Capítulo 22

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-Hola, Jorge.

Tras decir estas palabras la morena, que se había quedado plantada en el sitio, en mitad de aquella calle poco transitada, apretaba los puños y no se esforzaba en disimular su cara de escarnio. E incluso de rabia. 

Todavía no podía creerse lo que estaban viendo sus ojos.

-¿No vas a preguntarme cómo estoy?- le pregunto Jorge, en un falso intento de relajar aquel ambiente tan enrarecido.

Natalia seguía contemplando la sonrisa chulesca de aquel hombre con incredulidad, al mismo tiempo que un sentimiento de ira incontrolable le brotaba del pecho.

No podía creerse que estuviera ahí, plantado delante suyo. No podía creerse que hubiese vuelto a la ciudad y que además tuviera la poca vergüenza de no salir corriendo nada más verla.

Si Jorge tenía algo de sentido común, lo que debía hacer era alejarse de la familia Lacunza lo máximo posible hasta el final de sus días.

-Lo último que me preocupa es saber cómo estás, maldito desgraciado- pronunció sin separar mucho los dientes, acercándose a el de manera amenazante.

Se moría de ganas de darle un buen puñetazo o de infringirle cualquier otro daño físico. Pero saco fuerzas de sitios que no sabía que existían y se contuvo. 

-Querida Nati, pero qué mal te sienta haber heredado la empresa. ¿La abuela ya no te deja salir por la noches a ver a tus amiguitas? 

Ese último comentario, fue el chispazo que terminó de prender la mecha.

Natalia Lacunza apretó tantos los dientes que parecía que le iban a quedar encajados unos contra los otros de por vida, se acercó a la cara de Jorge todo lo que pudo, y puesto que estaban en una calle poco transitada, lo acorraló contra la pared.  Prácticamente tenían la misma estatura, así que la boca de Natalia quedo muy cerca de la oreja y el cuello de aquel hombre. 

Tuvo que contener las nauseas, ya que desde esa corta distancia podía percibir su olor corporal e incluso su aliento prendado de algunas notas etílicas. 

-Escúchame, desgraciado- le habló con firmeza, pero en tono bajo- Cómo vuelvas a dirigirte a mí de esa manera te juro que...

-¿Qué Natalia? ¿Qué vais a hacer tú y tu poderosa familia?- la corto Jorge, utilizando el mismo tono que ella. No parecía estar nervioso, ni asustado, a simple vista. Pero se había quedado completamente inmóvil contra aquella pared de hormigón. 

Natalia calló, pues sabía que no debía de contestar a aquella provocación, o podría acarrearle más problemas. 

-Está claro que no sois capaces de controlar a un hombre como yo- se separó por fin de la pared alzando la cabeza, una vez la morena se había separado de él a su vez. 

Natalia, ya no podía más con aquello, las piernas le temblaban de impotencia y de rabia, de no poder hacer lo que más deseaba en aquel momento. Pero por suerte todavía guardaba la cordura y el sentido común incluso en aquellos momentos. 

-Jorge- pronunció al tiempo que entornaba los ojos y se le oscurecía la mirada- Procura que no vuelva a verte más en la vida. Deberías hacerme caso- se volvió a acercar. 

-Si no quieres volver a verme Nati, igual deberías de dejar de merodear por esta zona por las tardes. Tengo un bar de copas a unas dos manzanas de aquí- hizo un gesto con la cabeza- Este es mi sitio. 

Tras estas últimas palabras, Jorge hizo el gesto de querer continuar con su camino. Natalia, que no debía de decir nada más, ni debía, aprovecho también para marcharse en dirección opuesta sin mirar atrás. 

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⏰ Última actualización: Mar 14, 2021 ⏰

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