Capítulo 15: Unas cartas

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Dos años antes...
(Jazmín)

Las manos temblorosas, el sudor frío, náuseas, y ese vacío en el estómago. Son las sensaciones que más recuerdo al momento de salir al escenario; y también durante todo ese día. Escuchaba los murmullos de las personas, y me asomé un segundo. Eran casi quinientas personas, ¿cómo podrían continuar si se equivocan frente a miles? Tal vez me tirarían tomates. Trataba de no mostrarlo, pero me estaba muriendo del miedo. Qué la verdad era un poco irracional, yo estaba segura de que podía con eso.

Todos los que tocarían a mi lado esa noche eran hombres de más de treinta años, tal vez hayan estado en presentaciones mucho más grandes que esta. Habíamos ensayado un montón, pero jamás frente a un público así.

Mi padre me vigilaba a lo lejos, a veces podía sentir que su mirada pesaba. Trataba simplemente de concentrarme en el instrumento, pero me costaba hacerlo. El piano de esa noche estaba hermoso y muy brillante, parecía completamente nuevo. Necesitaba enfocarme si quería triunfar.

—¡Salímos en cinco! —exclamó el organizador que pasaba con una tabla de madera, sus auriculares y eso.

Empecé a respirar profundo, así mi ansiedad se calmaba un poco. Cerré mis ojos y me repetía "Jazmín, todo va a estar bien". Sentí su mano pesada que agarró mi muñeca.

—Calmada, hija —me habló mi padre —tengo un buen presentimiento hoy.

No dije nada, sonreí levemente y asentí con la cabeza.

—Eres la mejor, tú puedes —dijo antes de alejarse.

¿La mejor?, ¿por qué? Yo no necesitaba ser la mejor. Me preguntaba si podía desaparecer y aparecer mágicamente en Disney o en una isla con Chris Evans, u otra parte.

—¡Un minuto! —vociferó de nuevo el organizador.

Todos motivados, se alentaban entre todos. Se daban palmadas y eso. Entrabamos a escena, era el momento. Dentro de unas horas ya esto habría pasado. Fuck, a darle.

Fuimos ovacionados, era un evento, no un concierto. A pesar de eso, parecía que que nos querían escuchar y eso.

Creo que las cosas empezaron a fallar cuando dejé de tocar por mí, y empecé a tocar por complacer a los demás. Siempre decía: "la crítica que más te debe importar es la tuya". Total, soy la única que me conoce por completo. 

Mi papá me enseñó todo sobre el instrumento, desde que me vio de cinco años muy fascinada por lo que él tocaba. Fue algo hermoso aprender, ya después ni siquiera quería apartarme del piano. Era mi vida, no imaginaba un futuro diferente a eso. Pero en los últimos tiempos las cosas habían cambiado. Mi padre no hablaba conmigo de algo que no fuera eso, se metía en cada cosa. Al comienzo fue genial sentir su apoyo, ya después es un dolor de muelas.

Les había encantado, todos aplaudieron. Me contentaba mucho, ya habían desaparecido todas esas malas sensaciones. Era muy satisfactorio, ver a todos emocionados por el desempeño por el que tanto habíamos trabajado. Emocionada sonreía y saludaba al gran cúmulo de personas.

Se cerró el telón, y los aplausos seguían. El alivio grupal de todos era innegable, habíamos terminado otra presentación muy bien. Era una de otras muy buenas que habíamos hecho. Yo era la más nueva de ese grupo, y también la más joven. Era muy bien, viajábamos por a muchos sitios del país, me pagaban bien. Sin embargo, algunas veces sentía que no podía más con tantas cosas. Odiaba sentir todo eso antes de las presentaciones, pasar por toda esa ansiedad, y sólo poder pensar en las situaciones en las que te podrías equivocar, y que todos te podrían odiar. That sucks.

Her NameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora