¿Cómo te va mi amor? [27]

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El ajetreo de las personas le resultaba excesivamente molesto, le daban pisotones y otras veces leves empujones. Ya se había olvidado de cómo era la vida en Tokio. Suspiró molesto al darse cuenta de que ya iba retrasado para llegar al hotel donde se hospedaba. Le había prometido a su entrenador que sólo daría un pequeño paseo por el parque cercano, un lugar que le traía tantos recuerdos y nostalgia, porque lo hacía recordar a él... A Makoto.

Suspiró frustrado, por momentos pensó que quizás estaría en ese parque como la última vez que se vieron, que se dijeron que su relación terminaba, que era hora de avanzar y olvidar. Que era momento de conocer a alguien más. Quería pensar que lo olvidó, que logró superarlo y que pudo amar a alguien más. Realmente lo deseaba.

Desde su partida para viajar por el mundo y ser nadador profesional no había tenido tiempo para nada, ni siquiera de un leve descanso. Añoró demasiado aquella época donde podía salir y comer lo que le gustaba y no lo que le convenía, pero sobre todo extrañaba las noches de calor que Makoto le proporcionaba, aquellos días llenos de amor y calidez al lado del castaño donde su única preocupación era encontrar una nueva forma de hacerle saber lo mucho que lo amaba más que a su vida y, aunque el otro no se percatara, lo quería más que al agua y la caballa. Deseaba verlo una vez más...

Un tropiezo lo hizo salirse de sus pensamientos.

Miró a la persona causante de hacerlo volver a la realidad y vio a quién más deseaba tocar en esos instantes.

¿Makoto?—Seguía incrédulo ante su situación, de seguro se había caído y golpeado en la cabeza.

Haru...—Pero no fue una alucinación, ni un sueño. Aquella voz era tan real, seguía siendo tal dulce como la recordaba.

Ambos guardaron silencio por unos momentos mientras las personas seguían caminado, parecía que todo se había detenido para ellos, el tiempo no corría y el ruido era sólo silencio.

¡Años sin verte Haru!—Makoto le sonrió como siempre, como si nada hubiera cambiado entre esos tres años de lejanía.

Ah... sí—Agachó la mirada avergonzado, observó al que fue su pareja y notó que había perdido masa muscular, tenía leves sobres debajo de los ojos y parecía cansado. Sintió su corazón romperse al verlo en tan demacrado estado. ¿Cómo están Ran y Ren?Sí que era un genio de las conversaciones.

Ellos están bien Haru, falta poco para que terminen la secundaría—Su cálida mirada no se esfumaba

Me alegro... y otra vez aquel silencio incómodo.



Le daba tantas vueltas al asunto que comenzaba a marearse. Apretó los puños e intentó decir alguna frase coherente pero nada le salía. Pensó que cuando llegara ese momento podría sonreír y actuar como cualquier persona que se encuentra a un viejo amigo, pero no era así. Nunca lo olvidó, jamás lo hizo y nunca lo hará.

Porque donde hay fuego cenizas quedan.

Quería preguntarle cómo estaba, qué había hecho, quería divertirse con él como antes, ser como antes.

Uhm... Haru... Yo eh... me tengo que ir...Oh no, lo perdería otra vez y todo por su cobardía.



Lo miró serio como antes, recordaba que cada vez que hacía eso lograba poner de nervios al de ojos verdes y se sonrojaba preocupado por saber si tenía algo en la cara, pero nada pasó. En cambió logró entender el significado de aquella mirada ahora le dedicaba... una pregunta.

¿Cómo te va mi amor?

Dejó mostrar un rostro afligido, no podía decirle lo mucho que lo extrañaba y cuanto deseaba estar en sus brazos una vez más. Ya era tarde.

Ah... sí... está bien... Jamás era sincero—Fue... un gusto verte una vez más Makoto—Le sonrió.

Lo mismo digo Haru—Ambos se miraron, entendiendo que era lo mejor para ellos. Se dieron la vuelta cada uno dispuesto a seguir su camino.

"¿Cómo te va mi amor?" Pensó Haru. "Era en silencio la pregunta entre tú y yo"

Fin

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*Extra*

Haru se detuvo al dar dos pasos y volteó rápido su mirada para ver la espalda de Makoto alejarse, comenzó a correr para alcanzarlo.

—¡Makoto!—Grito lo más fuerte que sus pulmones le permitieron.

El castaño volteó a verle sorprendido por su grito.

—¿Ha pasado algo Haru?—El más alto no entendía muy bien la situación.

—Yo... quería preguntarte sí... estabas libre mañana, podemos charlar un poco sobre cómo nos ha ido—

El ojiverde se sonrojó y le agradeció desde lo profundo que lo haya invitado porque él era un cobarde que todavía lo amaba.

—Me parece bien—Le sonrió dulce

—Entonces... ¿Podemos vernos en el parque?—Haru no necesitaba aclarar en qué parque era, sabía que el castaño le entendería.



—C-claro...— Ambos se miraron con un leve brillo en los ojos. El más pequeño se atrevió a hacer una locura que quizás podría terminar mal.

Se puso de puntitas y lo besó.

El castaño lo tomó de los hombros sorprendido por tal acción pero no lo apartó, se agachó un poco para estar más cómodos y le siguió el beso.

Esos tres años sin Haru habían sido un infierno.

Pequeños cortos makoharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora