Opuestos ➻ Mewgulf.

3.

— ¡Maldito imbécil! — gruñó Bright para si mismo. Sólo había salido a comprar leche de plátano y un jodido taxista casi acaba con su vida.

¿Acaso no le había visto cruzar la calle? Pero la culpa era del semáforo que cambió a verde justo cuando él se dispuso cruzar.

Siguió murmurando un sin fin de groserías ininteligibles para si mismo hasta que regresó al complejo de apartamentos, pero ciertamente no le apetecía regresar y encerrarse a esperar hasta que su hermano regresara de trabajar. En momentos así se arrepentía de haber dejado su ciudad y seguir a Gulf. Lo amaba y lo extrañaba, y esos habían sido motivos suficientes para hacerlo, pero estar encerrado con su sola presencia entre cuatro paredes selladas por el silencio no le hacía mucha gracia.

Le divertía ver a su hermano haciendo mucho ruido para incomodar al vecino y bien podría hacerlo, pero no era lo mismo si no lo hacía Gulf. Además, ¿que pasaría si su vecino se enfada y su hermano no está allí para defenderlo?. No se podía arriesgar a recibir una golpiza que la tenía mejor merecida Gulf que él.

Salió de sus cavilaciones cuando el portero del complejo le saludó tan amable como en la mañana cuando salió hacía la tienda. Era un hombre amable, pero Bright tenía la sospecha de que era algo chismoso.

— ¿Eres el novio del nuevo inquilino? — indagó el curioso hombre. Bright se carcajeó por lo dicho.

¿Acaso no se parecía físicamente a Gulf?

Nunca antes le habían preguntado si era pareja de su hermano, porque la gente llegaba a la conclusión de que eran familia por su parecido extremo. Acreditó aquella pregunta a la curiosidad del hombre y lo dejó pasar, porque ciertamente no tenía afán de ponerse a discutir con nadie. Estaba demasiado aburrido, si, pero no lo suficiente como para quedarse a discutir con el portero metiche.

— Somos hermanos — contestó simplemente mientras se adentraba por completo al edificio, dejando atrás al hombre que tenia intenciones de seguir indagando en su vida y la de su hermano.

De no haber huido de casa, en ese momento estaría en el instituto con sus amigos, planeando la forma de conquistar a la preciosa Janistar, su amor imposible. Pero la ausencia de su hermano le había calado mucho que no lo sopesó tanto y huyó en su busqueda.

No se arrepentía, pero si quería seguir viviendo con él tendría que buscar al menos un trabajo y no ser una carga para Gulf. Sus padres se enfadaron tanto cuando se enteraron de su escape que le prometieron no rendirle ni un centavo como castigo por su travesura, y en su momento le habia causado gracia, pero ahora que entendía mejor la situación de su hermano se sentía culpable por ser una carga para él.

Para Gulf nada estaba siendo tan fácil como se lo planteaba en casa. Aunque ya tuviera un trabajo, no era el trabajo de sus sueños. Aún no formaba parte de una orquesta y tampoco estaba viajando al extranjero para presentar su música. Tampoco estaba escribiendo canciones ni componiendo melodías para otros artistas. Para llegar a ello tendría que pasar por mucho y Bright lo sabía y se culpaba por sólo atrasarle las metas a su hermano.

Ahora Gulf no solo tendria que trabajar para pagar la renta y su comida, sino que también tendría que trabajar para él. Había estado investigando de un instituto para que pudiera regresar a clases, pero el traslado y la compra de los nuevos uniformes y materiales estaban fuera del presupuesto de Gulf, por lo que lo aplazó y le prometió que pronto podría inscribirlo, que solo le diera tiempo.

Se detuvo frente al ascensor, pensando en si subir o no. Tampoco podía ir tan lejos del completo porque no conocía, temía perderse y darle otro dolor de cabeza a su hermano, pero regresar al apartamento no le entusiasmaba demasiado. No tenia sus sus materiles para pintar y tampoco amigos quienes lo visitaran, por lo que tendría que estar solo hasta entrada la tarde noche, cuando su hermano regresara.