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Volví a leer por quinta vez las instrucciones que venían junto con la cajita.

No podía estarlo, no podía estar esperando un hijo de ese imbécil.

-Disculpe, ¿se encuentra bien?- quité la mirada del papel para responderle al que me hablaba.

-Sí, estoy bien- guardé la hoja en mi bolsillo para así apreciar el lindo rostro de aquel pelinegro.

¿Si empezara a salir con este chico no habría problema, verdad?

Bueno, ahora si hay un problema, mi hijo.

-¿Cariño con quién conversas?- un chico rubio salió de la farmacia en la que había comprado la prueba.

Estaba ahí de nuevo porque iba a comprar otra más pensando que la primera estaba fallada o algo por el estilo.

Mientras que el chico se iba acercando a nosotros, vi que llevaba a un niño no mayor de dos años en sus brazos.

No lo había visto antes porque el pelinegro lo había tapado con su cuerpo, parecía que los estaba esperando.

-Lo acabo de conocer, me preocupé porque se ve bastante pálido- Le respondió a la vez que cargaba al niño.

-¿Te sientes mal?¿Quieres que te lleve a un hospital?- está vez preguntó el rubio acercándose a mí.

-No, no hay de que preocuparse. Estoy bien, solo un poco mareado- Dije haciendo una leve reverencia.

No puede ser que ande asustando a la gente por mi apariencia.

¿Me veía tan mal con la noticia que acaba de recibir?

-Okay, será mejor que llames a alguien para que te recoja. No sería bueno que te desmayes en la calle- Dijo el bajito antes de irse con el pelinegro y su hijo.

Parecían una linda familia.

¿Por qué mi vida no podía ser así?

Las ganas de entrar a la farmacia se desvanecieron, ahora quería ver a Keon, tenía que disculparme con él.

Paré un taxi y le dije al conductor la dirección de mi destino.

No tenía nada que perder, si Hee me gritaba o me corría de su casa estaría en su derecho, yo prácticamente le obligué a empezar una relación que terminó por un mensaje que me envió medio hora después que se fue de mi departamento.

Ni yo sé porque le hice esa propuesta, estaba fuera de mí después de leer el chat que tenía Geon con una persona que no conocía.

Y de ese suceso ya había pasado una semana, una maldita semana que no había vuelto a ver a Keon, misma cantidad de tiempo que terminé mi relación con Hak.

Hablando de ese imbécil, tuve que bloquearlo de toda red social y número porque no dejaba de llamarme y mandarme mensajes.

Estaba peor que acosador, hasta daba miedo la manera descontrolada que enviaba mensajes por las cuatro aplicaciones que usaba.

¿Sería malo que él supiera sobre mi embarazo, verdad?

No quería volver a relacionarme con él, menos hacer una familia, pero eso significaría tener que criar a un niño totalmente solo y sin apoyo.

En este momento no estaba seguro si podría contar con la amabilidad de mi hermano o Keon, Seo me había hecho bastante daño y yo también se lo hice a él. ¿Estábamos a la par, no? Además, ya no estaba molesto con él.

No tenía ningún rencor y mi venganza estúpida ya estaba hecha, ya no tendría sentido estar molesto con Ho.
Ahora mi molestia era conmigo mismo, no debí hacerle eso, no a mí hermano.

Dejé de pensar en eso cuando el chófer me dijo que ya habíamos llegado.

Le pagué y bajé del auto, ahora estaba más nervioso que antes.

Al estar frente al departamento no tenía el valor de tocar el timbre, la última vez que había visto a Seoho fue cuando tuvo su problema con ese hijo suyo y de eso había pasado bastante tiempo, al rededor de cinco meses.

Respiré varias veces antes de presionar el botón, en serio que en cualquier momento iba a correr para no ver a ninguno de los dos.

Exactamente pasaron dos minutos antes de que Keon abriera la puerta, pero la expresión tan alegre que tenía cambió ni bien me vio.

-¿Qué haces acá?- preguntó serio.

-Bueno... Yo vine a..a-

Mi voz se cortó cuando vi a Seo acercarse a la puerta, estaba usando muletas.

-¿Dongju?- la voz gruesa de aquella persona hizo que no deseara voltear a ver su rostro.

FALSAS PROMESAS - leeon - KeonhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora