-¿Y mi Marina? ¿Es que no piensa dignarse a venir?- fingió indignación Julia mientras les servían dos cañas a Alba y a ella en una terraza la tarde del sábado.
-Me ha dicho que intentaría pasarse luego.
-Ya- asintió- Vamos, que está con el churri, ¿no?
-Pues no me ha contado lo que iba hacer está tarde, pero lo más probable es que sí. Están en esa fase de pegarse como lapas- suspiró apoyando la barbilla en su mano- Pero la verdad es que son bastante adorables.
-Y no lo dudo, pero digo yo que podría despegarse de él un rato y venir a ponerme un poco al día- siguió con su papel haciendo reír a la rubia- Pero bueno, no importa. Que aquí tenemos más de un tema del que hablar- señalo Alba tras beber de su vaso- Que tú aún no me has contando cómo fue la cita con Jorge ¿Saltó alguna chispa o qué?
-Pues...La verdad es que sí, unas cuantas diría yo- se sonrió al recordar la noche que habían compartido los dos la semana anterior.
-¡Ala! No me digas que os acostasteis-se acercó más a la mesa emocionada - Pues sí que os habéis caído bien entonces, sí- puso una media sonrisa mientras asentía con la cabeza.
-¿Qué dices? Que no, Julia, que no nos hemos acostado- la frenó.
-Uy, perdone usted. No sabía que ahora pertenecías a la orden de las carmelitas descalzas, Santa Teresa- bromeó, provocando que su amiga rodará los ojos.
-Es que... De momento Jorge no me parece el tipo de persona con la que echar un par de polvos y ya está- se explicó Alba- No sé, me apetece tomarme mi tiempo en conocerle.
A Julia le sorprendieron un poco esas palabras. La verdad era que Jorge no era el tipo de hombre que se habría imaginado para que Alba tuviera algo más allá de, como ella misma había dicho, un par de polvos. Conociéndola como la conocía y aunando eso a lo poco que sabía del amigo de su novio, a priori no le concordaba una relación entre ambos. Pero de momento prefirió guardarse esa opinión para ella e ir observando como se iban desarrollando las cosas en lugar de adelantarse a los acontecimientos.
-¿Y qué tal por la galería? ¿Cómo fue la muestra aquella de la que me hablaste? - decidió cambiar de tema.
-Bien. Aunque aún no hemos hecho ninguna venta.
-¿Para quién era al final?- se interesó al recordar que Alba le había comentado algo de una coleccionista bastante importante.
-Esther de los Reyes y Aroca- bufó tras pronunciar el nombre completo- ¿Te suena?
-Pues claro que me suena, esa mujer tiene más Kandinskis que los que hay expuestos en el Thyssen. O eso dicen- se encogió de hombros- Con razón Amelia te hizo prepararlo todo tan rápido. ¿Y no le gustó nada al final?
-No exactamente. Según parece quedó bastante complacida. Pero resulta que el cuadro no es para ella, si no que lo va a comprar para hacerle un regalo a su nieta- rodó los ojos con abatimiento- Y estoy a la espera de que se decida.
-¿La nieta dices?
-Sí, la dichosa Natalia Lacunza- apretó los dientes tras pronunciar su nombre.
-¿Lacunza has dicho?- Julia puso más atención al escuchar ese apellido.
-Así es- suspiró. Alba estaba empezando a cansarse de la importancia que le daba todo el mundo a esa mujer.
-Es verdad, ahora que lo dices me suena haber oído que esa señora pertenecía a la familia Lacunza- se tocó la barbilla pensativa.
-Bueno, yo solo espero cerrar la venta cuanto antes- intentó parar el tema.
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Primeras impresiones
FanfictionNatalia Lacunza pertenece a una de las familias más adineradas del país. Alba, trabaja como galerista de arte en Madrid y vive soportando las contínuas insistencias de su madre para que se despose cuanto antes. ¿Qué sucederá cuando sus caminos se c...