El lúgubre silencio, respeto de todos hacia lo que conocieron ellos, un gran hombre. El sacerdote cesaba sus oraciones y bendiciones, rociaba con agua bendita el cristal de la urna. Lluvia de lágrimas, lágrimas de dolor, tristeza, melancolía. Alguien que muchos tomaron como modelo y figura, alguien respetado. Se podía notar en todos, ellos definitivamente lo apreciaban. No tuve la oportunidad de convivir, o siquiera verlo en persona; lo que Cósimo me contó de él no lo ponía precisamente como un padre, marido, u hombre ejemplar. Sin embargo, me quedaba más que claro el poder que tuvo. Casi cien personas rodeaban la caja, pero sin importar cuán devastados o arrepentidos estaban al verlo así, él no iba a regresar. No iba a levantarse y gritarles a todos que era una broma. A todos les gustaría que así fuera.
La muerte no es algo fácil de afrontar, estás, y ya no. Ese miedo que nos mantiene vivos, ese terror a lo desconocido, al no saber que hay después de los créditos; ¿una secuela?, ¿bloopers?, ¿alguna escena extra?, ¿nada? Encara a nuestro sentido del control, esa fantasía que nos pinta un poder que no existe; me hace pensar que no controlamos nada, toda elección que creemos tomar es realmente la única opción posible. La muerte no nos deja elección.
Cósimo tomaba a su madre de las manos, uno al lado del otro presenciando como bajaban la deprimente caja color caoba. La señora, a diferencia de muchos otros, no parecía triste, más bien, cansada. Su mirada perdida, su expresión tibia, esa cara de póker. Esas grandes ojeras colgaban debajo de sus ojos. Su vestido negro era muy elegante, y su sombrero, también negro, cubría su largo cabello recogido en ese momento. Cuarentona, cuando la vi por primera vez aparentaba menos, pero hoy parecía que totalmente vacía. Su mente no estaba con nosotros.
Mi amigo miraba al suelo, tenía su lacia y desordenada mata de pelo en un moño. Una descuidada barba adornaba su fino rostro. Lo notaba más tranquilo, fueron días fuertes, pero ya en los últimos momentos sólo esperaba el final. Había asimilado el fallecimiento antes de que ocurriera. Todas esas noches estuvo allí, con su madre y la misteriosa chica.
Ella también estaba, su cara no decía nada. Sólo estaba seria. Vestía una camisa de mangas largas negra, y tenía los labios pintados de rojo. Su maquillaje impecable. Sus grandes y delineados ojos le propinaban el aspecto de una muñeca; una un poco escalofriante. No sabía nada de ella, ni su conexión con Cósimo. Ella sólo estaba allí, y por más que la vi tímidamente, sólo admirando su frialdad, nunca devolvió la mirada, me tomaba como algo inexistente; seguramente era así con la mayoría.
Cuatro días habían pasado desde que entró a emergencias. Aun no tenían idea de que fue lo que lo provocó, los doctores sospechaban que quizás no había sido natural, sospechaban de homicidio. Alguna sustancia invisible, o al menos que se hiciera invisible al momento de ser analizada. La policía seguía con las investigaciones, todos los que estuvieron com él en el trabajo estaban bajo la lupa.
No lo había visto hasta ese día, lo llamé varias veces pero no me daba mucha información, y yo tampoco estaba muy dispuesto a sacársela. Cuando me dio la noticia no pude evitar compadecerme.
No soportaba estas cosas de niño, gente herida, era muy deprimente. No asistí a muchos funerales o entierros, prefería dar mis condolencias desde casa, me alejaba siempre de esos temas. Podía llegar a ser obstinante. El que más recordaba con dolor era el de mi abuela. Como me amaba esa señora, era algo increíble. No supe que murió hasta varios años después. Me dijeron que sólo dormía.
Había acabado todo. Los trabajadores, llenos de tierra y con palas, terminaban de rellenar el agujero. Para ser un cementerio, era un lugar muy bien arreglado. El césped estaba verde, completamente uniforme. El viento chocaba con mi cara. Un lugar en el que lo único que te podría quitar la paz es pensar que estás caminando sobre una gran pila de cadáveres descomponiéndose. Ya la noche estaba cayendo, los últimos rayos de sol se escondían desde la colina. La muchedumbre, que parecía una bandada de cuervos, caminaba junta saliendo de la triste ceremonia.
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Her Name
HumorLa aparición de una misteriosa chica en los sueños de Alex, le da un cambio a su vida en el pueblo de Santa Ana. No puede dejar de cuestionar su existencia y la gran atracción que siente por ella.