Capítulo 23: Una visita

12 4 5
                                    

Eso estuvo increíble. Las miles de veces que había fantaseado con ese momento, fueron nada comparado con lo que pasó. Qué emocionante se sintió estar completamente ahí, en el momento, sin que mis pensamientos o dudas se entrometieran y me arruinaran todo. Todo eso desapareció, y quedamos ella y yo. Dos que se hacen uno, un uno que es dos y a la vez uno. Bueno, ya basta de palabrería, a lo que iba, la historia.

Había amanecido, nuestros cuerpos apenas cabían por completo en mi estrecha cama. No tenía intenciones de despertarla, se veía tierna. Un rayo de sol que entraba entre las persianas le golpeaba las mejillas, hacia brillar esas pecas esparcidas en el lienzo de su rostro. La única obra que tenía mi atención era ella. Languidecía frente a su desconcertante magnificencia cuando la tenía en frente, cuando estábamos juntos.

Me levanté con cuidado, lo más delicado posible. Mis pies eran plumas, o eso creía yo. De todos modos la desperté después de tropezarme con la silla y caer al piso.

-Lo siento, tranquila sigue durmiendo.

-Me asusté, pensé que era un terremoto. Ja, ja, ja -pronunció con terrible aspecto de recién levantada.

Yo también me reí, no sé por qué, parecía un imbécil quedándome así en el piso con lo mínimo de ropa. Ella se cubría con la manta hasta el pecho, su cabello alborotado. Era completamente un caótico paisaje.

-Buenos días -dijo desde la cama.

-Buenos días, ¿quieres algo para comer?

-No, tranquilo, estoy bien.

-No tengas pena.

-No tengo pena, acabamos de acostarnos, si quisiera algo te diría -expresó con actitud perspicaz.

-Mmm... ¿Ok?

-Es broma. Pero no tengo hambre aún, gracias.

-Bueno... Iré a comer algo, cualquier cosa grita -advertí yéndome.

-Dos cosas antes de que te vayas. Uno, pásame mi bra.

Recordaba como salió volando y terminó allí, sobre el aire acondicionado. Creo que ayer perdimos un poco el control. Se lo lancé y lo atajó.

-¿Y dos...?

- Y dos, lindo eso que está allí -señaló a la pintura de ella, que por alguna razón, olvidé desaparecerla antes de que entrara a este cuarto.

-Ah, gracias -dije restándole importancia.

Quería morir, pero ya era tarde. De todos modos no era tan extraño pintar a personas así porque sí.

-¿A qué se debe toda esa admiración hacia mi persona, Sr. Alex? -preguntó mientras se ponía el sostén.

¿Admiración? Qué pena, iba a pensar que tengo alguna obsesión o algo enfermo.

-¿De qué hablas? -sonsaqué con duda.

-Es muy tierno. No tengo idea cómo haces esas cosas.

-Pff... Eso no es nada. Es sólo...

-¿Por qué yo? -interrumpió.

Interesante pregunta, no tenía respuesta. No sabía por qué ella. En ese momento estaba emocionado, de verla, de ese sueño. A partir de ese sueño emergió todo eso, ese sentimiento agazapado tras una manto de ironía. Una chica que existía y no.

-No sé, sólo fue algo de ese momento.

-Algo del momento... Interesante -dijo pensante.

-¿Siempre preguntas tanto?

Her NameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora