Capítulo 17: Un viaje

16 4 0
                                    


Dos años antes...
(Jazmín)

Ellos no volverían hasta mañana, ya era tarde para salir a hacer cualquier cosa. Pero tal vez nunca tendría otra oportunidad así. Si salía en ese momento, tendría que prepararme para viajar todo eso yo sola. Santa Ana, decía que se llamaba el lugar. Sin duda no era un sitio muy reconocido.

Sostenía la tercera carta que leí, con ambas manos. Mis lágrimas habían caído sobre el papel. Las dejé allí sobre la mesa y me moví para tomar mis cosas lo más rápido posible.

Luego de un par de horas había investigado sobre cómo llegar allá. En el Google maps me dijo que tomando bus y luego el metro, podía estar allá en una hora y media.

Estaba muy ansiosa, pero no tenía miedo. Estaba segura de lo que quería, y quería eso. Conocer a la persona que me había traído a este mundo, saber las razones de porqué nos separamos. No me lograba explicar porqué nunca había venido a buscarme. Pudo haberlo hecho, ¿no? Y si no podía, quería saber porqué. Todo eran porqués en ese momento, y mientras más rápido me moviera, más rápido se resolverían.

Tenía listo unas cosas, sólo era una salida por curiosidad. Si realmente era ella tenía que descubrirlo. Tomé algo de ropa, nadie sabe cuándo se necesita. Las cartas también las guardé, no podía olvidar eso. Las metí dentro del libro, el de García Márquez que tenía planeado leer. Llevé todo así en mi cartera color bronce.

Con las llaves en la mano me acerqué a la puerta. Estaba dispuesta a abrir, pero con los nervios me costaba atinarle a la cerradura. Giró y se abrió. Pasé al otro lado, antes de cerrar vi hacia adentro de la casa. Mis ambos lados surgieron: el angelito que me gritaba: "No lo hagas, es peligroso. Ya oscureció. No tienes idea de lo que vas a encontrar". Y el pequeño demonio que explicaba: "Sal ya de allí, jamás lo entenderán. Sólo vete y haz lo que tengas que hacer".

El angelito sentirá mucha frustración, casi nunca lo escuchaba a él. Terminé de irme.

Lo primero era caminar al menos un kilómetro para tomar el autobús. Sería un camino aburrido, esta parte de la ciudad es muy remota y silenciosa. Y no sólo eso, también rodeada de naturaleza. Siempre me gustó, era genial para levantarse en la mañana y oír a las pequeñas aves cantar con la salida del sol. La naturaleza me conmovía, soñaba con vivir algún día en una zona rural; vivir de la tierra, vivir de lo que sembré con mis propias manos. ¿Interesante?, quizás no tanto, pero eso quería.

La media luna en el cielo, y las estrellas la acompañaban. Se podía escuchar a los grillos hacer ese sonido que siempre hacen los grillos. Los postes de luz tenue marcaban mi camino hasta la parada. Ni un alma pasaba por allí.

Tenía un suéter verde, verde manzana. Decía: "Lemme be free", en todo el centro. No lo había notado, pero representaba en cierto modo cómo me sentía en ese momento, y también en los últimos días. Me costaba definir bien que era lo que me detenía de poder tomar las decisiones que quisiera.

A veces el miedo te paraliza, y es eso, sólo miedo. Miedo al cambio, miedo a lo que pueda pasar, miedo a lo desconocido.
Cuando algo te hace infeliz se convierte en un cáncer, algo que no importa cuánto trates de ignorar, al final termina acabando con nosotros. Se convertirá en un ciclo vicioso de negatividad, podría detonar en tu vida social, en tu círculo familiar, en tu forma de ser. No temas dejar atrás lo que te impide ser feliz por algo que podría hacerlo. Vive desde el amor, no desde el miedo. Ya parezco podcaster motivacional, o algo así.

En la parada si habían más personas. Unas diez, todos hombres, menos una señora que parecía haber conocido a Adán y Eva. Arrugadita, como una pasa. Unos lentes redondos adornaban su cara, y tenía una pañoleta que le cubría su canosa cabellera. En su cuello colgaba un pequeño collar, tenía la letra "W". Un gato sobre sus piernas, completamente gris y unos brillantes ojos miel. Lo acariciaba con sus manos huesudas.

Her NameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora