10.

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— ¿Estás arrepentido? — preguntó Jumpol entre carcajadas.

Mew se mantenía cabizbajo e inmiscuido en sus propios pensamientos desde hacía un buen rato, y esto para Jumpol era sumamente divertido. Porque era obvio que su amigo estaba más que arrepentido, sin embargo, no había nada que hacer al respecto, porque lo hecho, hecho estaba.

— ... Las abejas no tienen la culpa de nada — respondió después de un rato. Esto siguió detonando las carcajadas exageradas de su amigo que retumbaba en la cafetería, llamando la atención de todos los clientes.

Mew normalmente sentiría vergüenza de llamar la atención, pero en eso momento no podía si quiera pensar en otra cosa que no fuera las abejas y su bullicioso vecino.

¡Mierda! ¿Por qué tenía que sentirse así de mal? Él había iniciado la guerra en primer lugar. Pero aún así su corazón no encontraba consuelo. Se sentía la peor persona del mundo y no podía más con la culpa.

— Amigo — le llamó Jumpol, y a regañadientes dirigió su mirada a él —. Deberías estar retorciéndote de la risa, has conseguido vengarte de él — culminó.

«Que ironía», pensó Mew. Pese a que había cumplido su cometido, él se sentía de todo menos bien o feliz por ello.

— ¿Por qué no eres tan sensato y maduro como Zee? — preguntó el moreno, y dicho lo último se puso de pie y se dispuso a abandonar la cafetería.

Escuchó como su amigo le gritaba algo que él decidió ignorar y siguió con su andar. Aunque era ridículo enojarse con Jumpol, tomando en cuenta que había sido él mismo quién lo había buscado para que lo ayudara, y éste solo estuvo dispuesto a hacerlo. Sin embargo, Mew pensaba que si tan solo Jumpol se hubiera negado, él en ese momento no se estuviera sintiendo como la mierda que se sentía.

¡Era una mala persona!

Llegó a la oficina y se encerró allí, al poco tiempo llegó Zee con una tasa de té y galletitas de jengibre. ¡Sus favoritas!

No hubo necesidad de hablar al principio. Zee dejó que tomara su té y comiera sus galletitas en completo silencio, y Mew agradecía por ello.

Zee se caracterizaba por ser amable, comprensivo, ético y afable. Todo lo contrario a su hermano Jumpol. Considerado un despota, irritante, mal consejero y pésimo ejemplo por todos. Sin embargo, y pese a sus grandes diferencias, ambos hermanos eran para Mew personas muy importantes en su vida. Independientemente de como fuera la personalidad de cada uno, ellos siempre habían estado allí para él. Zee para aconsejarlo y Jumpol para llevarlo por el mal camino.

Mew no sabría que hacer sin ellos.

— ¿Te sientes culpable? — indagó Zee después de mucho tiempo en silencio.

Mew asintió, y rascó su cabeza en un gesto desesperado.

— No debí de hacerlo... Ahora me siento la peor persona del mundo por dejar que mis impulsos ganaran sobre mi razonamiento — confesó al borde de las lágrimas.

Zee lo observaba con una mirada que irradiaba comprensión y ... ¿decepción?.

Mew odiaba cuando Zee, el hombre más respetable y maduro que él había conocido lo miraba de esa manera. Simplemente no estaba acostumbrado a decepcionar a nadie y eso lo carcomía.

— No eres perfecto Mew — dijo —. Eres un ser humano que pierde la razón y se deja llevar por sus impulsos, pero eso no significa que seas una mala persona. Incluso si piensas que eres de lo peor, no es así — continuó, mientras Mew se reclinaba perezosamente sobre su silla —. Eres el mejor tipo que yo he conocido en mi vida. Te preocupas por tu hermano, cuidas de él y lo proteges de cualquier daño que le puedan causar. Si eso no te hace buena persona, ¿qué lo hace? Eres una persona que tuvo un mal momento y eso es todo. No hay porque cargar con tanto sobre tu cabeza — culminó en un suspiro.

Opuestos ➻ Mewgulf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora