Natalia reflexionaba sobre lo que le acababa de proponer a Alba en silencio, algo apartada, mientras observaba como la rubia hablaba con Marta.
Estaba aún asimilando las palabras que acababan de salir de su boca hacía apenas unos segundos, y lo cierto era que estaba desconcertada por aquel impulso suyo. Esa invitación para almorzar no era algo en lo que hubiera pensado antes, ni siquiera había fantaseado con la idea de comer con Alba.
Comer con Alba. Las dos solas.
Se le empezó a acelerar el pulso sin que pudiera hacer nada para remediarlo, al ser plenamente consciente de lo que acababa de hacer. Levantó la vista del suelo, la cual había bajado debido a su nerviosismo, para encontrarse con Alba de nuevo a su lado.
-Disculpa, Natalia- se excusó por la interrupción de Marta- ¿Qué me decías de almorzar?- le preguntó con una mirada atenta.
Natalia, que había perdido algo de color en las mejillas tras verse en esa encrucijada en la ella misma se había metido, tardó unos segundos en contestar.
Bueno, de perdidos al río.
-Decía que podríamos almorzar hoy juntas, como agradecimiento por todo- consiguió decir con la voz más o menos serena, mirando a Alba directamente a los ojos.
-Está bien... Vale. Sí- asintió con una sonrisa no muy grande en los labios, pero que fue suficiente para que una corriente cálida recorriera el pecho de la más alta, tranquilizándola de alguna manera.
-¿Sí? Vale. Pues...Pues...-vaciló tras el "sí" de la rubia- Podríamos ir al Ritz, ¿qué te parece?
-Emm, vale- aceptó no muy segura frunciendo el ceño.
-¿A la una y media? ¿Te parece bien?
-Sí, genial- siguió asintiendo como una autómata.
-¿Te paso a recoger luego?- se ofreció.
-No, no- negó Alba inmediatamente- Mejor nos vemos allí.
-De acuerdo- se conformó Natalia- Entonces...Luego nos vemos, sí- se le pasó por la cabeza darle algún tipo de indicación, pues no sabía si alguna vez habría ido a comer al Ritz, pero prefirió dejar las cosas así y marcharse de allí cuanto antes para organizarse tras el inesperado plan.
Tras la escueta despedida de la morena, que desapareció de allí antes de que pudiera darse cuenta, Alba se quedo un momento parada pensando en el plan al que acababa de acceder. O más bien, haciéndose a la idea.
Se miró el reloj y comprobó que ya pasaban unos minutos de las doce del mediodía. No tenía tiempo que perder.
-¡Marta!- llamó a la chica alzando la voz, aprovechando que en ese momento estaban solas en toda la galería.
-Dime, Alba- se acercó a ella solícita.
-Hoy me tengo que ir antes. Así que cerrarás tú ¿Vale?
Marta puso cara de pánico ante esa noticia, pero después de que Alba le explicará todo lo que debía de hacer y enseñarle como funcionaba la alarma, respiró algo más tranquila, para después volver a quedarse a solas en la recepción, preguntándose qué habría pasado con la mujer que acaba de irse para que Alba estuviera tan agitada tras su marcha y tuviera que marcharse antes antes de manera tan repentina.
Mucho tiempo han estado estas dos en el almacén.
Alba, una vez en su despacho de nuevo, volvió a mirar el reloj resoplando. Era imposible que le diera tiempo a pasar por su piso a cambiarse y volver para estar en el hotel a la hora acordada. Cuando se había vestido esa mañana, no pensaba que acabaría comiendo en el restaurante del hotel más rancio de todo Madrid. Y a decir verdad, tampoco había imaginado que Natalia le iba a proponer ir a ese lugar tras escuchar su invitación.
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Primeras impresiones
FanfictionNatalia Lacunza pertenece a una de las familias más adineradas del país. Alba, trabaja como galerista de arte en Madrid y vive soportando las contínuas insistencias de su madre para que se despose cuanto antes. ¿Qué sucederá cuando sus caminos se c...