El infierno es paraíso.

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Makoto despertó sin saber exactamente en qué fecha vivía. Podría ser lunes o martes, fin de semana quizá. La verdad es que no importaba, un día más o un día menos no le afectaba en esta cuarentena. Clases en línea, Haru lejos de él... ¿Por qué habría de importar la fecha, si al final del día todo seguía igual? Cansado, decidió mirar el reloj que se encontraba en su mesita de noche. Las 8:30 a.m., "Ah, es lunes" se dijo, los lunes tenía su primera clase a las 9 de la mañana y podía levantarse tarde. Lento, se levantó de la cama y caminó hacia su escritorio; prendió su computadora y se fue al baño. Cepilló su cabello, lavó sus dientes y demás. Finalmente, fue a la cocina a prepararse un té. Una vez listo, se sentó frente a su computadora, ingresó la contraseña y procedió a tomar sus clases.

En verdad no había nada nuevo en un horario lleno de espacios y horas libres. Estaba consciente de que debió regresar a Iwatobi cuando tuvo la oportunidad y pasar la cuarentena en su casa, así al menos podría estar con sus papás y hermanos; no de forma solitaria, deseando que algo interesante pasara. Para la una de la tarde ya tenía hambre y ya estaba harto de todo, apagó su computadora y decidió tomarse el día. Sólo le quedaba una clase que podía saltarla sin problemas, su maestro no tomaba asistencia. Cerró su computadora y pidió comida a domicilio junto con algunas botanas. Se acostó en su cama y se dedicó a esperar. Media hora más tarde, la comida ya estaba ahí. Nunca fue amante de la cerveza, pero Dios, tenía un antojo horrible de ella. Decidido a hacer algo, se colocó su cubre-bocas, ropa que lo cubriera y salió al minisúper.

Aire fresco, gente nueva, árboles, pájaros, todo lo hacía sentir reconfortado, cualquier cosa era mejor que su departamento. Llegó al súper, pidió sus cervezas y marchó despacio de regreso. Hubiera preferido quedarse en una banca mirando el vacío pero la verdad, parecía vagabundo. Su cabello estaba más largo y no tenía ánimos para rasurarse la barba. Su ropa amplia, aunque limpia, no era muy presentable y calzaba el pecado de la moda: Calcetas y sandalias. Oh Dios, que alguien lo golpeara con un bate.

"Qué feo es llegar a viejo" se dijo así mismo, sabiendo que viejo no estaba pero desesperanzado, sí.

Llegó a su casa, se quitó la ropa y la puso en una cubeta a remojar junto con su cubre-bocas. Se sirvió su comida, abrió la lata de cerveza y le dio un largo sorbo. Encendió de nuevo su computadora y como cualquier adulto funcional de sociedad, miró vídeos de gatitos hasta hartarse. No fue sino hasta las 7 de la noche, que algo perturbó su paz. Un timbre sonaba. Miró a su alrededor desconcertado, ¿un timbre? ¿Dónde? No fue hasta que se percató que el timbre que sonaba –ahora con insistencia– era el de su propio departamento. Alguien estaba afuera buscándolo. Inquieto, se levantó y se vistió, puesto que se había quedado en calzoncillos. Cuando abrió la puerta, tuvo que parpadear un par de veces para asimilar que frente a él estaba Haruka.

— ¿Haru-chan...?—Dijo.

— Hola—Respondió este y en su mano llevaba una caja pequeña.

Entró al departamento de Makoto sin pedir permiso, se quitó los zapatos y examinó el entorno. Makoto pudo sentir el calor acumularse en sus mejillas, sabía que el lugar estaba descuidado por completo.

— Haru... ¿Qué haces aquí? Creí que estabas de gira y volvías para año nuevo— Se aventuró a decir, inquieto.

—Bueno—Respondió Haruka—Ese era el plan pero los eventos se suspendieron y regresé hoy. Dejé mi maleta en mi apartamento y compré un pastel, sé que es tarde pero no podía dejar pasar tu cumpleaños.

— ¿Cum... pleaños?—Dijo Makoto desconcertado.

—Sí, tu cumpleaños. Makoto, no me digas que olvidaste tu propio cumpleaños—.

Makoto se quedó callado unos momentos, asimilando. Ah, es lunes 17 de noviembre. Su cumpleaños... y Haruka estaba ahí, con él; arqueando su ceja, mirándolo con incertidumbre y preocupación. Makoto sintió que la emoción le estaba recorriendo el cuerpo mientras las ganas de llorar inundaron su alma; pellizco su brazo para confirmar que no se tratara de una ilusión – bebió demasiada cerveza– pero al sentir el dolor comenzó a caminar lento hacia Haruka, hasta poder abrazarlo con fuerza.

—Makoto ¿estás bien?—.

"¿Eres real?" Quería preguntar, pero tenía miedo. Apretó con más fuerza su agarre. Olía como Haruka, se sentía como Haruka... de verdad estaba abrazando a Haruka. Su Haru-chan estaba ahí, con él y no era mentira, era real.

—No realmente—Respondió con honestidad.

Se alejó un poco de Haru, tomó sus mejillas y lo besó. Se sintió dichoso cuando éste comenzó a seguirle el beso. El mundo podía irse al carajo en ese momento pero no le importaba. Por fin estaba con Haru... su Haru. El infierno era ahora un paraíso.

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HOLAAAA, AHHH. UN AÑO Y MEDIO SIN PUBLICAR OMG y mero ni publico, se me fue el wifi ;_; pero volvió y dejo esto como ofrenda. Desearía poder publicar seguido pero lo dudo sjsjs en fin, 

FELIZ CUMPLEAÑOS AL WAWA SUPREMO MAKOTOO. Que lo puse deprimido y al borde del suicidio porque #coronabicho creo que en Japón tienen clases presenciales pero shhh quédense en casa. Los amo mucho y espero que les guste <3

Pequeños cortos makoharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora