9.

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Mew tenía todo preparado para el mejor fin de semana junto a Win. Había pedido sushi a domicilio y había comprado desde el día anterior el helado favorito de su hermano para disfrutar después de la comida. También planeó un maratón de películas de Jhonny Deep y al llegar la noche jugarían jenga o cualquier juego de mesa que les pareciera divertido.

Pero nada estaba saliendo según lo planeado.

Desde la mañana habían estado llegando repartidores de comida rápida a su apartamento, alegando que él había hecho pedidos de más de cincuenta dólares en adelante, cosa que Mew, por supuesto, no había hecho.

Y maldita sea, ya se estaba comenzando a molestar.

El último repartidor había llegado hacía menos de veinte minutos, con 10 pizzas napolitanas y 10 tartas de manzana y una orden especial de palitos de ajo.

¡A él ni siquiera le gustaba la maldita tarta de manzana!

Win, por otro lado, estaba bastante irritado y hambriento. Se había imaginado el mejor fin de semana junto a su hermano antes de regresar a casa de su madre para la semana de vacaciones que le habían otorgado en la academia de música, pero todo lo que había obtenido hasta el momento era nada. ¡Nada!

Afortunadamente, y para suerte de ambos, sus vecinos habían estado muy silenciosos esa mañana de sábado. No como usualmente despertaban, con rock alternativo martilleándoles los oidos... Y eso era demasiado sospechoso para Win.

La última vez que se había topado con ellos había sido la tarde anterior, cuando Win tuvo que regresar solo de la academia porque su hermano estaba muy ocupado en el trabajo como para pasar a recogerlo como de costumbre. Tuvo miedo cuando sus ojos se encontraron con los de su agresor, y quiso huir escaleras abajo y correr lejos, pero no lo hizo.

Él no tenía, ni debía tenerle miedo.

Él no le había hecho ningún daño para temer por su vida y seguridad. Se había dicho a si mismo hacía mucho tiempo que debía ser fuerte por él y por su familia. No podía vivir con miedo y darle el placer de la satisfacción a su agresor de verlo asustado y a sus pies.

¡Él no volvería a ser humillado ni denigrado por su condición nunca más!

Aunque ciertamente ese no era todo el problema...

El problema databa en que Win sentía cierta atracción física por su agresor y eso le carcomía la cabeza día y noche.

No podía evitar sonreír cuando escuchaba al chico cantar a viva voz su canción favorita de Dimash Kudaibergen. Y tampoco podía controlar el martilleo agitado de su corazón cuando lo miraba pasar a través de la perilla de la puerta frente a su apartamento.

Y no ayudaba en absoluto que el chico fuera tan malditamente su tipo.

¿Qué podía hacer?

No quería tener ese tipo de sentimientos por alguien que lo había ultrajado y humillado de la manera en que él lo había hecho, pero aunque se regañara mentalmente, seguía sin poder evitarlo y sentía que estaba perdiendo la batalla contra si mismo.

— ¿Estás bien? — preguntó Mew, al ver que Win se había perdido en sus pensamientos hacía un buen rato.

... Estoy bien — articuló "mintió".

Opuestos ➻ Mewgulf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora