17.

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Zee estaba sentado frente a su computadora leyendo un artículo sobre arquitectura moderna cuando Mew llamó a la puerta de su oficina, luego asomó su cabeza por la puerta y esperó a que su amigo le diera permiso de entrar. Zee hizo un gesto con la cabeza y Mew se adentró a la oficina, en sus manos llevaba un hermoso bonsái que llamó su atención completamente.

— ¿Y ese bonsái? — preguntó, y Mew rió ante su curiosidad casi infantil.

— Buen día Mew, ¿cómo estás? — saludó Mew de manera sarcástica, causando que Zee se sonrojara apenado por su falta de educación.

— Lo siento, es solo que cuando vi ése hermoso bonsái me emocioné — se excusó, haciendo un tierno puchero con sus labios.

Mew no dijo nada en ése momento, solo tomó asiento y deslizó el bonsái por el escritorio hasta donde estaban posadas las manos de Zee. Éste abrió los ojos con sorpresa por dicha acción, luego sonrió tan grande que sus temporales se arrugaron y sus dientes quedaron expuestos.

¡Él amaba los bonsái frutales!

» — ¿De verdad es para mi? — preguntó dudoso, temiendo que fuera una broma.

Mew asintió.

— Es para ti — dijo con cariño —. Es mi manera de agradecerte por ser el mejor amigo del mundo.

Cuando Zee escuchó aquellas palabras, casi pudo jurar que su corazón explotó y se rompió en mil pedazos. Él sabía que Mew nunca lo había visto con otro tipo de intenciones y que solo lo consideraba su amigo, pero que se lo recalcara siempre que podía era bastante doloroso para él, puesto que siempre había guardado la esperanza de que Mew en algún momento viera más en él que un simple amigo, o hermano de sangre como le solía decir. Pero al parecer el moreno no había cambiado su sentir hacía él, y ciertamente Zee no lo obligaría a que lo quisiera.

Amaba demasiado a Mew, tanto como amigo y como hombre, pero si él no correspondería a sus sentimientos, Zee no lo odiaría por ello. Tenía claro que, si era amor verdadero, no tenía porque haber odio de por medio.

Tomó el bonsái entre sus manos y lo miró con adoración, hasta que la primer lágrima rodó por sus ojos hasta morir en sus labios.

— Gracias, es el mejor regalo del mundo — dijo en un susurro entrecortado por el llanto contenido.

Mew se levantó de su asiento y fue directo hacia él para rodearlo con sus brazos y besar su cabeza en forma de consuelo, como siempre lo hacía.

— ¿Por qué siempre que te regalo algo tienes que llorar? — preguntó Mew entre suaves risas —. Solo quiero hacerte feliz, pero termino haciéndote llorar.

Zee se rió ante lo dicho y se giró en su silla para corresponder el abrazo de su amigo.

— Lloro de felicidad, tonto — bromeó, golpeando suavemente la espalda de Mew con la palma de su mano.

Mew se rió de dicha acción y luego se separó de su amigo para volver a su asiento.

Había ido a la oficina de Zee principalmente para hablar con él, y también para agradecerle el apoyo que le había brindado con su hermano en las últimas semanas que él había estado ocupado con el proyecto de los planos del exterior de la academia.

Zee se había encargado de regresar a Win al complejo, y había hecho guardia hasta que éste salía de sus clases, pero a partir de ése día ya no sería necesario que lo hiciera más, por eso estaba allí, para comunicárselo.

— Gracias por cuidar de Win estos últimos días — comenzó —. Se que estás ocupado con el proyecto de renovación de la academia, sin embargo, nunca te negaste cuando te pedí que cuidaras de mi hermano — Mew se acercó y tomó la mano de Zee entre la suya, para luego sonreírle con agradecimiento —. Por eso quiero que sepas que a partir de hoy ya no será necesario que te desatiendas de tu trabajo, porque no será necesario que cuides de Win ni que lo regreses al complejo — terminó explayando.

Opuestos ➻ Mewgulf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora