RESPUESTAS

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El timbre acababa de tocar y esperé impaciente en la puerta del colegio, esperando que salieran Aria y Carlitos. Estaba nervioso y contrariado, no había hablado con Eva desde la pelea, simplemente porque no me cogía el móvil. El día de ayer la había llamado a su casa con la escusa de hablar por cosas de los niños y aunque llamé unas cuatro veces, ella nunca estaba o no se podía poner. ¿Tan enfadada estaba por lo de Ariadna o había algo más que yo no supiera? En cuanto salieron de la puerta de entrada y me vieron, los dos empezaron a correr hacia mí como locos y sonriendo con ganas.

-¡Papá! -Carlitos saltó a mis brazos y yo lo abracé fuertemente contra mí. Aria nos miraba con indiferencia y con semblante serio. Carlitos giró la cabeza hacia ella y le sacó la lengua.

-Celosa. -Aria puso cara de asco y se abrazó a mis piernas. Dejé a Carlitos en el suelo después de estamparle dos besos en la mejilla y cogí a Aria en brazos. Ella me dio un par de besos y recostó su cabecita en mi pecho. Le acaricié el cabello con suavidad.

-Tengo ganas de estar contigo, papá.

-Yo también tengo ganas de estar contigo, cariño. -cogí la mano de Carlitos, dejé a Aria en el suelo y nos encaminamos hacia casa.

Aria y Carlitos no paraban de hablarme de una profesora de matemáticas que les tenía manía, mientras que también se quejaban que la comida del colegio era muy mala, malísima. Solo los escuchaba a trozos, tenía unas ganas inmensas de preguntarles por Eva, pero tenía miedo de sonar muy desesperado. Al fin y al cabo, Aria nos había visto besándonos, o al menos eso me dijo Eva. Tomé aire durante unos segundos y lo solté.

-¿Ayer mamá no estaba en casa? -Aria y Carlitos se miraron de reojo, como si intentaran ocultar algo que yo no podía saber.
Les solté la mano y me paré en medio de la calle, algo había pasado y no había sido ninguna tontería. Me agaché para poderlos mirar directamente a los ojos y me los acerqué a mí. -¿Está bien mamá? -mi voz sonaba miedosa, pero algo me decía que algo iba mal, muy mal. Aria y Carlitos se miraron durante unos segundos, mordiéndose los labios, intentando no decir nada. Cuando Carlitos parecía que iba a decir algo, Aria le calló.

-No, Carlitos. Mamá dijo que no se lo dijéramos a nadie y menos a papá... -Aria se tapó la boca con su manita y una lágrima se derramó por su mejilla rosada. La cogí de los hombros, quería saberlo absolutamente todo. Un miedo invadió mi cuerpo al ver llorar a mi hija, ver llorar a alguien que quieres es algo desgarrador.

-Aria, ¿qué le pasa a mamá? Tengo que saberlo, tengo que saberlo... -Carlitos se sacó un pañuelo de su mochila y se lo pasó a Aria, está sonrió a su hermano delicadamente. No quería hablar, no quería...

-Papá... ¿Quieres a mamá? -su pregunta me dejó en estado de shock, supongo porque jamás pensé que Aria me podría preguntar aquello. Sabía por qué lo preguntaba, nos había visto besándonos... Le acaricié el cabello mientras le sonreía, aunque mi sonrisa no era del todo verdadera. Aquella situación me era estremecedora.

-Con toda mi alma. -verdaderamente era aquello lo que sentía. Y aunque ya lo había confesado bastantes veces, tenía la necesidad de mostrarle al mundo entero que mi amor por ella no era una locura.

Carlitos y Aria se observaron detenidamente, como si se hablasen entre ellos a través de los pensamientos. Aria hizo que no con la cabeza a su hermano, y bajó la cabeza hacia el suelo, mientras que con su pie jugueteaba con una pequeña piedra.

-Papá... -miré a Carlitos, sus ojos estaban rojos y brillantes, una lágrima se le cayó y empañó el cristal izquierdo de sus gafas. -El sábado mamá no vino a dormir a casa, dijo que se quedaba a dormir con unas amigas. -Oí como Aria se tragaba sus lágrimas y entonces le acaricié la mejilla con cariño. -A la abu le pareció raro, porque estaba con nosotros y estuvieron discutiendo las dos por teléfono. Al final mamá no vino a dormir. Ayer, cuando vino por la mañana, le preguntamos que si había estado contigo. Nosotros estábamos contentos, porque os habíais dado un beso. -Entrecerré los ojos fuertemente, analizando y procesando toda la información. -Pero mamá nos dijo que tu y ella nunca de los jamases ibais a volver juntos y que se nos fuera quitando de la cabeza. -Mis pensamientos volaron muy lejos de allí. Me puse de pie e intenté entender a Eva, pero no pude. Pensé en Rafa, pensé en que él le podía haber hecho algo... Apreté mis puños con fuerza, mientras Carlitos seguía llorando y hablando. -Papá, mamá nos gritaba mucho.

UNA SEGUNDA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora