Fotografía

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Había pasado ya una semana. Poco más de una semana. 

Shikamaru no había salido de su oficina, más que para realizar clases o para ir al baño. Ni siquiera a la hora del almuerzo de arriesgaba a ir al casino de la universidad. Prefería llevar preparado un sandwich, y comerlo en su propia oficina.

Haberla visto nuevamente lo había dejado mal.

No quería volver a verla. Esa fastidiosa mujer lo había herido bastante y no quería dejar que siguiera hiriéndolo otra vez.

Tocaron la puerta y él dio el pase para que entraran.

—¡Sensei! Le recuerdo que tenemos la reunión ahora a las 11.

Shikamaru asintió y sintió que su estomago se revolvió.

—¿En la E300?

—Sí.

—Ahí estaré.

Lee asintió y salió de la oficina. Shikamaru miró el reloj y solo vio que tenía cinco minutos para hacerse la idea de otra reunión con ella.

Se levantó y tomó un libro. Luego su cuaderno.

La semana anterior habían fijado el horario del día miércoles también. No supo en qué momento Karui había vuelto a convencer a la rubia de tener un horario aparte, pero el asunto era que en cinco minutos volvería a tener una reunión con ella. Esta vez, solo cuatro personas además de él.

Tomó aire... Y salió de su oficina.

Justo cuando iba llegando a la sala, se topó con el rubio que no había visto hace bastante

—¡Shikamaru!—sonrió.

—Hola... Naruto—llevaba sus manos en los bolsillos y el libro bajo el brazo.

—¡Oye ya! ¡Dime qué te hizo cambiar de opinión

—De qué hablas...—frunció el ceño.

—Me dijiste que ésta no era tu área

Alguien venía llegando por las escaleras.

Shikamru sintió todo el terror recorrerle cada célula le del cuerpo. Sabía que era ella, y sabía que  ¡ese parlanchín no tenía tino! ¡La rubia iba a oírlos!

—No fue idea mía...

—¿Ah no?

Vio a Temari pasar por detrás de Naruto para entrar al salón.

—Tengo un alumno interesado en esta área. Me pidió ayuda y yo acepté.

Confirmó que Temari entró después de haber dicho eso. Debía haberlo oído. La rubia debía haberlo oído.

—Oye y...—Naruto se acercó a susurrarle—¿Y ya han hablado?

—¿No tienes trabajo que hacer? —le arqueó una ceja.

—¡No te has atrevido a hablarle!

—¡Naruto no te metas! —frunció el ceño—. Lo nuestro acabó hace tiempo. 

Oyeron a alguien toser en la puerta del salón y ambos miraron a Karui que fruncía el ceño.

—Son las once...

—Voy —Shikamaru miró a Naruto—, hasta luego.

—Adiós—sonrió el rubio mientras reanudaba su camino.

Shikamaru entró y se sentó al lado de Lee otra vez.

Ella estaba frente a él. Pero se puso de pie, y caminó hacia la pizarra, donde utilizaría el proyector. A ella le tocaba realizar la presentación.

No sin tu compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora