Capítulo 23.

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Capítulo 23.

El teléfono seguía sonando en la mano de Irina, que sentía su sangre fluir pesadamente por sus venas. Casi le provocaba dolor el mero hecho de respirar.

—¿Vas a contestar? —preguntó Ian, finalmente.

Irina seguía completamente quieta, mirando la pantalla de su móvil.

—No... no sé —musitó al final.

El teléfono dejó de sonar, y en la parte superior de la pantalla apareció un aviso que rezaba: "Llamada perdida: Dallas".

Ian suspiró y tras unos segundos mirando a Irina; finalmente se levantó de la cama y agarró sus pantalones.

—Espera —dijo Irina, intentando evitar que se los pusiera.

Aun así él comenzó a vestirse en silencio, sin que pudiera hacer nada para que volviera a tumbarse junto a ella en la cama. El ambiente era frío de pronto.

—Yo no he hecho nada para que me llamara, no ha sido mi elección.

Él asintió con la cabeza.

—Estoy... —trató de decir Ian—. Se me han quitado las ganas, lo siento.

Sus ojos de un azul verdoso brillante se habían oscurecido, de pronto la habitación ya no parecía iluminada.

—Espera un momento, Ian. Es que... simplemente no sé por qué me ha llamado, ¡no sé qué quiere!

Ian se giró para responderle, pero el teléfono volvió a sonar una vez más y esta vez Ian simplemente sonó desanimado antes de abandonar la habitación.

—Sólo contesta. Parece importante.

—No me interesa —respondió Irina.

Pero Ian ya se había ido, de todas maneras.

Después, ella simplemente siguió mirando su teléfono. ¿Qué debía hacer? Debería existir un manual para situaciones como esa: "¿Hay que coger el teléfono cuando el cabrón de tu ex- mejor amigo te llama tras meses sin aparecer y tú ya has rehecho tu vida?"

Y, aún dudando, Irina descolgó el teléfono.

"Hola."

***                                                                                                                                               

Dallas no había cambiado demasiado en esos meses.
Irina supuso que ella tampoco lo había hecho, al menos no físicamente.

Su cabello rubio había crecido un poco, ahora se lo peinaba de forma distinta. Sus ojos continuaban con el mismo tono de verde y seguía teniendo un aire melancólico que años atrás había enternecido a Irina hasta lo imposible.
El chico llevaba unos vaqueros y una camiseta blanca sencilla que se ceñía a sus músculos, un poco más marcados que meses atrás.

Pero, por primera vez en su vida, Irina se encontró a Dallas y no sintió absolutamente nada.

Ella salió de la academia y Dallas sonrió tenuemente, de veras la había echado de menos.

Irina llevaba un sencillo vestido rojo y Dallas se preguntó si esas curvas estaban allí desde siempre. Supuso que sí, pero que él no había sido capaz de verlas.

—Hola —saludó.

Ella llegó hasta él, pero no hizo amago de mantener ningún contacto físico para saludarle, simplemente se cruzó de brazos.

Dance, sólo baila.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora