Capítulo 6: Una pelea

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¿Qué le dices por primera vez a una persona que viste en un sueño, pero por alguna razón no se habían visto nunca?, y además, que te obsesionaste por su físico, cada elemento que conforma su estética la admiraste una y otra vez en tu mente. Creo que la próxima en decir algo sería ella, porque yo todavía seguía asimilando lo que ocurría. 

Seguro pensó que era retrasado, continuaba en toda la puerta sin hacer absolutamente nada. ¿Cuál era su problema con hacerme sentir esto? Pude ver que intentaba limpiarse la mezcla entre lágrimas y maquillaje. Tenía puesto un vestido negro con brillos o algo así, ¿yo que sé?, no era un experto en moda, mis explicaciones se limitaban a forma y color.

— ¿Vas a pasar o no? —dijo ya un poco angustiada.

Lo que menos quería era angustiarla o que me odiara a la primera. Tenía que salir de ahí, no era el momento; pero, ¿cuándo lo sería?, quizá era mi última oportunidad, quizá y no la veía más en mi vida de nuevo y viviría una vida lamentándome por no decirle nada, o peor, una vida sin ella. Tener que olvidarla por todo el tiempo que me queda, y sin embargo no creo tener la fuerza para hacerlo; sería como tratar de enterrar el Camp Nou o algo así. Sería una gran derrota que quedaría tallada en mi memoria para siempre. ¿Estaba sonando muy dramático por alguien que no conocía en lo absoluto?, creo que sí, pero en realidad no eran palabras vacías.

—Claro, sólo será un momento —dije tratando de sonar calmado, pero, ¡carajo!, tenía las bolas en la garganta.

Ella miraba hacia un costado, evitando contacto visual, seguramente sentía vergüenza de que alguien la viera en esas condiciones. Me posicioné viendo hacia el lavamanos, pero no me quería quitar la camisa frente a ella. Empecé a lavarme la camisa desde mi mano hasta el hombro, pero ya hubo un momento que se percibía ridículo. ¿Qué coño hacía? Estaba quedando como un tonto, pero no me quería quitar la camiseta así, y además era de botones.

—Entiendo, quítate la camiseta, no pasa nada —señaló mientras soltaba unas risas.

Yo la miré y ella sólo me hizo señas con la cabeza que sí y esbozaba una pequeña sonrisa que adornaba su rostro que extrañamente ya había visto, yo le devolví la sonrisa, en verdad me hizo gracia hacer el tonto así y que hacerla reír.

—Tranquilo, voltearé a otro lado —agregó viendo que tenía pena.

Me tuve que quitar la camisa y empezar a lavarla a mano. Traté de no mirarla, pero de vez en cuando lo hacía, porque se me hacía inevitable, pero no estaba volteando para ningún lado, estaba como si nada.

—Pensé que vería tres pezones o algo así —dijo y me hizo sentir un poco incómodo.

—Ja, ja, ja, ja... ¿Como Chandler de Friends? —pregunté tratando de ser gracioso.

—Mmmmm... Ni idea. —manifestó así, porque claramente no había visto Friends.

¿Quién en su sano juicio no ha visto Friends, y vive su vida normal como si nada? Nos quedamos en silencio mientras terminaba de limpiar.

— ¿Quieres que te preste algo de ropa?—inquirió —No puedes ir por ahí con una camisa mojada y con olor a vómito.

—Mientras no sea la que llevas puesta, me parece bien.

—No, no, no, busco una y te la traigo.

Se levantó y en verdad fue a buscarla, pensé que era de joda. Estaba muy impresionado, en verdad estaba hablando con ella, todo iba con naturalidad. Además ella era agradable, no sólo es increíblemente guapa, sino tambien graciosa. En un momento veo que se mete a una habitación cercana. Seguramente había dejado su bolso ahí, a lo mejor conocía a la chica dartk. Salió rápido y se acercaba, de inmediato saqué el teléfono para disimular que no estaba viendo.

—Toma, me la devuelves luego —dijo y me la entregó —pero si me la vas a devolver con vómito, mejor quédatela.

La camisa era notoriamente de chica, blanca con la frase: "All we need is love", en el centro con letras rosadas.

— ¿No te la pondrás? —preguntó al verme contemplando la camisa sin ponérmela —Pensé que era mucho mejor que algo con vómito.

—Sí, gracias.

Me la coloqué ahí frente a ella y mi cabeza no entraba por el agujero superior.

—¿Haces gimnasio? —inquirió de repente.

No sabía si lo hacía porque se daba cuenta que estaba muy apenado o... bueno, creo que tenía que ser eso. Hice un último esfuerzo y logré ponerme la camisa que casi se asomaba mi ombligo.

—Sí, bueno, empecé este año.

—Pues, parece que está dando resultados.

Eso me dejó boquiabierto, en mi mente claro, pero no sabía si reír, agradecer, llorar. Ella me acababa de conocer hace menos de diez minutos y ya hacía esas preguntas, en verdad no me esperé ninguna.

— ¿Conoces a la que vive aquí? —consulté por curiosidad antes de que se fuera.

—Sí, es una chica muy linda.

—Bueno, si tal vez, pero...

—Soy yo.

No lo podía creer. Esta chica era tan sarcástica que no sabía cuándo habla en serio y cuándo no.

— ¿Tú vives aquí?

—Sí. —dijo mientras afirmaba con la cabeza y sonreía.

—Lo siento, es que hace rato hablé con una chica y me dijo que otra chica...

—Ahh... Ya veo que conoces a mi hermana.

¡¿La gótica era su hermana?!

—Sí, ella también vive aquí, pero obviamente si te dicen "la linda" es obvio que soy yo, ¿no?

Creo que a esta chica le encantaba sacarme de quicio haciéndome preguntas incómodas.

—Estoy bromeando —replicó al ver que no decía nada.

—¿Eres nueva aquí?

—Sí, nos mudamos hace unas semanas...

La interrumpió un fuerte sonido que se escuchó abajo, y de pronto se pudo escuchar el coro de "pelea, pelea, pelea" que cantaban encarnizadamente los invitados. Ambos que estábamos uno frente al otro, nos vimos y sin pensarlo fuimos a ver qué pasaba. La verdad no me interesaba nada, quería seguir con ella, pero no le iba a decir "oye, no importa. Quedémonos aquí sin importar que tu casa se venga abajo".

Pude ver a una pared de personas que bloqueaban la vista. Cuando me adentré entre los cuerpos juveniles con olor a alcohol, pude ver lo que sucedía.

Cósimo, semidesnudo, peleaba con otro chico bastante más alto. Parecía una pelea entre una pulga contra un caballo. Ambos estaban en guardia. De un momento a otro, Cósimo lo agarró y lo volcó contra un mueble, que con el empujón partió un florero que estaba. Lo golpeó varias veces sobre él y realmente se notaba como todos disfrutaban del espectáculo. Cómo llegó de estar con una chica en el piso de arriba, a pelear con un chico que lo duplicaba en estatura denudo en el piso de abajo, era un misterio.

Vi que otro chico se colaba por un costado y golpeó a Cósimo en el rostro. Eso era muy injusto, dos contra uno. ¿Nadie iba a hacer nada?, y los más importante... ¡¿Con quién me iría a casa?!

Mierda, no lo pensé dos veces y me metí. Todos se reían y recordé que tenía una camisa unas cuantas tallas más pequeña. Entre golpeando al idiota ese que se metió. Pasaron treinta segundos y después no supe qué sucedió.

Desperté, ya era el día siguiente. Carajo, ¿qué había pasado?

Her NameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora