Capítulo 9.

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Agradeceréis que haya puesto esta foto de Ian cuando terminéis de leer el capítulo ;)

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9-

Dallas agarraba la cintura de Ivanna con posesión mientras besaba sus labios con ímpetu, como si supiera que aparte de ser el primer beso que le daría, también sería el último.
La chica era delgada, guapa y con curvas, exactamente como a él le gustaban, pero, extrañamente, ella ya no le estaba devolviendo el beso como unos segundos antes.

Se separó de ella y vio que Ivanna ni siquiera estaba prestándole atención a él mientras se besaban, sino que miraba hacia una de las tarimas de los bailarines, donde para su sorpresa se encontraba Irina.

Dallas la siguió con la mirada, Irina bajaba las escaleras a toda prisa seguida por un joven rubio sin camiseta.
Se giró e intentó volver a besar a Ivanna, pero la joven lo apartó y siguió a la pareja con la mirada, con una expresión satisfecha en el rostro. ¿Qué estaría pensando?

Ante la negativa de Ivanna, Dallas decidió seguir a Irina para averiguar por qué había salido tan rápido de ahí y, por supuesto, saber por qué ese tío medio desnudo iba con ella.

Con rapidez se movió entre la gente hasta llegar a una de las terrazas de la discoteca, la más grande y bonita. Estaba decorada con figuras de piedra, plantas e incluso una pequeña fuente.
Hacía frío y el cielo estaba totalmente negro, como si no hubiera estrellas ni luna.

Llegó allí junto al joven rubio, que a pesar de no llevar camiseta, no parecía estar sintiendo el frío.

Irina se apoyó en la fuente durante unos segundos, como si no pudiera andar y entonces fue cuando Dallas descubrió que su amiga estaba llorando.
Aceleró el paso, acercándose a ella lo más rápido que pudo. Al verlo, el muchacho rubio se quedó parado, estático justo en la puerta, como si no se decidiera a salir. ¿Le habría hecho algo él? Porque si ese bailarín de poca monta se había atrevido a ponerle la mano encima a Irina lo pagaría caro...

Irina quería contener las lágrimas, pero era muy difícil y sentía que se ahogaba cada vez que lo intentaba. Se apoyó en la fuente, intentando retomar el aire mientras su cerebro procesaba lo que acababa de ver.
¿Por qué?
¿Por qué le seguían pasando esas cosas? Ella creía que sería diferente cuando Dallas ya no la tuviera cerca las veinticuatro horas del día, creyó que él la echaría de menos y que se daría cuenta de que en realidad quería estar con ella. Pero no había sido así, en su lugar él había hecho lo de siempre: romperle el corazón.

Pero esa era la última vez que Dallas le haría lo mismo. ¡Era totalmente imposible que él no se hubiera dado cuenta de que le quería! No era ningún idiota...
Irina pensó que no podría sentirse más furiosa que en ese momento, pero de hecho consiguió superar su propio enfado en el momento en el que oyó su voz a su espalda.

—¿Irina? —era Dallas—. ¿Qué ocurre?

Ella se giró de golpe, estaba convencida de que debería ofrecer un aspecto de lo más ridículo y patético: completamente bañada en lágrimas con ese estúpido top brillante que ella creyó captaría la atención de Dallas y, para colmo, bastante borracha. Se acabó, no podía más. Eso había terminado para Irina.

—Vete, Dallas, no quiero verte.

Él estaba sorprendido, ¿qué le pasaba? En todos sus años de amistad Irina nunca le había dirigido ni una sola palabra que pudiera molestarle, lo que ocurría debía ser grave.

—¿Qué ha pasado? ¿Te ha hecho algo ese tío?

Con el dedo, Dallas señaló a Ian, que estaba a unos metros, observando la escena con cautela sin atreverse a acercarse.

Dance, sólo baila.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora