PELEAS Y AMENAZAS

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Eran las seis de la tarde, Aria y Carlitos estarían en casa y Eva en el trabajo. Tenía unas ganas inmensas de verla, pero aún no, todavía debía hacerme a la idea. La puerta de la portería estaba abierta, así que subí enseguida hasta el tercer piso. No había avisado a Aria y Carlitos, pero tampoco lo creí necesario.

En cuanto llegué a la puerta y piqué, esperé con ansias a que Jojo abriese la puerta mientras con mis dedos no paraba de tocar mi cinturón, siempre tenía que tener algo en la mano, era un saco de nervios... Cuando Jojo abrió la puerta se quedó un poco parada, yo le moví mi mano de un lado a otro delante de sus ojos, para ver si despertaba.

-¿Está bien, Jojo? -Finalmente habló.

-Sí... Estoy bien. ¿Tú cómo estás, Hugo? ¿Has estado bien estas semanas en casa de tu hermano? -le sonreí con ganas, mientras apoyaba mi cuerpo a un lado.

-Sí, todos están muy bien. Te mandan saludos. -Jojo parecía nerviosa, miraba del pasillo a mí, aleatoriamente.

-Me alegro que estén bien. -Miré el carrito de la compra que tenía detrás de él y supuse que saldría a comprar.

-He venido a ver a los niños, ¿va usted a comprar?

-Sí. -su nerviosismo seguía siendo patente. -Pero ahora mismo Aria y Carlos están en el parque. Hace un momento que se han ido.

-Vaya, entonces voy para allá. -estaba dispuesto a irme, cuando de repente Jojo me cogió por los hombros y me obligó a girarme.

-Pero Eva está en casa. -Vaya, aquello sí que no lo esperaba. Ahora no sabía qué hacer.

-¿Qué hace en casa? ¿Está bien? -Jojo me miró con aire de preocupación y movió la cabeza negativamente.

-Ayer, cuando llegó del trabajo... Ayer se desmayó en el trabajo. -Me entraron unos sudores repentinos. Comencé a respirar con dificultad. Jojo me cogió por el brazo e intentó tranquilizarme. -Tranquilo, yo hoy la veo más o menos bien. Ella me ha dicho que el doctor dijo que solo era una bajada de tensión. Nada más, pero no sé... Está rara, y es mi hija, sufro por ella Hugo. -Dije que sí con la cabeza con suavidad, ahora el verdaderamente preocupado era yo.

-Váyase tranquila, váyase a comprar. Voy a hablar con ella.

-Ojalá a ti te diga lo que me está ocultando a mí. -Pensé en las palizas de su padre, cosa que ya debería saber su madre. ¿Pero, y si no era sólo eso? Me daba miedo saber qué era lo que la tenía de esa manera en realidad. Vi a Jojo entrar en el ascensor y con pasos pausados entré en el piso y cerré al puerta, puede que me pusiera nervioso al ver a Eva, pero hoy estaba infartado. No entendía el porqué, ni siquiera en los tres años y medio que nos habíamos visto una vez a la semana había sudado cuando sabía que la iba a ver. No es que no la echara de menos, simplemente el deseo de verla era menor. ¿Podría haberme enamorado más todavía de ella, en estas tres últimas semanas, sin ni siquiera verla? Antes de pasar al comedor tragué saliva repetidas veces y el pulso se me aceleró.

Abrí la puerta que daba al comedor y allí me encontré a Eva, tendida en el sofá con los ojos cerrados. Suspiré, porque realmente me moría por ella. Si hace apenas un mes le había dicho que estaba delgada, ahora podía poner la mano en el fuego a que había adelgazado tres quilos más. Negué con la cabeza, pensando en lo cabezota y orgullosa que podía llegar a ser.

Me acerqué al sofá y me puse de rodillas en el suelo para poder estar a su altura. Su respiración era tranquila y sus labios se movían de vez en cuando. Podría haberme quedado así para siempre, contemplándola. Le acaricié el cabello con delicadeza, sintiendo la finura de estos entre mis dedos. Fui a besarle la mejilla cuando ella, completamente dormida, giró su cabeza hacia mí y rozó sus labios con los míos. Yo me levanté del suelo rápidamente, mientras mi corazón temblaba al ritmo de un tambor. Volví a ponerme de rodillas, para poder estar a su altura, pero justo cuando lo hice Eva se despertó de golpe y yo me puse rojo.

UNA SEGUNDA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora