Marina Reche se había despertado, como muchas mañanas, con el cuerpo de Álvaro pegado al suyo.
Había vuelto a dormir en su nuevo piso en el centro de Madrid, como muchas otras noches desde su mudanza a la capital. Se apartó de su cuerpo con cuidado de no despertarle, dejo un beso sobre uno de sus rizos y se dirigió hacía el baño para darse una ducha.
Eran cerca de las siete de la mañana y a las ocho en punto ya debía de estar en el bufete para comenzar su labor como abogada en prácticas de aquella empresa en la que estaba contratada como becaria.
El agua caliente le hizo menos duro el haber tenido que separarse del calor de las mantas y de su novio. Tras un rato salió al salón ya vestida con un traje de chaqueta negro, el pelo húmedo y aún sin maquillar.
Cuando se disponía a preparar su desayuno, y el de Álvaro, este apareció por allí, aún en pijama, con el pelo enmarañado y los ojos aún a medio abrir.
Le lleno la cara a Marina de pequeños besos y se fue el mismo asearse y vestirse. Él podía hacer todo eso con más tranquilidad, debido a que su horario laboral comenzaba más tarde, y además, trabajaba en uno de los despachos pertenecientes a su familia. Los Lafuente componían una extensa saga de abogados que se remontaba a principios del siglo pasado.
Apareció de nuevo por la cocina un Álvaro ya vestido con el traje de faena, aunque aún sin corbata y sin que sus rebeldes rizos hubieran sufrido algún intento vano de ser peinados frente al espejo.
Marina ya estaba terminando su propio desayuno, pero siempre le gustaba hablar un rato con su novio por las mañanas antes de dirigirse a maquillarse y coger sus cosas para salir por la puerta corriendo y llegar a tiempo a su bufete.
-Ey, anoche se me olvido decirte algo- le dijo en tono despreocupado mientras daba el primer bocado su tostada de mantequilla y mermelada. Marina asintió mientras apuraba su café, gesto que el chico cazó al vuelo y le instó a contarle lo que se le había pasado contarle a su novia la noche anterior.
-He invitado a Natalia a cenar aquí esta noche.
-¿Hoy?- preguntó Marina extrañada.
-Sí. Antes solíamos quedar muchos viernes para cenar, pero este año apenas lo hemos hecho.
-Ay, qué tonta- sé dijo así misma- No sé por qué estoy pensando todo el rato que es jueves, ya no se ni en qué día vivo. Perdona.
-¿Perdón por qué?- le dijo el chico con una sonrisa, para después plantar un beso en su mejilla.
-En ese caso, cenaré con Alba. Así no os molesto.
-Cariño, tu nunca molestas. Es más, lo que quería decirte anoche es por qué no cenábamos aquí los tres juntos. Tengo una nueva receta de pasta casera que estoy deseando probar...
-¿Estás seguro? ¿No preferís estar a solas? Y hablar, no sé... De vuestras cosas.
-Marina, no hay nada que le pueda decir a Nati que tú no debas escuchar. Pero nada- insistió poniéndose algo serio.
-Está bien- sonrió también, mientras sus ojos azules tomaban aquel brillo especial del amor por primera vez esa mañana- Cenaré con vosotros entonces- Le dio un beso en los labios justo antes de levantarse para ir al baño de nuevo a terminar de prepararse, Álvaro siguió terminando de desayunar.
Pero mientras la joven Reche se maquillaba, un problemilla cruzó su mente con respecto a lo de cenar allí de nuevo esa noche.
Aunque tal vez había una posible solución.
-Álvaro, hay un problemilla con lo de esta noche- volvió a la cocina ya perfectamente maquillada.
-¿Cuál, bonita?
-Que casi que le había prometido a mi hermana hacer algo juntas esta noche, esta semana apenas he pasado por el piso... Pero...
-¿Por qué no le dices que venga también? ¿Le apetecería? Ya sé que en ese caso no vais a poder compartir muchas confidencias pero bueno, así le enseñamos bien el piso y puede conocer mi faceta de chef- eso último lo hizo poniendo una especie de acento francés, tan mal ejecutado que hizo a Marina soltar una carcajada al aire.
-Estaría bien, la cosa es que va a estar Natalia y ellas no... Bueno, a Alba no le cae muy bien Natalia. O eso tengo entendido desde la última vez que hablamos de ella- comentó sin llegar a decir algunas de las frases que Alba le había llegado a dedicar a Natalia cada vez que ella, Marina, hacía alguna alusión a la morena- Sí que es cierto- se corrigió- Que llevamos tiempo sin hablar de ella, quiero decir, llevamos tiempo sin hablar bien en general. Para ser justos.
Álvaro la abrazó por detrás, sabiendo el pesar de su novia por no poder estar pasando con su querida hermana todo el tiempo que desearía. Por ello estaba decidido a incluir también a Alba en sus planes, siempre que fuera plausible. Y aquella velada en su casa no podía parecerle más perfecta.
-Marina, no te preocupes. Seguro que eso soló fue cosa el principio. Natalia es tan reservada el principio con la gente nueva, que puede llevar a ese tipo de errores. Ella misma, creo, es consciente de ello. Podemos hacer otro intentó, ¿no crees?- la rubia asintió- Además está vez no habrá ninguna cuenta que pagar- acabó riendo, haciendo alusión a la anterior cenar que habían compartido los cuatro en Valencia.
-Tienes razón, además tengo entendido que la familia de Natalia ha adquirido un cuadro de la galería de Alba, igual ahora, después de eso, mi hermana la tolera un poco más. La verdad es que apenas le encuentro explicación a su comportamiento con Natalia, a mí cada día me parece más estupenda- dijo sinceramente, para después apuntar mentalmente que estaba pendiente volver a preguntarle a su hermana por su opinión de Natalia sí las cosas no quedaban esclarecidas en la cena del día de hoy.
-Cómo me alegro de que digas eso, mi amor. Natalia es muy importante para mí. Muchas veces no doy un paso sin consultarlo antes con ella- se sinceró Álvaro mientras Marina seguía sumida en sus pensamientos al tiempo que preparaba su bolso para salir.
-De todos modos, no te preocupes de momento por lo de la cena- le susurró mientras la agarraba para darle un beso de despedida como dios manda- No sé por qué, y Nati no me ha comentado nada, pero tengo la sensación de que mi querida amiga le tiene echado el ojo a tu hermana desde hace un tiempo.
-¿Tu crees?- Marina se separó sorprendida, abriendo mucho los ojos.
-Es solo una corazonada, igual me equivoco. Es cierto que Alba no es el tipo de mujer con el que suele estar Natalia, pero... No sé. La noto rara cuando está con ella, y sé que no es por esa timidez suya. Los años me han hecho conocerla demasiado bien.
-Bueno- Marina despejó su mente, para ahora sí despedirse del joven con un beso en los labios- Me voy corriendo que no quiero llegar tarde, nos vemos por la tarde. Yo me encargo de avisar a Alba y a Natalia ¿vale?
-Por supuesto, amor. Qué tengas un buen día en el bufete.
-Igualmente cariño- dejó un último beso en su mejilla.
Y tras ese beso, salió del piso corriendo mientras dejaba a un Álvaro algo atontado debido al poder embriagante que tenían para él los besos de su novia y además, pensativo.
No había sido consciente, hasta que lo dijo en voz alta, de la posible realidad que se cernía sobre sus cabezas.
El posible hecho de que a Natalia Lacunza le gustará Alba Reche.
Apuntó mentalmente, al igual que había hecho su novia, hablar con Natalia de la mayor de las Reche si las cosas no se esclarecían en la cena de aquella noche.
***
Hola de nuevo!
Disculpad la tardanza de esta vez
Os deseo una feliz semana
Besos,
Dafne
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Primeras impresiones
FanfictionNatalia Lacunza pertenece a una de las familias más adineradas del país. Alba, trabaja como galerista de arte en Madrid y vive soportando las contínuas insistencias de su madre para que se despose cuanto antes. ¿Qué sucederá cuando sus caminos se c...