Opuestos ➻ Mewgulf.

6.

— ¿Estás bien? — artículo Saint cuando se dió cuenta de que su nuevo amigo había adoptado un comportamiento extraño desde que el hermano del profesor había ingresado al salón.

¿Y quién no?

El chico era malditamente ardiente y atractivo, además de que tenía un aura de lo más fuerte y eso era un plus añadido a todo ese conjunto de chico malo con cara de ángel. Sin duda el chico tenía la capacidad de robar la atención de cualquier persona, pero parecía que Win se había perdido mucho en él.

Win lo miró y asintió nerviosamente.

— Estoy bien — respondió movimiento agitadamente las manos y regresó su atención al chico malo que en ése momento se había volteado para presentarse con otro compañero.

«¿Se puede ser así de atractivo?», se preguntó Win, luego dirigió su mirada y atención a su profesor que explicaba algo sobre una melodía, pero no entendió mucho porque ciertamente su cabeza estaba perdida en otro lado.

Más exactamente en el hermano del profesor.

Entonces se preguntó cómo reaccionaría Mew al enterarse de que el vecino molesto del que tanto se queja era en realidad el guapo y dulce profesor de música.

No quería ni imaginar su sorpresa.

Trató casi inútilmente de ignorar las miradas deliberadas que le lanzaba el hermano del profesor. Podía sentir los vellos de su nuca quemarse poco a poco con el fogaje con el que aquellos ojos se lo comían.

«¿Por qué me mira así?», se preguntó, pero había demasiadas posibles respuestas para aquella sola disyuntiva.

Podría ser a causa de su primer encuentro, que ciertamente no habia sido para nada agradable. O tal vez porque para ése entonces ya se habría dado cuenta de que es mudo. Pero era imposible, él no lo había estado viendo cuando se comunicaba con Saint, así que sólo tenía otra posibilidad y era la menos probable. ¡Lo miraba así porque le gustaba!

Aquello fue descartado de inmediado, por supuesto.

¿Cómo podría él gustarle a alguien así?

Bueno, a él tampoco podría gustarle alguien así.

¿Cierto?

— Hola, rubiesito — escuchó a sus espaldas, y al instante su cuerpo se crispó. Una torrente eléctrica lo invadió por completo y juró que se derretiría allí mismo ante el barítono exquisito de aquel individuo.

Su voz...

Su voz iba de acuerdo a aquella personalidad hosca y varonil.

Tensó su cuerpo y se abrazó a si mismo haciéndose bolita en su asiento e ignorando por completo el saludo. Aquello, sin duda, había desconcertado un poco a Bright, que se preguntaba cual era el maldito problema de ése chico con él.

¿Tan repulsivo era?

¿Qué tenía de malo su estilo rockero y su ropa manchada de pintura?

Frunció el seño y acercó su asiento a un más cerca del rubio, fingiendo inútilmente que prestaba atención a lo que fuera que su hermano estuviera diciendo. Ciertamente le interesaba poco, porque sus intereses estaban dirigidos estrictamente hacia la pintura y no hacía la música.

» — ¿No piensas contestar? — insistió, con un mote de hastio en sus palabras.

Pero de nuevo no obtuvo nada, ni siquiera una mirada y eso terminó por desatar su enfado.

Sonrió de lado y guardó silencio lo que les restó de clase. Un silencio enloquecedor para Win que deseaba seguir escuchando aquella maravilla de voz salir de esos belfos esculpidos.

(...)

Win gimió de dolor cuando su cuerpo fue empujado y golpeado brutalmente contra los mosaicos del baño de hombres. Aquello lo había tomado por sorpresa, ya que él lo único que estaba haciendo era lavarse las manos tranquilamente hasta que fue embestido por un cuerpo magro y fuerte.

Sus rodillas cedieron y cayeron golpeando dolorosamente el suelo mojado de agua y jabón, mientras su cabeza daba miles de vueltas en su sitio debido al fuerte golpe contra la pared. Por un momento su vista se nubló y sus sentidos se perdieron. Sintió que el mundo se había detenido y todo a su alrededor fue absolutamente silencioso por largos segudos hasta que su noción se fue recobrando poco a poco.

«¿Qué sucedió?», se preguntó, pero no hubo tiempo de averiguarlo cuando su cara fue golpeada violentamente con un puño de acero.

Entonces levantó el rostro, abrió los ojos y lo vió...

El hermano del profesor estaba frente a él, con el puño aún en el aire y con toda la disposición de volver a atacar, y Win se preguntaba por qué lo estaba golpeando.

Sus sentidos estaban perdidos, y no sólo era incapaz de hablar, sino que también de escuchar, de razonar y de cualquier otra cosa. Estaba desorientado y adolorido y sólo deseaba que su hermano estuviera allí para él.

Mew le había prometido protegerlo para siempre, pero no estaba allí en ése momento.

¡Nadie estaba allí para defenderlo!

Y todo aquel cúmulo de confusión y dolor se mezcló y no supo en que momento sus ojos se empañaron y empezaron a lagrimar. Podía ver con claridad como el chico frente a él le gritaba y lanzaba manotadas al aire, pero él simplemente era incapaz de escucharlo. Estaba perdido cómo el día en que su padre murio.
Estaba perdido desde el día en que su capacidad de hablar se había ido junto con su padre.

¡Estaba perdido!

Aquello era demasiado para él.

Otros golpes azotaron su piel nivea mientras él era incapaz de siquiera esquivarlos. Y sólo cuándo el otro se sintió satisfecho los golpes frenaron. Todo acabó.

Bright lo miraba desde arriba con los ojos inyectados de sangre, con una furia absurda recorriéndole el cuerpo. No sabía qué exactamente lo había llevado a hacer aquello. Lo único que recordaba antes de atacar al rubio fue que sus pies por voluntad propia lo habían seguido al baño, y, estando allí, había decidido empezar de cero con él y presentarse. Pero como siempre, no había obtenido ninguna respuesta, ni siquiera una mirada por parte del rubio, y aquello solo fue el detonante que desató su furia y lo llevó a avalanzarse sobre él. Y lo que le siguió fue producto de su inseguridad.

No entendía por qué él precioso rubio no le dirigía la palabra y deliberadamente lo ignoraba. Se había pasado la mitad de la clase queriendo entablar una conversación con él, incluso amenazandolo, pero nada había dado resultados. Y todo aquel enojo, toda aquella furia se habían mezclado como gases tóxicos y habían explotado en la situación en la que se encontraba en ése momento.

Con un lindo chico rubio con aspecto de conejito de rodillas en el baño de hombres, con el rostro magullado, bañado en lágrimas y aterrado hasta la muerte.

Pero ni aún así había obtenido una sola palabra de su parte.

Temblaba asustado, lloraba como un bebé, pero no decía nada, y eso no hacía sino aliméntar aún más su rabia.

— ¡Dime algo! — gritó, y Win solo se encogió ante el chillido, pero de nuevo no hubo respuestas.

Entonces Bright supo que no las habría...

Él no podía dárselas...