Capítulo 18

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Olivia

Son las once y he quedado con Wyatt a las once y media asique voy al baño y me hago los últimos retoques, me pongo cacao ya que nunca me ha gustado mucho ponerme pintalabios, solo me lo pongo en ocasiones muy especiales, saco el rímel de mi cajón y cuando empiezo a aplicarmelo Gael aparece de la nada en el umbral de la puerta, se apoya en el marco de la puerta y yo sigo aplicandome el rímel sin desviar la mirada hacia él.

—Que pasa que no tienes nada mejor que hacer que incordiarme o que.— Le digo porque me está empezando a poner de los nervios, él se ríe.
—La verdad es que no. Cuando acabes ven a mi habitación un segundo.— Se va antes de que pueda preguntarle para qué. Que querrá ahora, por suerte estoy vestida y me sobra tiempo lo único que me queda es hacerme la raya.

Regreso a mi cuarto y cojo las llaves, el móvil y la cartera por si acaso y lo meto todo en mi mini bolso, el cual dejo encima de la cama. Voy a la habitación de al lado, la de Gael, cuando entro lo encuentro rebuscando en su escritorio.

—¿Y bien?— Le digo.

Se da la vuelta a la vez que se esconde algo en la espalda y le miro confusa a la vez que intrigada por saber que puede ser lo que esconda.

—Bueno, antes de venir aquí, ya que mi madre me dijo que tendría una hermanastra, me apeteció comprarte algo por navidad.— Eso no me lo esperaba, yo no le he comprado nada.

—Un día estaba con mi mejor amigo en una tienda y lo vi y pensé en regalartelo.— Me dice mientras se saca el regalo que llevaba escondido tras la espalda y estirando los dos brazos me lo da.

Sorprendida lo cogo. Estoy intrigada por saber que me ha podido comprar, cuando lo abro me encuentro con una pequeña caja azul oscuro, retiro la tapa y me topo con unos preciosos pendientes con forma de nota musical que a la vez forman un corazón rosa cada uno. Me encanta.

—Mi madre me dijo que te encantaba la música y lo he podido comprobar está mañana cuando cantabas.— Me sonríe. Que tierno, me quedo mirandolo por un momento y le digo.
—Jo. Muchas gracias Gael es un detallazo.— Le doy un abrazo.

Cuando nos separamos nuestros rostros se miran a pocos centímetros de distancia, me pongo nerviosa y me alejo rápidamente, no entiendo porque siempre nos pasa lo mismo.

—Bueno voy a seguir desempaquetando sino no acabaré nunca.— Me dice riendo. Asiento con la cabeza y me voy al salón.

—Papá, Rayna me voy ya Wyatt debe estar al caer.— Digo cuando de repente me suena el móvil, lo miro y es Wyatt informandome de que ya ha llegado. —Y hablando del rey de Roma. Me voy.— Me río y me dirijo a la puerta mientras Rayna y mi padre casi al unisono me dicen que tenga cuidado y asiento mientras salgo por la puerta.

Cuando salgo por la puerta veo a Wyatt esperandome apoyado en una de las farolas de enfrente de mi edificio, que mono, me observa de arriba a abajo y me sonríe, voy hacia él y nos besamos, seguidamente comenzamos el camino hasta la joyería.

—Mañana mi padre, Rayna, Gael y yo vamos a ir a comer a un restaurante por si te quieres
venir, tu madre también está invitada por supuesto.— Le digo a Wyatt.
—Ah. Perfecto aunque no se si mi madre podrá ir.— Me informa.
—Tranquilo.— Le digo.

Vamos cogidos de la mano cuando ya estamos cerca de la joyería y le digo.

—En realidad. Wyatt. Me haría más ilusión si descambiases el colgante por dinero y me podrías regalar una cena o comida los dos juntos o no se una sudadera.— Le explico.
—¿Perdona como dices?— Me dice con el ceño fruncido.
—Es que los colgantes no me gustan mucho, no me hacen especial ilusión y había pensado...— Le digo nerviosa.
—No no ni de coña. Eso no es un regalo Olivia, además para tu cumpleaños ya te regalamos una puta sudadera y esto es un regalo bonito y especial seguro que alguno te gusta. Venga vamos.— Me dice y nerviosa ante su reacción entro.

Wyatt le explica a una de las dependientas que quiere cambiar el colgante por otro.

—Venga escoje otro el que tu quieras.— Me dice sonriendome.
—Wyatt pero es que...— Le digo.
—Olivia escoje un puto colgante y ya está vale. Jodeer.— Me dice antes de que pueda terminar la frase.

Miro todos los colgantes de la tienda y ninguno me gusta pero escojo uno cualquiera para poder irnos, al fin y al cabo si le hace tanta ilusión a él comprarme un colgante pues no me importa.

Salimos de la tienda el me coge de la mano y me dice.

—Ves como al final te ha gustado uno, te lo he dicho no puedes decir que no a un colgante si ni lo has visto. Ahora si que tienes un buen regalo. El mejor.— Sonríe.

Durante el camino hacia mi casa hablamos de la comida de mañana de la cual me arrepiento un poco de haberle invitado, pero seguramente mañana estaré loca de contenta de que venga.

Llego a casa entro en mi habitación y tiro la caja del collar en el escritorio, en ese momento Gael entra en mi habitación.

—Ostia. ¿Que te ha hecho esa caja?— Se ríe y entra a la habitación mientras me quito la chaqueta y la dejo en mi cama. Gael abre la caja y ve el maldito colgante. —Pensaba que no ibais a descambiarlo por un colgante, pensaba que querias otra cosa.— Me dice mirandome confuso.
—Ya bueno pues al final no.— Le contesto cortante.
—Vale vale tranquila.— Me dice. —Simplemente creía que no te gustaban los colgantes, bueno es lo que me dijiste anoche en la azotea.— Continua.
—Ya bueno pues quizás me equivocaba, ese me ha gustado y lo he cogido punto.— Le digo.
—Vale vale. Si te gusta a ti ya está, eso es lo que importa.— Me dice. —Tu padre va a preparar la comida, si quieres mientras tanto puedes ayudarme a acabar de desempaquetar.— Continua diciendome mientras yo estoy sentada en mi cama mirando al suelo.
—Si ahora voy deja que me cambie.— Le digo.
—Vale.— Se va y cierra la puerta.

Me descalzo, cojo el collar y me lo pongo, es un colgante plateado con un diamante al final, ahora no me gusta pero seguro que me acabo acostumbrado y me acabara encantando. Me lo quito y lo vuelvo a dejar en la caja, me pongo el pijama y voy a la habitación de Gael, él pone música mientras desempaquetamos lo que queda de cajas, después vamos a comer y cuando acabamos seguimos desempaquetando y  después de una hora acabamos por fin, ni él ni yo pensabamos que tenía tantas cosas.

P.D. Para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora