Natalia llegó incluso antes de la hora acordada al piso de su amigo. Tocó el timbre algo nerviosa, preguntándose si Alba habría llegado ya, o no. Estaba entrelazando sus dedos con nerviosismo cuando el joven le abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y una copa de vino blanco en la mano.
-Pasa, Nati- le dijo con el tono más cordial del mundo.
Natalia penetró en la entrada de la casa y se dispuso a despojarse de su chaqueta de cuero para colgarla en el perchero que había junto a la puerta mientras Álvaro bebía vino y la observaba con gesto interrogante.
-¿Ocurre algo?- le preguntó con voz preocupada y la cara más bien seria.
-Dímelo tú- respondió para después soltar una risita casi inaudible. Natalia le miro confundida.
-Me parece que ya has bebido más vino de la cuenta, y aún es temprano Alvarito. ¿Nos has dejado algo a los demás?
Tras vacilar al abogado, Lacunza consiguió huir su mirada interrogante dirigiéndose hasta la cocina para saludar a Marina y servirse ella misma una copa de vino. La noche se avecinaba larga y a Natalia le parecía que el alcohol era una de las mejores maneras de aligerar situaciones así.
Había supuesto que Alba aún no había llegado, pues la cocina estaba silenciosa, excepto por un leve rumor musical. Conocía poco a las hermanas Reche, pero a pesar de eso ya había tomado buena cuenta de su excelente relación, y de cómo las risas solían llenar cualquiera habitación en la que ambas se encontrarán juntas.
Mientras tanto Álvaro se había quedado en el hall, pensativo. De nuevo Natalia estaba más rara de la cuenta y su curiosidad aumentaba por momentos. No veía la hora de la llegada de la hermana de su novia para registrar con lupa los comportamientos de su amiga con esta.
Pero viendo que Alba iba a retrasarse un poco, decidió volver a la cocina para servirse más Albariño y comprobar cómo de seca estaba su pasta casera.
-Te has superado Alvarito- comento Natalia al verle entrar, señalando a las tiras de pasta que descansaban colgadas en el tendedero de madera sobre la encimera.
Y era cierto, ese día Álvaro había probado una nueva receta para la pasta que incorporaba tomates secos y albahaca en la misma masa.
-No hables todavía Nat, dímelo todo cuando pruebes el plato. La salsa de piñones te va a encantar.
Natalia, pensando en la suculenta cena, se miró su reloj de pulsera. Faltaba poco para que dieran las nueve y media y Alba no parecía llegar.
Pero ella antes muerta que preguntarles a sus anfitriones por la rubia.
-Creo que voy a llamar a Alba, no suele retrasarse tanto- dijo Marina por fin mientras agarraba su móvil después de charlar un rato al tiempo que Álvaro lo preparaba todo para cocer la pasta y ultimaba la salsa.
-No pasa nada cariño, podemos esperar. Cuando llegue meto la pasta en la olla y listo- la tranquilizó su novio.
-Ya, pero es que no es propio de ella retrasarse tanto, algo ha debido de pasar. Y para ser sinceros, me muero de hambre- rió mientras bebía de su copa.
-Yo también estoy deseando probar la nueva creación de nuestro chef- se acercó Natalia a Álvaro para acariciarle los hombros en señal de ánimo.
Y de ver a Alba también, no vamos a engañarnos, Natalia.
Justo cuando Marina marcaba el número de su hermana, el sonido del timbre lleno todas las habitaciones de aquel céntrico piso madrileño.
-¡Abro yo!- se apresuró Álvaro a la puerta, a pesar de que le suponía descuidar la pasta, que acababa que echar al agua hirviendo. Pero, por nada del mundo quería perderse el encuentro de esas dos.
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Primeras impresiones
FanfictionNatalia Lacunza pertenece a una de las familias más adineradas del país. Alba, trabaja como galerista de arte en Madrid y vive soportando las contínuas insistencias de su madre para que se despose cuanto antes. ¿Qué sucederá cuando sus caminos se c...