MALAS INTENCIONES

847 57 24
                                    

"Rafa, te dejo. Lo siento, lo nuestro nunca funcionó". "Rafa, eres demasiado bueno para mí". JÁ-JÁ-JÁ. ¿Quién se iba a creer estas cosas?

No me concentraba, las cuentas no me salían, estaba obsesionada con morderme las uñas por los nervios, el tic que tenía Hugo en los pies se me había pegado y ahora no paraba de moverlos mientras mordía la punta de un bolígrafo como si me fuera la vida en ello.

Alguien llamó a la puerta de mi despacho repetidas veces y en cuanto vi a Rafa pasar por la puerta de mi despacho me quedé paralizada.

-Hola Eva. ¿Estás bien? -estaba situado delante de mi mesa. Yo le miraba impaciente y con una pizca de estrés en los ojos.

-Sí. ¿Por qué? No sé. ¿Tengo algo raro? ¿Soy yo la rara? -me había levantado de la silla y ahora mismo no paraba de dar vueltas en círculos, moviendo las manos de diferentes formas. Mi voz era más aguda de lo normal a causa de la falta de aire. Rafa me miraba sin entender nada y sin saber que decir. Me cogió de los hombros y eso hizo que me quedara en tensión total.

-Vale... yo... necesito las cuentas dentro de media hora... Lo soltó rápidamente, parecía que quería seguirme el juego.

-Y ahora... ¿Qué pasó ayer? No me cogías el móvil, lo tenías apagado. -es verdad, en cuanto llegué a casa con Hugo lo primero que hice fue apagar el móvil para que nadie molestase. -Y no me pasé por tu casa porque acabé tarde de trabajar. Dime, ¿te pasó algo ayer? -¿si me había pasado algo? Me había pasado lo más maravilloso del mundo mundial. Había estado con Hugo y eso no lo cambiaba ni por todo el oro del mundo.

Tragué saliva desesperadamente, mientras mi boca intentaba decir algo de provecho.

-Sí... ayer... yo... -me esperaba expectante, pero nos interrumpieron.

-Rafa, ya han llegado los clientes que esperabas. -los dos giramos nuestras cabezas hacia Ariadna, mi salvación... de momento. "Cobarde", me dije de nuevo.

-Hola Eva. -me saludó moviendo de un lado para otro su mano izquierda, yo le respondí cariñosamente.

-Después hablamos, ¿eh? -Rafa acarició mi mejilla lentamente antes de dar media vuelta e irse por donde había venido. Me sentí estúpida, estúpida por jugar con él de una forma que odiaba con todas mis fuerzas. Fui hacia mi silla arrastrando los pies, mientras mis suspiros eran cada vez más continuos. Vi que Ariadna todavía seguía allí y se acercó a mi mesa, apoyando sus manos en ella.

-¿Todo bien con Rafa? ¡Estás totalmente blanca, hija mía! -me froté con mis manos la cara. Me habían entrado sudores al pensar en la reacción que hubiese tenido Rafa. Ariadna continuaba hablando.

-Ya lleváis unos meses, ¿no? ¡Qué suerte, hija! Ojalá un hombre como ese se fijara en mi. -Ariadna se sentó encima de mi mesa, poniéndose cómoda. Para variar tenía ganas de cotillear, me crucé de brazos mirándola con aire desesperado. -Desde luego tienes una suerte con los hombres que muchas ya querrían tener.

-¿Suerte con los hombres? -pregunté incrédula. Me hablaba como si yo hubiese estado saliendo con todos los abogados solteros del bufet.

-Sí. Ya sabes. Ahora es Rafa, que esta de "toma pan y moja". Pero antes fue tu ex, ¿no? Desde luego ese sí es guapo, ¡uff! -intenté centrar mi atención en las cuentas, pero con ella allí no podía ni por asomo y mi cara de incredulidad pasó a ser la cara de mala leche.

-¿Y tú que sabes cómo es Hu... mi ex? Nunca lo has visto. -Ariadna giró su cara hacia mí y me habló obviando sus palabras.

-Sí lo he visto. ¿No te acuerdas? Te dije que iba por la calle y que vi a tus hijos caminar con un hombre, me acerqué a saludarlos. Tus hijos me presentaron al hombre que iba con ellos, su papá. ¡Desde luego tus hijos son una monada monumental! Bueno, a lo que iba. Pues que con tu ex se me caía la baba y el babero. -apreté los puños con fuerza, me entraban ganas de pegarle un puñetazo, pero me controlé. -No me extraña que hubieses estado con él. Es único, de los mejores hombres que he visto en mi vida y fíjate que he visto a muchos. -rió como una bruja como solía hacer normalmente cuando creía que había dicho algo gracioso. Yo simplemente me quedé con cara de póquer total.

UNA SEGUNDA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora