NO ME PEGUES

802 54 24
                                    

De acuerdo Ariadna, por allí viene y con un montón de papeles. ¡Perfecto! Solo tiene que parecer que te tropiezas con él y punto. Nada más. Le intentas sacar tema de conversación y entonces ya tendrás lo que quiere Rafa. Además, tú eres una mujer encantadora, seguro que no se te resiste.

Crucé la calle todo lo rápidamente que pude, aunque me era difícil no tropezarme a causa de los tacones que llevaba puestos. Hubo algunos coches que me pitaron por entrometerme en medio de su camino, pero llegué sana y salva al otro lado de la calle. Paré un momento y cogí aire. Hugo se encontraba calle abajo, y sin pensármelo dos veces fui corriendo hacia él y le empujé por sus espaldas. Sus papeles no cayeron al suelo, al contrario, los sostenía como si en ellos se le fuera la vida. Se giró para mirarme, estaba con los ojos como platos. Él no había caído al suelo, pero yo sí. Aquel hombre, al menos comparado conmigo, era enorme. Ni siquiera le había movido del sitio.

-Vaya, ¿te has hecho daño? Déjame que te ayude. -Hugo tendió su mano derecha hacia mí, mientras que con la izquierda sujetaba con fuerzas los papeles. No le di rápidamente la mano, esperé un segundo. Porque sin quererlo había quedado prendada de su voz. Finalmente, le cogí la mano y tiró de mi haciendo levantar mi cuerpo hasta estar de pie delante de él. Yo me quejé por mi tobillo, me lo había torcido y encima me salía sangre de la rodilla derecha.

-Lo siento, iba distraída.

-No importa, lo importante ahora mismo es que me parece que te has hecho bastante daño. -me miró la rodilla.

-El tobillo... Uff, casi no puedo moverlo. -vi como se mordía el labio inferior en señal de dolor al ver mi rodilla pelada. Yo tragué saliva al contemplar sus labios.

Hugo me miró a los ojos directamente y a mí se me revolvió el estómago.

-Tú eres Ariadna, ¿verdad? Compañera de Eva, si no me equivoco. -me dieron ganas de saltar al ver que se acordaba de mi, al menos no tendría que volverme a presentar. Moví la cabeza en señal de sí y le sonreí.

-Sí, Aria y Carlitos nos presentaron hace unas semanas. ¿Recuerdas?

-Y tanto, a mí jamás se me olvida una cara. -su sonrisa me provocaba escalofríos. No pensé que esto fuera a ser tan difícil. Parecía amable y sincero, ¿por qué tenía que odiarlo tanto Rafa?

-Eso tiene mala pinta, vivo en ese edificio de allí. -me señaló un bloque de pisos que muy bien conocía. -Tengo que ir al trabajo, pero no tengo prisa. Ven un momento y te pongo algo en la herida, no para de sangrarte. También te pondré alguna venda en el tobillo, al menos para que te lo aguante y no te haga demasiado daño. -amable, era muy amable, demasiado para mi corazón. Un "Claro, muchas gracias" salió de mi boca sin pensármelo. Tenía que hacerme su amiga.

Al llegar a su piso pude comprobar que olía igual que él. No estaba desordenado, al contrario, todo parecía en su lugar. Era amable, simpático, pulcro... Empezaba a pensar que era el hombre perfecto. El comedor estaba lleno de fotos, muchas de Aria y Carlitos y alguna de los que parecían ser sus padres.

-Tus hijos son una preciosidad. -le miré de reojo. Seguía cada uno de sus movimientos. Cómo dejaba los papeles encima de una mesita delante del sofá, cómo se quitaba la chaqueta, cómo cogía un mini botiquín que tenía dentro de un cajón en el comedor, cómo se sentaba en el sofá y preparaba una pequeña venda... Sus movimientos eran la mar de graciosos. Sonreía con cada cosa buena que decía de Aria y Carlitos.

-Aria es igual a mí y Carlitos ha salido a su madre. -me hizo una señal con la mano para que me sentara en el sofá, junto a él. Me senté enseguida. Aunque todavía cojeaba el tobillo ya no me dolía tanto. Llevaba puesta una minifalda, así que no hizo falta que me remangara nada, enseguida empezó a ponerme yodo en el rasguño que no paraba de sangrarme.

UNA SEGUNDA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora