besaban, sin hablar, aumentando el calor entre los dos, el deseo estaba ahí, Taehyung se sentía cómodo, pero, debía centrarse, y tener el control de la situación.

—Llegamos señor—dijo el hombre que estaba al volante.

Taehyung rio, ¿Cuánto habrá escuchado? Se encogió de hombros, no era como si tuviera pudor o vergüenza, al contrario, le gustaba ser observado, un fetiche extraño que había adquirido de las reuniones privadas con su mafia. JungKook espero a que le abrieran la puerta, bajo sin soltar su cuerpo, lo sostuvo cerca, como si tuviera ansiedad de alejarlo. Esa posesividad le gustaba, tal vez demasiado.

Estaban frente a una casa grande y elegante, moderna, en medio de la nada, elevó una ceja, JungKook no se detuvo a explicarle o siquiera mirarlo, entró ansioso a la casa, pasaron un gran recibidor, había algunas personas ahí, vestidas de negro y con armas largas, parecían ser su escolta, se fijan en cuántos eran antes de que JungKook lo guiará arriba.

—¿Qué es aquí?

—Mi casa de descanso, paso aquí todos los fines de semana, cuando quiero alejarme de las personas.

Taehyung elevó una ceja, llegaron a la parte de arriba, después de pasar por un pequeño pasillo, que daba paso a un enorme recibidor, había un televisor gigante, algunos muebles negros con pequeñas cosas sobre ellos, casi vacíos, una sala de cuero blanco, en la pared frente a él, ventanales qué dejaban ver un balcón de piedra, un comedor de vidrio de cuatro plazas y una cama King de sábanas negras, dos puertas de madera oscura.

—Vaya—susurró—. ¿Es aquí a dónde traes a tus amantes? ¿O a tu prometido?

JungKook se volvió, quitándose la chaqueta que dejó en el sillón, los primeros botones de su camisa negra estaban abiertos, le sonrió ladino.

—Nadie viene aquí—dijo con seriedad.

—¿Pretendes que piense que soy especial? —rio por lo bajo—. No soy ingenuo.

—No pretendo que pienses nada, no tengo por qué mentirte.

—¿Qué hacemos aquí?

—Tú lo acabas de decir, no eres ingenuo.

Taehyung rio por lo bajo. —Bueno, eso es interesante.

—Pero antes—dijo acercandose, sin esperar ni un segundo, lo tomó en brazos llevándolo a su hombro, Taehyung estaba tan sorprendido que no reaccionó al momento.

JungKook lo llevó a una de las puertas, al entrar se dió cuenta que se trataba de un espacioso baño, con una gran tina blanca, lo dejo en el suelo, y se encaminó a abrir una de las llaves de la tina.

—¿Qué estás haciendo?

—¿Crees que voy a tocarte después de que alguien más lo hizo? No, antes un baño.

—Estás de joda—dijo soltando una carcajada.

JungKook no estaba bromeando, podía verlo en sus ojos, unos tan oscuros que podían hacerse pasar por negros, le miró fijamente, antes de acercarse y llevar sus manos a su camisa, la desabotonó, lentamente, dejando su pecho y estómago descubiertos, la sacó por sus hombros evitando tocar su piel, está cayó al suelo, JungKook miró de cerca su piel, el gran tatuaje de dragón que estaba en su espalda, elevó una ceja, tenía una piel preciosa, acanelada, era delgado, de vientre plano, sin marcas, llevó sus manos a su pantalón y lo desabrochó, se agachó, bajandolo lentamente por sus piernas, Taehyung vio con suficiencia como se detenía a observar sus bragas pequeñas, que se pegaban a su cuerpo, chasqueo la lengua casi saboreando el momento y también las fue bajando, lentamente, estaba semi duro, debido al deleite de aquel segundo, Taehyung quedó desnudo frente a él, sin pizca de pena, sin esconder su cuerpo, JungKook casi quiso tocarlo, pero, se abstuvo, le sonrió alejándose.

The Circus Of Darkness Donde viven las historias. Descúbrelo ahora