Capítulo 7

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Wyatt sirve la comida y nos sentamos en el sofá, de vuelta a casa hemos comprado la película que hacía un mes más o menos que estaba a la venta. Wyatt pone la película y vuelve a sentarse conmigo en el sofá, empieza la película mientras nosotros empezamos a comer, para picar, Wyatt ha hecho nachos, cojo uno, lo barnizo en queso fundido y me lo llevo a la boca, dios mío está riquísimo.

A la mitad de la película, cuando ya hemos acabado de comer me tumbo en el sofá dejando mi cabeza apoyada en el pecho de Wyatt, mientras el me rodea con su brazo tatuado, des de que le conocí me pregunto porque tiene un brazo tatuado completamente pero el otro no, es decir no tiene nada que ver pero se me hace raro ver un brazo completamente cubierto de tatuajes y el otro no.

En cuanto me rodea con el brazo no puedo evitar empezar a mirar todos y cada uno de sus tatuajes, mi favorito creo que es el que tiene en el antebrazo de una preciosa calavera, más arriba tiene unas preciosas palmeras y justo encima de la muñeca un león, es precioso, me pregunto si estaran relacionados o simplemente es casualidad, aunque no creo en las casualidades. Siempre he pensado en hacerme un tatuaje, aunque solo sea uno, sería difícil convencer a mi padre pero algún día lo haré.

Finalmente después de un rato la película acaba.

—Bueno ya está. ¿Contenta?— Me sonríe Wyatt.
—Sí, es muy bonita me encanta.— Ayudo a Wyatt a recoger los platos y mientras los friega vuelvo a sentarme encima de la fría encimera de mármol.
—Me encanta lo rápido que hemos cogido confianza.— Me dice Wyatt sonriendome mientras friega los platos.
—Si. Es genial. Nunca me ha pasado la verdad. Me cuesta mucho coger confianza, pero contigo no se, es todo más fácil.— Nos miramos y me dice.
—Sí. Lo sé.—Se ríe. —No es broma. La verdad es que antes nunca se lo ponía fácil a nadie, era difícil estar a mi lado, por decirlo de alguna manera.— Me cuenta.
—¿Difícil en que sentido?.— Le pregunto.
—No se, sin quererlo apartaba a la gente que me queria. Era muy insoportable. Un capullo.— Me dice.
—Pues yo no era una capulla, era todo lo contrario. Hace tiempo no era como soy ahora, no hablaba con absolutamente nadie, no me fiaba de nadie, estaba todo el día, enserio todo el día leyendo libros, me los llevaba a todas partes. Se puede decir que era la rarita.— Le cuento.
—¿Tu? ¿Rarita? Para nada— Me dice sarcasticamente y nos reímos, entonces le digo. —Oye no tiene nada de malo ser rarita. Bueno el caso es que me cambie de centro y conocí a Leyda, que me entendía, des de entonces estamos juntas, me lo paso genial con ella.— Le cuento.
—Sí, Leyda es genial.— Me dice. Wyatt acaba de fregar los platos se seca las manos y antes de que pueda bajarme de la encimera me dice
—No. No. No.— Levanta los brazos. —No te bajes espera.— Me dice y acto seguido me rodea con los brazos por la cintura, me coge y me lleva en brazos hasta su cama.

Una vez allí, antes de bajarme me da un beso, después me deja con delicadeza en la cama, me tumbo y el se pone encima. Nos besamos y por un momento creo que va a pasar, la verdad no quiero que pase y tras varios besos en el cuello, por suerte no pasa, finalmente nos metemos en la cama para dormir, nos giramos y nos vemos cara cara, le pongo la mano en la cara, empiezo a tocar uno de sus morenos rizos.

—Me gustas. Mucho. Me gustas mucho.— Le digo.
—Tu también. Me gustas. Me gustas mucho.—Nos reímos.

Me coloca el pelo detrás de la oreja, estamos literalmente a un centímetro el uno del otro. Me encanta estar con él, estoy muy comóda con él y confío mucho en él. Nos besamos y acto seguido hundo mi cabeza en su pecho a la vez que él me rodea la cintura con el brazo y me acerca a él. Ojalá pudiese dormir así siempre, me quedaría aquí para siempre y lo único que necesitaria para sobrevivir sería comida de vez en cuando. Finalmente nos quedamos los dos dormidos aunque Wyatt antes que yo y me quedo observabdo lo mono que está cuando duerme.

Me despierto y veo a Wyatt mirandome mientras sonríe dulcemente, sigo abrazada a él, creo que hemos estado toda la noche en la misma posición, él me está acariciando la cara y el pelo, cuando le digo medio dormida.

—¿Que hora es?— A lo que Wyatt sin moverse ni mirar el móvil me dice.
—Las diez creo.— Me sonríe. —Estaría todo el día mirando está preciosa cara.— Me dice, sonrío al instante.
—No quiero moverme, no quiero volver a casa quiero quedarme contigo.— Le digo.
—Pues no te vayas.— Me dice. —Puedes quedarte hasta el martes, mi madre vuelve el miércoles.— Me dice. Sin pensarlo acepto.
—Vale. Pues entonces no hace falta que me mueva de aquí.— Le digo sonriendo.
—No, no hace falta que lo hagas, nos podemos quedar aquí todo el día.— Me sonríe. —Bueno, eso si no quieres ir a donde te iba a llevar claro.— Me dice.
—¿A donde me vas a llevar?— Le digo sorprendida y sonriendo.
—Ah. Sorpresa. Pero si te quieres quedar aquí pues nada.— Me dice, levantando los brazos en alto.
—No. No. No. Si que quiero ir.— Le digo intrigada. Se ríe y me da un beso en la frente.
—Bueno, tenemos tiempo. Tenemos todo el día. De momento nos podemos quedar aquí. Si quieres claro.— Me dice.
—Sí. Pues claro que quiero. Es más no quiero por nada del mundo tener que moverme de aquí. Pero claro si que quiero ver la sorpresa.— Le digo sonriendo.

El resto de la mañana nos quedamos tumbados en la cama, besandonos, mirandonos, hablando... Me encanta hacer esto, es la mejor sensación del mundo entero.

P.D. Para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora