12.

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— ¿Se encuentra bien? — preguntó el portero cuando abrió la puerta.

Mew bufó molesto.

¡Por supuesto que no se encontraba bien!

Afortunadamente el idiota de su vecino había tenido la decencia de comunicarle al portero que estaba teniendo problemas con su puerta. Dichos problemas databan en dos tubos cruzados en la manija de afuera, lo que imposibilita que la puerta fuera abierta desde adentro.

— Estoy bien, gracias por venir — contestó el moreno para no ser descortés con el hombre.

El portero asintió, le entregó los tubos a Mew y se marchó.

Mew tomó sus cosas y salió corriendo del edificio a su trabajo. Iba dos horas tarde y estaba seguro de que Zee y Jumpol estarían preocupados por su ausencia, ya que no era propio de él llegar tarde. Es más, él nunca había llegado tarde al trabajo porque era lo suficientemente puntual y respetuoso con su horario estipulado. Por no decir que era un adicto enamorado de su profesión que no podía vivir sin estar metido en la oficina creando planos.

Pero eso ya era otra historia.

Cuando llegó se encontró a Zee en su oficina, con una clara expresión de angustia en el rostro que se esfumó en cuanto lo vió llegar.

— Mew, ¿por qué llegas hasta ahora? Estaba muy preocupado por ti — explayó el pelinegro.

— Lo siento, me había quedado encerrado en mi apartamento — explicó el moreno.

Zee boqueó sorprendido pero decidió no indagar más a fondo, sobretodo porque Mew reflejaba estrés y furia por todos sus poros, y lo que menos quería era incomodarlo.

— Esta bien, lo importante es que ya estás aquí — dijo, y acto seguido se marchó, dejando a Mew solo en la oficina.

Mew agradeció aquello, porque sabía que Zee había notado su malestar y fue lo suficientemente prudente como para no preguntar y dejarlo solo.

¡Adoraba a Zee! De no ser su mejor amigo y confidente, seguramente lo haría su esposo.

En el transcurso del día logró recuperar su habitual humor y se concentró en trabajar en los planos de una nueva universidad que sería construida en las afueras de la ciudad.

Jumpol se había pasado por su oficina en la hora del almuerzo, lo que Mew agradeció muchísimo porque ese día no le apetecía comer solo. Cuando la hora de salida llegó, Mew tomó sus cosas y se marchó rápidamente a su apartamento para pasar a buscar a Win. Cuando llegó no hubo necesidad de subir a por Win, porque éste lo estaba esperando en la entrada del complejo.

Mientras conducía, Mew se preguntó si había hecho bien en gestionar para que le devolvieran su trabajo a Gulf, porque después de lo que había pasado en la mañana ya no estaba tan seguro de haber hecho lo correcto.

Ignoró el flujo de sus pensamientos cuando llegaron a la academia. Aparcó su auto donde habitualmente lo hacía y se adentró con Win al edificio. Cuando llegó al pasillo del salón de Win se detuvo en seco y Win al percatarse hizo lo mismo.

Sabía que su hermano estaba preocupado por él, pero Mew ya no tenía nada de que preocuparse, porque él se había prometido a si mismo no dejar que en el futuro nadie más lo lastimara como lo había hecho el hermano del profesor Gulf.

¿Estás seguro de que no quieres cambiarte de academia? — preguntó el moreno, fijándose en la hora de su reloj, y en que ya solo faltaban menos de cinco minutos para que la clase de Win comenzara.

Estoy completamente seguro — articuló el pelirrubio, ensanchando una sonrisa de encías para calmar las ansias de su sobre protector hermano mayor.

Win sabía cuán débil era su hermano ante estas sonrisas, por eso siempre que quería conseguir algo sólo tenía que sonreír hasta que sus encías estuvieran a la vista y Mew le entregaría todo lo que pidiera.

«Es una ventaja ser tan lindo», pensó el menor.

Su artimaña rindió frutos, como siempre, puesto que Mew aceptó y lo dejó ir a su salón.

Cuando llegó lo primero que hizo fue buscar a su amigo Saint entre la multitud de jóvenes músicos, y cuando lo encontró su linda sonrisa de encías se desvaneció.

Saint estaba sentado al lado del hermano del profesor Gulf, y sorprendentemente lucia... ¿Feliz?

¡Claro que lucía feliz!

Saint se mostraba coqueto ante la presencia del chico y eso, por alguna extraña razón, molestó al pequeño Win. Atribuyó aquel sentimiento extraño a que no estaba acostumbrado a compartir a su amigo Saint con nadie, pero lo cierto era que Saint solo era el detonante de su malestar y no el verdadero motivo.

Win arrugó el entrecejo y agitó la cabeza tratando de alejar esos extraños pensamientos. Pasó de largo ignorando mundialmente al tipo y simplemente saludó a su amigo, que le correspondió efusivamente con un abrazo. Y por un instante, mientras le devolvía el abrazo a Saint, sus ojos se toparon con las orbes más oscuras y profundas que había visto en toda su vida.

Unas orbes capaces de ver a través de su piel blanquecina. Unas orbes que provocaron que sus piernas temblaran de miedo y emoción.

El par de ojos negros fue incapaz de apartarse de aquella dulce mirada avellana. Bright maldijo internamente el momento de su reencuentro con el precioso rubio, puesto que su presencia lo hizo sentir incómodo y culpable por sus acciones en el pasado.

Si bien el rubio ya se había recuperado hacía mucho de la golpiza que injustamente le propinó, en su bonito rostro aún quedaba una pequeña cicatriz en forma de media luna, justo abajo de su ojo derecho, que no hacía más que adornar aquel rostro tan precioso como angelical.

La mirada entre ambos se rompió cuando Win giró su rostro hacía otro lugar en el salón. En ese momento Saint regresó su atención a él y le siguió sonriendo como lo había estado haciendo desde que llegó. Aunque al principio Bright se sintió incómodo y observado por el chico, poco a poco se fue acostumbrando y simplemente lo dejó estar. Suponía que Saint se sentía atraído por él por la forma en la que le sonreía, pero siendo honestos, a Bright no le parecía que él fuera su tipo. Su tipo era más alguien como el lindo hermano de su estúpido vecino.

Su tipo era Win Suppasit.

(...)

¿No te parece que el hermano del profesor Kanawut es muy atractivo? — articuló Saint a su amigo. Win no sabía cómo sentirse al respecto con la interrogante.

También estaba el hecho de que le hacía sentir un poco mal que su amigo se sintiera atraído por alguien que lo había lastimado a él. Porque Win pensaba que si hubiera sido al revés, el nunca hubiera considerado a alguien que lastimó a su amigo como un prospecto para pareja.

Pero Saint si lo hacía...

Se había pasado la mitad de la clase halagando lo guapo y masculino que era el hermano del profesor Gulf Kanawut. Y Win agradecía que dentro del salón eran los únicos que podían hablar el lenguaje a señas.

Me parece un tipo normal, como cualquiera en éste salón — contestó. Y para su buena suerte, antes de que Saint siguiera diciendo cosas sobre el idiota con aspecto de drogadicto, el profesor Kanawut los interrumpió.

La clase llegó a su fin y Win salió del salón con un humor de los mil demonios. Sólo quería llegar a su cuarto, tumbarse en su cama y dormir hasta el otro día, hasta que sus pensamientos se ordenaran y sus celos se calmaran.

¿Sus celos?

¡No, él no podía estar celoso de ese imbécil! Se negaba a creer que eso era así, pero su actitud y su malestar solo terminaban por confirmárselo.

¡Malditasea, eso era un problema!

Opuestos ➻ Mewgulf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora