Capítulo 27.
Hacía unos días que los estudiantes habían vuelto a la Royal Academy, desde entonces, el ritmo era frenético: debían preparar a conciencia la presentación de fin de curso. ¡Todos los grandes coreógrafos, propietarios de importantes compañías y ballets estarían allí!
Algunas clases habían comenzado a suspenderse para poder dejar más tiempo a que los chicos se prepararan y los profesores habían organizado una gran coreografía grupal para que realizaran todos los alumnos.
Los nervios se respiraban por cada pequeño rincón de la academia, los ensayos se habían vuelto más serios que nunca.
En una de las salas comunes, Ivanna comenzaba a desesperarse. Llevaba más de una hora ensayando cuatro simples pasos que, definitivamente, no le salían bien. La chica llevaba estresada mucho tiempo y, desde luego, estaba de peor humor que nunca.
—Levanta más la pierna derecha —le aconsejó Hayley, que la miraba sentada en un inmenso puf verde.
Ivanna resopló, maldiciendo en voz baja y repitió el movimiento, girando a la vez que trataba de alzar la pierna. Hayley chasqueó la lengua.
—No fuerces la rodilla, por eso no consigues subirla.
Ivanna bajó la vista un segundo, ya estaba harta.
—Déjame en paz, Hayley. Me estás poniendo muy nerviosa.
La muchacha asiática frunció el ceño, molesta.
—Sólo intento ayudarte.
—Pues no me estás ayudando, más bien lo contrario. Parece que quieres que me salga mal.
Hayley se levantó del puf, encarando a su amiga. Sólo Ivanna podría pensar eso de alguien que estaba intentando ayudarla con la coreografía.
—Desde que Ian está con la cría esa, están completamente insoportable.
Ivanna la miró con incredulidad.
—¿Y eso a mí que me importa? —exigió—. En cuanto se la tire pasará de ella. Es una mosquita muerta.
Frente a ella, Hayley sonrió sarcásticamente y finalmente, Ivanna dejó de bailar, sin saber a qué venía esa cara.
—¿Qué? —gruñó.
—Todos saben que lo hicieron en York. Durmieron juntos dos días allí, así que estoy convencida de que se acostaron. —Hayley se relamió los labios de una forma que a Ivanna le dio ganas de abofetearla—. Es decir, ¿quién podría dormir con Ian sin hacer nada con él?
Esas palabras fueron como un golpe en el estómago para la bailarina, que comenzó a respirar con fuerza.
—¿No lo sabías? —preguntó Hayley.
No, por supuesto que no lo sabía.
Lo habían hecho. Esa estúpida de Irina Stahl se había acostado con Ian y, aun así, seguían juntos. Esto le dio un acceso de arcada a Ivanna, que decidió que debía hacer algo. Tenía que cortar esa pareja de raíz.—Tu hermana no te habrá contado algo sobre ellos, ¿no?
Hayley enarcó una ceja.
—¿April? En absoluto, es su mejor amiga. —Entrecerró los ojos—. Y se pasa el día pegada al culo de Christian. No entiendo la suerte de esas dos. Son sólo niñas y se han llevado a los chicos más guapos de toda la academia.
—Estoy harta de las parejitas felices —musitó Ivanna, arrastrando las palabras.
Después, simplemente, salió por la puerta. Hayley supo que nada bueno iba a ocurrir después de eso, y le pareció tremendamente divertido.
***
—Estoy llenísima —se quejó Irina—. Me paso el día tan nerviosa que apenas puedo comer nada.
Después observó el plato de pasta casi intacto de su plato y se lo tendió a April.
—¿Quieres? —le preguntó—. Es cuatro quesos.
April se tapó la nariz en cuanto percibió el olor a queso, con un gesto de disgusto.
—¡Qué asco! —exclamó—. Eso está en mal estado.
Irina miró su plato, sorprendida.
—Qué va, no seas paranoica. Además, a ti te encanta el queso.
Ante ella, su amiga enarcó una ceja y apartó el plato de su lado. Siendo bailarines y a esas alturas del curso, no podían permitirse comer alimentos en mal estado ni correr ningún riesgo de ese tipo.
—¡Por supuesto que no! Antes le ordeno el cuarto a mi hermana que comerme ese plato de pasta caducada.
—¿Qué pasa, chicas? —Christian acababa de llegar.
April compuso una sonrisa enamorada al ver a su novio y le dio un pequeño beso en los labios. Acto seguido, el chico se quedó mirando el enorme plato de pasta con ojos hambrientos.
—¿Os lo vais a comer?
April lo miró, horrorizada, e Irina negó con la cabeza, por lo que Christian atacó directamente y comenzó a comerse la pasta. El gesto de preocupación de April se tornó en confusión cuando unos gritos llamaron su atención al otro lado del inmenso comedor: Ivanna estaba discutiendo... ¿con Ian?
—Irina —llamó su atención April, instándola a mirar.
Irina levantó la vista y también se quedó estática, mirando hacia la discusión que los dos bailarines estaban teniendo.
—Pero... ¿qué?
Algunos alumnos se habían quedado callados en el comedor, por lo que las voces de Ivanna e Ian se oían con suficiente claridad. Ian parecía querer abandonar la discusión, pero Ivanna lo retenía a cada momento.
—Mira, Ivanna. Déjame en paz de una vez —pidió él con tono conciliador—. He intentado ser agradable contigo, le debo mucho a tu familia, pero mi paciencia tiene un límite.
Él se dio la vuelta, pero Ivanna lo agarró del brazo, obligándole a girarse de nuevo hacia ella.
—Tu novia no es lo que tú crees. La dulce Irina no es tan inocente ni tan honesta.
Ian frunció el ceño, contrariado. Irina se levantó de la mesa en ese momento y se dirigió a ellos con pasos lentos, seguida por April. Había llegado el momento, Ivanna iba a decirle a Ian lo único que ella le había ocultado durante todos esos meses.
El chico negó con la cabeza y, tras suspirar, habló, aun sabiendo que se arrepentiría en los siguientes segundos.
—¿De qué hablas, Ivanna?
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Anoche terminé de escribir el epílogo, así que ya hemos acabado del todo con esta historia. ¡Qué ganas de subirla completa!
Subiré uno o dos capítulos más en un rato, ¡besos!
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Dance, sólo baila.
Teen FictionIrina es una joven de dieciocho años que ha escapado del infierno de su casa para tener una oportunidad en la academia de baile más exclusiva del país. Lleva años enamorada de Dallas, pero todo se verá alterado cuando conozca a Ian, su nuevo compañe...