Opuestos ➻ Mewgulf.

23.

Gulf tocó la puerta de la oficina donde el director le había indicado que estaba el arquitecto corrigiendo los planos del último proyecto. Tocó la puerta y esperó impaciente a que Zee saliera, pero grande, muy grande fue su sorpresa cuando al abrirse la puerta lo primero que vió fue a su alumno Saint, con la camisa a medio abrochar y unos evidentes chupetones en el cuello que se arrastraban hasta más abajo del pecho.

El chico evidentemente estaba avergonzado, por lo que Gulf no dijo nada y se hizo a un lado para que éste saliera de la oficina. Bright, por otro lado, disfrutó de la escena, observando como Saint huía casi corriendo del lugar.

Zee salió mucho después a recibirlo. Era evidente lo que allí dentro había ocurrido. No hacía falta ser un maldito genio para saber que habían estado compartiendo un momento íntimo, pero a Gulf ciertamente no le importaba en absoluto aquello, aunque no dejaba de ser incómodo de presenciar.

— ... Hey, hola — saludó Zee entre titubeos, mientras arreglaba "disimuladamente" la camisa mal abotonada — ¿Sucede algo? — preguntó.

Gulf carraspeó un poco, tratando de aligerar el ambiente embarazoso entre ellos.

Bright seguía riéndose sin pena alguna.

— Hola, Zee — saludó el mayor de los hermanos —. Creo que vine en un mal momento, lo siento.

Zee se sonrojó ante lo dicho, sonriendo nerviosamente.

— No, no es un mal momento. Saint y yo sólo estábamos conversando — aseguró, pero el sonrojo en sus mejillas y los nervios al hablar lo dejaban en evidencia.

— Claro, conversando — comentó Bright con diversión.

— Si, conversando — volvió a asegurar Zee, haciéndose a un lado del marco de la puerta —. Adelante, pasen y hablemos.

Gulf no dijo nada y simplemente se adentró seguido de su hermano. Adentro de la oficina la escena no era mejor... El escritorio estaba desordenado y habían prendas de ropa tiradas en el suelo. Prendas que seguramente no les había dado tiempo de recoger cuando él llegó y tocó la puerta.

Zee se percató de que Gulf se había dado cuenta de ello, por lo que simplemente agachó el rostro avergonzado.

— Yo... Yo lo siento, pero por favor, no le digan al director nada de esto ò tendré problemas — suplicó el arquitecto —. Saint aún es joven y su tío lo sobre protege, si se entera de lo nuestro, seguramente querrá sacarlo de la academia, y yo no estoy preparado para perderlo.

Gulf sonrió enternecido ante la preocupación de Zee por perder a Saint. Porque era evidente lo muy enamorado que éste estaba del pequeño chico. Y aunque Saint era muy joven para el arquitecto, Gulf no era quién para juzgar su amor.

— Yo no he venido aquí para acusarte ante el director — dijo, sosegando los nervios del contrario —. Estoy aquí porque necesito tu ayuda.

Zee asintió y les invitó a tomar asiento.

— ¿En qué te podría ayudar yo? — preguntó.

Pero él lo sabía... Zee sabía por qué Gulf y Bright estaban allí. Había estado esperando ése momento durante 6 meses, porque sabía que tarde o temprano llegaría.

No importaba cuánto tiempo hubiera pasado, ya estaban allí y era lo único que importaba.

— ¿Podrías decirme dónde está Mew? — indagó sin rodeos —. Necesito encontrarlo y hablar con él.

— Por favor, Zee. Sabemos que eres su mejor amigo, así que es evidente que sabes su dirección — secundó Bright.

Sus piernas se movían nerviosamente, y no ayudaba que el semblante de Zee fuera de mera duda. Aquello solo incrementaba los temblores de su cuerpo y aceleraba su respiración.