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No dudé en agarrarme del brazo derecho de Seoho cuando él logró sostenerse de una baranda con su otra extremidad, misma parte de metal  que solo estaba un piso más abajo que de donde habíamos caído.

–¡Suéltame!– Gritó el pelirrojo mientras movía su brazo del cual dependía mi vida.

–Si yo muero ¡Tú vendrás conmigo!– grité a la vez que ejercía más fuerza esperando a que dejara de moverse.

–¡No tendría por qué cumplir tu deseo! Tengo que vivir, tengo que estar con DongHyun...–

–¡Quién mierda es DongHyun!– pregunté levantando mi cuello para ver el rostro del pelirrojo.

–Es el nombre que le había puesto a mi primer hijo... Aunque tú le pusiste un nombre horroroso–

–¡No es horroroso! ¡Maldita sea, no sé por qué estoy conversando contigo!– bufé mientras buscaba un lugar de donde más agarrarme, aunque fue inútil porque no había más que paredes totalmente lisas sin ningún relieve o entrada.
Suspiré amargamente antes de volver a hablar. – Tuviste lo que querías, pero no te bastó con eso... Deseaste más y más...
Hasta el punto de tener sexo con mi novio...– Sin gana, centré mi mirada en el lejano suelo– Y terminar con la vida de mi pequeño hijo–
Era estúpido pensar que podría salir vivo de esto, el único que tenía más posibilidad era mi hermano, y yo no quería que eso suceda.

–Creí que lo primero ya estaba resuelto.– Dijo el mayor– Pero aún así, tú te llevaste a mi hijo, me lo quitaste y te largaste con él–

–¡Tus acciones fueron mucho más lejos que las mías, Lee Seoho!– Grité haciendo fuerza para que él mayor se soltara de aquel metal.– ¡Daeyol va a poder crecer , él va a poder ir a la escuela, él va a poder conocer más gente, él va a poder vivir su maldita vida tranquila!
¡Pero Sungyeol no! ¡Tú le arrebataste la oportunidad de siquiera decidir por su cuenta! ¡Era un bebé, maldita sea!–
Sin embargo, mis intenciones cesaron cuando escuché un gemido de dolor de parte de mi familiar.
Esta vez apunté mi vista al lugar de donde se estaba agarrando. Parecía bastante oxidado y tal vez ese fue el problema por el cuál le estaba creando un corte en la palma de su mano izquierda, una herida más grande y profunda que las mías.
–Te odio, Seoho–
Este bajó su mirada hacia mí.
Estaba angustiado, desesperado, y aunque estuviera sosteniendo más peso de lo que pudiera soportar, sujetó mi brazo sabiendo claramente que era casi imposible quedarnos así por más tiempo.
–Si sigues así, tú también vas a caer, idiota, ya suéltame–

–¿Qué?– Habló con dificultad por lo entumecido que estaba su brazo izquierdo.

–Ho, no trates de hacerte al héroe en estos momentos – respiré profundamente.

–¿Héroe? ¿De qué carajos estás hablando?– Sonrió– Sólo quería hacer tiempo para decirte que eres un hijo de puta, Dongju– Cogió aún con más fuerza mi mano– Vas a quedarte aquí hasta que separe tu brazo de tu cuerpo–

Con las fuerzas que le quedaban, comenzó a golpear mi hombro con sus piernas intensificando el dolor con cada patada que daba en mi hombro izquierdo.

–¡Suéltame! ¡Mierda!– Grité una y otra vez mientras mi hermano no paraba de golpear en la misma zona.

Imaginé que llegaría el momento un poco más tarde, pero simplemente la baranda se desplomó y Seoho se quedó sin lugar donde agarrarse.

Esta vez no habría una segunda oportunidad. Pero me sentía más molesto que cuando caímos la primera vez.

Dejó de importarme el viento que corría por todo mi cuerpo, tan solo pasaron por mi cabeza aquellos momentos felices con la gente que quería y que probablemente jamás volvería a ver.

No debí arrebatarle su hijo, debí matar a Seoho cuando tuve la oportunidad.















Un fuerte impacto seguido de otro se escuchó cuando los chicos cayeron sobre los autos estacionados, y eso fue que llamó la atención de la gente que pasaba cerca de ahí.

Muchos quedaron horrorizados por tal escena mas otros tomaron sus celulares para llamar a emergencias.

Sus cuerpos estaban empapados de sangre, la mayoría de sus huesos rotos y su piel destrozada por caer a tan alta altura y por el lugar en donde se estrellaron.


–¿Están muertos?...–

–Ninguno respira...–

–Pobre de ellos...–

–Vámonos, deja de mirar eso...–

–¿Los dos se lanzaron?...–

–Será mejor que alguien venga rápido...–

–Están en muy mal estado...–

–¿Alguien podrá reconocerlos?...–

Los susurros de gente y más gente que llegaba hasta ese punto, llamó bastante la atención de varios medios  de comunicación los cuales unos minutos después ya estaban en vivo transmitiendo tal desgracia a miles de personas y que una de ellas terminó siendo Lee Keonhee, que hizo un desastre su comedor tras hacer caer dos vasos de vidrio por ver aquel programa en el que casualmente su madre había dejado.

–Qué mierda...–


FALSAS PROMESAS - leeon - KeonhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora