Capítulo 28.

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Capítulo 28.

Una enorme sonrisa se extendió por el rostro de Ivanna al ver que, por fin, Ian iba a escucharla.

—Seguro que la novia perfecta —miró a Irina de reojo—, no ha sido capaz de contarte que es aficionada a las conversaciones ajenas... escuchándolas desde sitios donde no debería estar.

Irina sintió cómo enrojecía profundamente y cerró los ojos. Sus manos comenzaron a temblar intensamente y los brazos de April la rodearon por la espalda, tratando de tranquilizarla. Sabía que ella había tenido la culpa de todo, había sido ella quien la había convencido para entrar a la habitación de los chicos a por información.

Ian se llevó las manos al pelo.

—Se acabó, paso de escucharte.

—Pregúntale a Irina cuántas veces se ha colado en tu habitación sin que la vieras para espiarte.

—¿Qué demonios estás diciendo, Ivanna? —Ian hizo una pausa y, de pronto, se acercó a la chica amenazadoramente. Con un dedo señaló la frente de la chica—. Se te ha ido la jodida cabeza, ¿es eso?

Ivanna siguió con el rostro alzado, mirando con intensidad a los ojos de Ian y observando cómo él comenzaba a hartarse de todo. Sabía que le estaba haciendo daño, pero eso era lo mejor para lograr separarlo de Irina. Estaba jugando su última carta y lo sabía.

—Pregúntaselo —le ordenó.

Ian se giró hacia Irina.

—No tengo que preguntarle esa gilipollez porque sé que Irina nunca ha hecho eso. ¡Es mi novia!

Pero Irina no fue capaz de levantar la cabeza y encarar al rubio. Ante eso, Ivanna soltó una cruel carcajada. Le encantaba ver cómo se estaba desmoronando.

—Los secretos siempre salen a la luz, pequeña —dijo Ivanna, frunciendo teatralmente sus labios en un gesto de falsa ternura.

April estaba a punto de saltar hacia Ivanna y arrancarle la cabeza, pero decidió centrarse en cómo la relación de sus mejores amigos se estaba yendo a la mierda en tan sólo unos segundos.

—Fui yo —habló.

Ian abrió mucho los ojos y miró hacia Christian, que también se había acercado hasta ellos al ver que la discusión comenzaba a ser grave.

—No, April... —musitó Irina.

—Es verdad, Irina. La culpa fue mía, lo hicimos sólo una vez porque a mí me empezaba a gustar Christian y quería averiguar algo más sobre él —explicó la menuda muchacha—. Todo se torció cuando vosotros regresasteis a la habitación y nos encontramos con que no podíamos salir, pero todo fue por mi culpa. Ian, te juro que Irina no quería venir conmigo, yo la obligué.

Los dos chicos se encontraban estupefactos y, de repente... Christian comenzó a reírse. Nadie más se relajó en ese tenso ambiente, tan sólo él y sus carcajadas. Al cabo de unos segundos caminó hacia su novia y posó una de sus manos en su mejilla.

—Yo pasé una semana siguiéndote para ver si tenías novio. No creía que pudieras ser tan perfecta y seguir soltera —le confesó.

Ivanna estaba completamente anonadada.

—Menudo par de enfermos —comentó.

—Pues tú no te quedas corta —gruñó April, apartándose un momento del abrazo de Christian.

Ivanna pareció recordar qué era lo que estaba intentando. Se había quedado sin ningún argumento más que dar, así que, desesperada, optó por inventarse algo rápidamente.

Dance, sólo baila.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora