Opuestos ➻ Mewgulf.

18.

En la última semana Mew había estado expectante ante cualquier mínimo cambio en la actitud de su hermano, puesto que el Logopeda había hecho hincapié en que esto era algo muy importante para la pronta recuperación de Win.

No sabía a ciencia cierta si era debido a las clases de música que había estado mostrando notorias mejorías. Dichas mejorías iban desde gruñidos cuando algo le disgustaba, o hasta jedeos cuando algo lo emocionaba sobremanera. Para cualquiera aquello era algo que pasaría por normal y sin importancia, pero para Mew era, definitivamente, importante.

Win había pasado años sin gesticular ni una sola palabra, hasta el momento no lo había hecho, pero estaba empezado a manifestarse de esa manera, comunicando satisfactoriamente sus emociones a través de su boca, de su garganta.

Win al fin había avanzado un paso más adelante, y al parecer todavía no se había dado cuenta de ello.

— Agendé una cita con el Logopeda para hoy en la tarde — articuló Mew.

Win simplemente asintió y siguió viendo Lady bug en la pantalla.

Más tarde Mew le avisó a Gulf que no llevaría a Win a las clases de música porque tenía una cita médica, éste le dijo que lo excusaría en clase para que no tuviera una falta y les deseó suerte.

Terminó de guardar los planos del exterior de la academia que estaban sobre la mesa y se acomodó el traje para posteriormente abandonar su apartamento en compañía de su hermano.

Extrañamente, Win, no se había mostrado curioso ni extrañado ante la visita al Logopeda, muy al contrario, el chico rubio con aspecto de conejito se había mostrado indiferente y desinteresado, y en ningún momento le cuestionó a qué se debía la súbita visita.

Mew internamente lo agradecía.

El chico no parecía haberse dado cuenta de su avance, por lo que si Mew solo estaba exagerando un poco las cosas y no se trataba de ningún avance, Win no terminaría decepcionado y triste por su culpa. Era una ventaja que Win pareciera más interesado en lo que sea que nadaba por su mente que en la realidad.

Claro, que Mew no sabía que el buzo que ondeaba en la cabeza de su hermano era nada más y nada menos que su prospecto a cuñado. El problemático, fachoso, malcriado y arrogante, Bright Kanawut.

De saberlo, Mew no se alegraría en absoluto.

Llegaron a la clínica especializada justo a tiempo para la cita. La recepcionista les recibió amablemente como siempre lo hacía, y le coqueteó descaradamente a Mew... Como siempre lo hacía. Claro, que él se mantenía ajeno a cualquier tipo de coqueteo que no fuera el de su lindo profesor de música.

El doctor revisó rutinariamente a Win y éste se dejó hacer. El silencio dentro de el consultorio era casi sepulcral, y Mew tuvo que hacer un esfuerzo enorme por no ponerse a gritar, pues la ansiedad le estaba ganando el juego.

Afortunadamente y para suerte de todos, el doctor terminó con lo suyo y le pidió a Win que abandonara el consultorio, quedando únicamente los dos.

El hombre le sonrió alegremente y por dicho gesto Mew pudo respirar con tranquilidad. Aquella sonrisa no es una que esperas que el doctor te de cuando está por darte una mala noticia. Al contrario, era una que destinaba las buenas nuevas.

— Señor Suppasit, soy el afortunado portador de buenas noticias — dijo el hombre al fin, rompiendo la atmósfera tensa que se había creado en el ambiente.

Fueron largos segundos en los que Mew se mantuvo en shock. Tratando de procesar si lo que escuchaba era real o había sido producto de su imaginación. Para cuando volvió en sí, se dió cuenta de que aquello era real y no un sueño.